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Suerte te dé Dios

En la época reciente, Fintech 3.0, aparece Google, bitcoin y el mundo de las startups basadas en nuevas tecnologías cómo Big Data, Open Platforms y APIs, Mobile & Apps, Cloud Computing, Machine Learning, etc

Nada de lo que ocurre en México es consecuencia del azar o de la improvisación; sin embargo, aún así es aplicable el viejo y conocido refrán de “Suerte te dé Dios, que el saber poco te importe”. Para nadie es de desconocido que la educación en México es un desastre inducido desde las instancias de poder a efecto de generar mano de obra pobremente clasificada y peor pagada que moviera la producción de la industria maquiladora de exportación. Dice un prestigiado maestro que los profesores se volvieron niños.

De esta manera, las grandes oportunidades que se habían presentado con la cuarta revolución industrial, esto es la la tecnología cibernética, llegan de rebote y los mexicanos son usuarios, no creadores de algo que destacar en este ramo, fuera de pequeños circuitos impresos para juguetes que son tomados como ejemplos de creación robótica. Dado que el conocimiento es como el caudal de un río, no se puede detener, es que las nuevas generaciones han aprendido por su cuenta a manejar los equipos comunes y hasta los sofisticados.

Suerte te dé Dios

Así, un elevado número de jóvenes profesionistas se han abierto camino en el mundo empresarial como operadores de equipos que emergen de la CRI, especialmente los que tienen que ver con la tecnología Fintech, contracción de las palabras inglesas ‘finance’ y ‘technology’, que engloban los servicios de las empresas del sector financiero que utilizan las nuevas tecnologías para crear una serie de productos financieros innovadores que pronto habrán de convertirse en el pan nuestro de cada día en todo el orbe.

Para dar un poco de luz al respecto, especialmente a quienes permanecen ajenos a estos avances, hay que señalar que una empresa Fintech es aquella que busca mejorar los servicios financieros existentes por medio del uso de la tecnología. En la primera etapa, conocida como Fintech 1.0, aparecieron las computadoras en sucursales bancarias, los cajeros automáticos, las terminales punto de venta que permitieron el uso de tarjetas de crédito en sustitución del efectivo y el trading electrónico. En la segunda etapa, Fintech 2.0, aparece el internet y las páginas web, la banca electrónica. En la época reciente, Fintech 3.0, aparece Google, bitcoin y el mundo de las startups basadas en nuevas tecnologías cómo Big Data, Open Platforms y APIs, Mobile & Apps, Cloud Computing, Machine Learning, etc.

Por su propia dinámica, las fintech no iban a detenerse en los avances logrados y propuestos en el año del 2018; pero, vino a resultar que la aparición del Coronavirus y la pandemia que ha obligado a un confinamiento obligado en todo el planeta, ha acelerado su desarrollo y ahora, más que nunca antes, se han convertido en un instrumento de la mayor utilidad en todo el universo. De hecho, gracias a este nuevo tipo de empresas, el mundo no se ha detenido ni se detendrá, pase lo que pase en tiempo futuro.

A los servicios financieros propiamente dichos, en los cuales las Fintech participan activamente: pagos, envío de remesas, préstamos, gestión financiera empresarial y personal, crowdfunding, seguros, trading y mercados financieros, gestión patrimonial, banca digital, identidad y fraude, así como tecnología para entidades financieras, habrá que agregar la gestión integral de servicios ordinarios, y la operación de sistemas a larga distancia. Es ahí donde México tienen un campo ilimitado de oportunidades de negocio.

Al día de hoy, según los reportes dados a conocer por Fintech Radar México, en el país, en 2019, había 394 empresas Fintech, el ecosistema más grande en América Latina, seguido de cerca por Brasil con 380 empresas Fintech. La Ciudad de México es el mayor centro de innovación financiera siendo la ciudad origen del 53% de las operaciones que se realizan a través de este sistema de alta tecnología, seguida por Monterrey con 15% y Guadalajara con 11%. En el resto del país se aprestan a su adopción.

Haciendo un recuento de hechos, habría que decir que México tiene un futuro promisorio, gracias a las medidas que se tomaron con antelación, durante y las que habrán de tomarse en la pandemia y la postpandemia: el combate a la corrupción, la cancelación de proyectos demenciales cuyo único fin era acrecentar la fortuna de los pillos amafiados al poder público, la canalización efectiva de recursos para aliviar las condiciones de miseria de las mayorías, la puesta en marcha de programas de desarrollo de gran porvenir y, finalmente, la conclusión de un tratado comercial enfocado al desarrollo compartido.

De destacarse es la sólida postura del gobierno mexicano para no caer en el garlito tendido por los organismo financieros internacionales para que el país se hundiera en el pozo sin fondo de la deuda.

Por ello, además de lo que se ha hecho, los aborígenes han contado con mucha suerte.