Editoriales > PLUMA INVITADA

Policías secuestradores

El infierno en vida y creado por aquellos cuyo trabajo es cuidarnos. Ironías de la vida

"Pasaban las doce de la noche cuando salí de trabajar. Iba sobre el Periférico a la altura de Toreo Cuatro Caminos cuando una patrulla del Estado de México me pidió detenerme.

"¿Por qué anda en la calle a esta hora? ¿Por qué maneja de manera sospechosa? ¿Viene tomado? ¿Trae alguna sustancia ilícita en su coche? Por favor bájese y ábrame la cajuela. Le entregué mi identificación, mis papeles. No tenía nada que esconder. Tres policías más llegaron.

Policías secuestradores

"Segundos después sentí que otra persona me tomó por el cuello, me jaló hacia la patrulla. Llegaron dos oficiales más. Me metieron en el asiento trasero de la patrulla, me pidieron que me agachara y me empujaron al piso. Mi cabeza quedó casi en el piso detrás del asiento del conductor. Encima de mí, dos policías comenzaron a golpearme al tiempo que uno jaló mis brazos para esposarme.

"Otro policía, en el asiento del copiloto, comenzó a patearme a la altura de la cintura, de costado. Uno de ellos comenzó a decirme muchas cosas, primero que ‘alguien’ me había puesto, que yo sabía que ‘algo’ había hecho y que me iban a llevar con el ‘jefe’, que eran de la Unión Tepito y que iban a pedir por mí tres millones de pesos y que ‘ya había valido’.

"Se trataba de un secuestro. Me pidieron la clave del celular y hablaron al último número marcado. Mi novia contestó".

José me narra las siguientes 5 horas de horror. Citaron a sus familiares para que llevaran las bolsas con el dinero que habían podido conseguir. "Mientras coordinaban las entregas, me pedían las claves de mis tarjetas", relata.

El infierno en vida y creado por aquellos cuyo trabajo es cuidarnos. Ironías de la vida.

Cifras de la Envipe arrojan que las policías estatales ocupan el quinto lugar de autoridades con mayor percepción de corrupción (65%). Las policías preventivas municipales ocupan el tercer lugar de autoridades con más percepción de corrupción (casi 70%).

Entre la impotencia, lo más doloroso del secuestro de José fue el abuso de autoridad y confianza. Aquellos quienes nos deben cuidar son quienes secuestran, roban y extorsionan.

¿Cómo podemos crear un Estado de Derecho si la mayoría de la población no confía en las policías e historias como estas son más comunes de lo que pensamos? La prioridad de seguridad no está en las acciones reactivas que se han vuelto el denominador común en las estrategias de políticos y autoridades. Ya es momento de voltear a ver dentro de las instituciones. Muchas están podridas y corroídas. Si no las revisamos, sino las cambiamos, será imposible combatir la violencia e inseguridad...