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Se le hacía chico el mar...

La Suprema Corte avaló el desaguisado, pues bien se sabe que no había poder humano contra don Luis.

Hoy llega a México el exdirector de Petróleos Mexicanos, Emilio Lozoya Austin, quien, según asegura la Fiscalía General de la República, tiene un acuerdo por medio del cual se habrán de aclarar los muchos y muy sonados actos de corrupción ocurridos durante el retorno del PRI a Los Pinos y el saqueo inaudito del erario público gracias a la desfachatez y la enorme soberbia del entonces secretario de Hacienda y luego de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray Caso, un ‘político’ bisoño muy transa.

Si se cava un poco en la parcela del salinismo, que según Ángel Gurría Ordoñez debía durar 25 años en el poder, que se cumplieron con precisión matemática (1993-2018), habría que ver que los ‘políticos’ eran chicos improvisados que tomaban como pedigrí uno o dos lustros de ejercicio burocrático. Por ejemplo, Santiago Creel llegó a la Secretaría de Gobernación desde una diputación federal de caballito sin antecedente alguno en tareas políticas y luego de fracasar en su intento de ser candidato de su partido a la Presidencia de la República, presumió de una trayectoria política que jamás tuvo o tendrá.

Se le hacía chico el mar...

Así Videgaray. De empleado sumiso de Pedro Aspe en sus empresas financieras, dio un saltó a la arena pública, no para hacer política; sino para operar los grandes fraudes y colosales transas que llevaron a su presunto jefe a ocupar la Presidencia, y, desde ahí, seguir medrando, independientemente de que su soberbia e ignorancia en asuntos de Estado lo llevó a hundir la economía nacional en una de las más severas crisis de que se tenga memoria, comparable a la moratoria del 82 y el error de diciembre del 94.

El desprecio de Videgaray por la política lo llevó a dar a luz a una reforma fiscal regresiva, que, aparte de elevar el Impuesto al Valor Agregado del 15 al 16 por ciento, afectó esencialmente a la economía popular; pero, además, alegando durante una comparecencia en la Cámara de Diputados que el IVA de 11% en la frontera era injusto y no mostraba un beneficio real en la recaudación, lo elevó hasta el 16%.

La Suprema Corte avaló el desaguisado, pues bien se sabe que no había poder humano contra don Luis.

Fue coautor y promotor del Pacto por México y de la serie de reformas estructurales que dieron al traste con el proyecto de nación y pusieron a disposición de las poderosas corporaciones transnacionales los recursos del país, especialmente la riqueza del subsuelo y los servicios esenciales. La más lesiva de estas reformas fue la energética, que acrecentó de manera muy significativa la dependencia del país en materia energética, supeditándola a las estrategias de seguridad energética del vecino país del norte.

Su torpeza en el manejo de las finanzas fue tan grave que, de la mano de su antecesor en el cargo y luego presidente del Banco de México, Agustín Carstens, elevaron las tasas de interés, hicieron crecer la inflación, devaluaron la moneda nacional en un cien por ciento y casi duplicaron la deuda externa, mientras el gasto gubernamental, el dispendio y el favoritismo a empresarios coludidos se acrecentaba. Al mismo tiempo dejaron a los gobernadores de los estados contratar deudas muy difíciles de saldar.

Algunos de ellos, ampliamente conocidos. Aún antes de terminar el sexenio de Peña Nieto ya se sabía que los Gobernadores de Veracruz, Quintana Roo, Chihuahua, Durango, Nuevo León, Sonora Coahuila, entre otros las incrementaron en (según datos de los estados y de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público SHCP) 186 mil 535.7 millones de pesos respecto a la que recibieron al llegar al poder. Luego aparecería el resto, sobre los que ya está cayendo la espada de la justicia por su cinismo y corrupción.

Llega Lozoya y con él pueden desatarse el nudo gordiano, la complicidad y los pactos de silencio que fueron signados por los pillos que dejaron temblando al Anáhuac y a los aborígenes en condiciones tan precarias que a duras penas han logrado sobrevivir después del saqueo, agravado por la pandemia. Vale decir que todos los casos en que se señala corrupción durante el régimen de Peña, llevan a Videgaray. Cuando fue chispado de la Secretaría de Hacienda, se dejó la barba, ahora a ver con qué monería sale.

Como exsecretario de Hacienda y exmiembro del Consejo de Administración de Pemex, Videgaray habría dado el visto bueno a los desfalcos en la petrolera por la compra de dos plantas chatarra (Agro Nitrogenados y Fertinal) entre 2013 y 2015, además de haber orquestado la llamada Operación Safiro de César Duarte, a fin de allegar recursos financieros para el Partido Revolucionario Institucional en las elecciones presidenciales de 2018. Dicen que la justicia divina tarda; pero llega. Quizá ya es el tiempo.