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Molestia social

Lo que bien inicia, bien termina, dice el refrán popular. ¿Cómo empezamos el nuevo año? Tanto la pregunta como la respuesta son subjetivas

Lo que bien inicia, bien termina, dice el refrán popular. ¿Cómo empezamos el nuevo año? Tanto la pregunta como la respuesta son subjetivas. Claramente para algunos, muy bien, pero para la gran mayoría, no tan bien. Seguramente el entorno económico que se avecina, así como la nueva administración de gobierno de EU, que habrá de empezar funciones el próximo 20 de enero, no son buenas noticias para los mexicanos, en ningún sentido.

Si las redes sociales son un reflejo del ánimo y humor de la sociedad, podemos advertir que hay molestia social en buena parte del país, por diversas y buenas razones, en especial por el último incremento del precio de la gasolina, así como el desabasto que ha ocurrido en algunas ciudades importantes de la República.

Molestia social

En este tema, hay una justificada inconformidad social, por dos razones. En primer lugar, porque supuestamente uno de los beneficios de la reforma energética era precisamente la eventual reducción gradual en los precios del combustible. Nos dijeron que al menos ya no habría más gasolinazos. Y en segundo término, por lo alto del incremento que sumado a los anteriores, nos da como resultado final, un 50% arriba del precio de como arrancó la gasolina al inicio del actual gobierno. Si esta cifra la cruzamos con el incremento que ha tenido el salario mínimo, que ha sido de 28.4% en los últimos cuatro años, nos damos cuenta de que nuestro dinero, como producto de nuestro trabajo, es menor en capacidades adquisitivas. Trabajamos igual pero ganamos menos y nos alcanza para menos.

El incremento del precio de la gasolina condiciona toda la cadena productiva de la economía nacional. De ahí lo complejo del reciente incremento, que no es proporcional con el incremento de los salarios populares.

Si agregamos la depreciación del peso frente al dólar, que cerró en 2016 con un 19.92%, así como los incrementos de las tasas de interés y el casi nulo crecimiento económico que hemos tenido, nos encontramos ante un escenario complicado, porque ante la eventualidad de que el TLC sea renegociado y en algunos rubros se cancelen las oportunidades de negocios de las que México recibía beneficios en fuentes de empleo e ingreso, hay un desafío mayor, que debe ser resuelto con oportunidad y contundencia, para no seguir mermando las expectativas del desarrollo nacional.

Esto puede explicar parcialmente, el porqué de las notas que nos están otorgando las principales calificadoras financieras internacionales sobre nuestra economía que, a pesar de lo que se diga en el discurso oficial, se ve débil y no genera el entusiasmo necesario para recibir más inversión extranjera comprometida para generar más trabajos calificados.

Las percepciones sociales que manifiestan hartazgo son, en buena medida, reacciones naturales sobre los resultados que ofreció el gobierno concretar, al inicio de la gestión. Son resultados que, al menos en el imaginario social, nos dejan más incertidumbre que certezas y, muy importante, forma parte del descontento de la sociedad, porque aún a pesar de los escenarios y datos económicos que hay sobre la mesa, no se ha restringido, controlado o sancionado el dispendio del dinero público, que es escaso y primordial, para atender las primeras necesidades del pueblo.

2017 bien puede ser el año en que cambie el curso de la historia, si es que también cambian las decisiones que hagan del gasto público un instrumento de apoyo para atender los grandes problemas nacionales.

A todos los lectores de este espacio, les deseo un año nuevo de salud, bienestar y prosperidad. Felicidades.

(Académico por la UNAM)