Editoriales > ARTÍCULO DE FONDO

Poderoso caballero

Seguramente el “respetable” aplaudirá y es probable que los damnificados ni siquiera metan las manos, pero ello no exenta de hacer por lo menos dos comentarios. Porque el tema no es menor. 

La fracción parlamentaria de Morena en la Cámara de Diputados presentó formalmente el 5 de marzo la anunciada iniciativa para reducir en 50 por ciento el financiamiento a los partidos políticos. En lugar de multiplicar los ciudadanos inscritos en el padrón por el 65 por ciento del valor diario de la Unidad de Medida y Actualización (UMA), ahora se multiplicaría solo por el 32.5%. Un buen castigo a esas “figuras horribles”. 

Poderoso caballero

Hay, sin embargo, por lo menos dos dimensiones que valdría la pena tomar en cuenta: a) una de carácter general y b) una coyuntural. A) No hay política sin dinero, y eso lo sabe o lo debería saber cualquiera. Y más que exorcistas lo que se requiere es responder con realismo a una pregunta básica: ¿de dónde deben salir los recursos para alimentar la actividad de los partidos (sin los cuales, aunque sean feúchos, no hay democracia)? Y solo hay dos grandes fuentes: públicas y privadas. 

En México se optó, en su momento, por hacer a la primera preeminente por razones que vale la pena reiterar: son recursos transparentes, se conoce cuándo y cuánto se le entrega a cada uno de los partidos y es relativamente sencillo seguir su curso. 

En nuestro caso, sirvieron además para equilibrar la cancha de juego. Fue a partir de 1996, cuando se incrementó sustancialmente el financiamiento público, que los partidos pudieron competir en forma más o menos equitativa. Y siempre se ha pensado que ese financiamiento podía hacer a los partidos menos vulnerables a las presiones de los señores del dinero. 

Son consideraciones de carácter general, quizá buenas para ayer, hoy y mañana, lo que no quiere decir que no se puedan y deban hacer ajustes a la baja. B) Pero solo desde el mirador de la ingenuidad y/o la piadosa buena voluntad es posible no reparar en la coyuntura en que se dará el potente recorte al financiamiento de los partidos y los eventuales efectos políticos que probablemente tendrá. Para nadie es un secreto que el 70 por ciento del financiamiento está ligado al porcentaje de la votación que cada partido obtiene (el 30% se reparte de manera igualitaria). 

En 2018, dada la votación de 2015, el porcentaje del financiamiento que cada partido recibió fue el siguiente: PAN 22.77%; PRI 31.64; PRD 11.74; PVEM 7.49; PT 3.11; MC 6.60; Panal 4.03; Morena 9.03 y PES 3.58. Y para 2019, según los resultados de 2018, el porcentaje para cada uno es el siguiente: PAN 19.90; PRI 18.39; PRD 5.87; PVEM 5.33; PT 4.37; MC 4.91; Morena 41.24. Esas cifras relativas quizá no den cabal idea de lo que significará el eventual impacto de la reforma en las finanzas de cada uno de los partidos. 

Por lo que es necesario conjugar cifras relativas y absolutas. La partida más importante, como se sabe, es la llamada “financiamiento para actividades ordinarias” (base, además, de los cálculos de los demás rubros de financiamiento). 

Y si lo que hoy se propone ya hubiese existido cuando se aprobó el Presupuesto de Egresos de la Federación todos los partidos hubieran visto descender considerablemente sus recursos de un año para otro, salvo uno. 

Veamos: El PAN hubiese recibido de 2018 a 2019 48% menos (de 828 millones a 430.3), el PRI 63% menos (de1,095 a 405.5), el PRD 40% (de 496 a 298.5), PVEM 49% (de 369 a 189.5), PT 27% (de 237 a 173.5), MC 47% (de 342 a 182.5). Y solo Morena hubiera tenido un incremento considerable del 89% (de 415 a 784). Es decir, si bien todos y cada uno hubieran sufrido el mismo decremento del 50 por ciento, su impacto en las finanzas de los partidos sería claramente diferenciado dada la nueva correlación de fuerzas. 

Cero pesos para las organizaciones no gubernamentales, disminución del presupuesto de todos los organismos públicos autónomos y recorte draconiano al financiamiento a los partidos. ¿Habrá algo en común en esas tres operaciones?