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Los santones del derecho

En los tiempos aquellos se les llamaba los vaquetones, esto es, individuos puestos en determinadas posiciones política o ejecutivas para recibir andanadas sin inmutarse. Los lamentos y las mentadas les escurrían como gotas de roció en el caparazón de las tortugas. Su consuelo era que ganaban cuantiosos estipendios por no hacer nada. Estaban para evitar que la furia popular pudiera echar a perder la digestión de los encumbrados. Eran la pared que aislaba a la administración pública del ciudadano.

Cierto que la podredumbre institucional y la demolición del estado de derecho fueron avanzando durante el largo periodo del capitalismo salvaje, cuando los poderes del Estado estaban a la orden del poder económico; pero, la parte sustancial, quizá determinante, fue la acción de los agentes extranjeros que aplicaron sofisticados planes de penetración y desestabilización de los regímenes democráticos en toda la América indiana. En México fue el Plan Mérida, que aplicó diligentemente Roberta Jacobson.

Los santones del derecho

Esta iniciativa va encaminada a: "La Iniciativa Mérida es un acuerdo bilateral para la cooperación en materia de seguridad entre México y los Estados Unidos de América. La Iniciativa Mérida proporciona apoyo tangible a las instituciones mexicanas judiciales y de procuración de justicia, fortalece la seguridad fronteriza y ayuda a contrarrestar las actividades de organizaciones delictivas transnacionales y el comercio ilícito de estupefacientes. Desde 2009, Estados Unidos ha otorgado 1.8 mil millones de dólares en equipo, capacitación y asistencia en el desarrollo de capacidades al Gobierno de México".

Así, ha venido a resultar que el aparato de procuración y de administración de justicia ya no responden al mandato de la ley ni al interés de los mexicanos; sino que están al servicio de los poderes fácticos nacionales y extranjeros. Primero, fue la tierra, luego los factores de la producción, posteriormente el agua y seguramente que sigue el aire. La preponderancia del interés particular ha crecido a medida que el sistema judicial se ha puesto a su servicio, desatendiendo el interés público que privilegian las leyes.

Para apuntalar tal desaguisado, han salido de debajo de las piedras personajes convertidos en santones del Derecho, que no son capaces de arreglar ni un café con leche porque sus capacidades y su vocación no están hechas para el derecho, sino para lo chueco. Lo que está por saberse es si los Diegos, uno perverso de sí y el otro obtuso, García Ramírez, Ramón Cossío, a quienes, como dice la biblia, por sus obras los conoceréis, pueden borrar con sus garras sus colosales pifias en perjuicio de México. Quizá no.+

Del más conocido, ni hablar, sus hazañas están por doquier. Fue el artífice de la usurpación de Salinas y de la alianza PRI-PAN que han fortalecido al régimen neoliberal a costa del hambre cotidiana de la nación mexicana. Sigue de bocón; pero, ni quien lo pele, como tampoco al otro, Diego Valadés Ríos, que se hizo célebre cuando dijo que le convenía más ser ministro de la Suprema Corte, cargo con mejor salario y de por vida, que Procurador, durante el régimen de Salinas, dejando un auténtico cochinero en la PGR, incluyendo el asesinato de Colosio, los secuestros de Alfredo Harp Helú y Ángel Losada Moreno, la exoneración de Carlos Hank González, la detención del subprocurador de Baja California, Sergio Ortiz Lara, de los que ni cuenta se dio por apapachar a su maestro Jorge Carpizo.

Sergio García Ramírez se hizo de prestigio, inclusive internacional; pero, todo lo echó por la borda cuando se prestó a ser comparsa y tapadera como consejero presidente del Instituto Federal Electoral del Caso Monex. Su inclusión en el IFE fue altamente cuestionada por los compromisos que tenía con el PRI; pero, él respondió que: "Yo debo responder a quienes tengan esa respetable cuestión en mente, no con palabras, sino con mi conducta. Yo me he comprometido, independientemente de esa trayectoria, a cumplir con la ley". Pos no; no sólo no vio la falta, sino que, además, impidió una multa para el PRI.

De Ramoncito Cossío Díaz, casi todo está dicho porque se empeña en seguir en el juego político por medio de textos que le publican algunos diarios; pero, no puede desligarse de sus fallos absurdos como ministro panista de la Suprema Corte en los casos de la Guardería ABC, de Florence Cassez, su excusa para no votar en la acción de inconstitucionalidad en la ley Televisa, la protección a Roberto Gil Zuarth por el despojo de tierras en Juchitán para un parque eólico, la exoneración del entonces gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto por el brutal asalto de sus fuerzas armadas a Atenco, etc.

Ora, no existe mayor aberración que lo dicho por Valadés: "Lo aprobado por la mayoría (del Congreso), no sólo es un acto inconstitucional, sino que afecta a las instituciones en el país". 

¿Qué no dijo en uno de sus libros que: "En la historia constitucional no ha existido institución alguna que no requiriera de ajustes periódicos. Las instituciones están sujetas a múltiples vicisitudes que hacen inevitable su permanente acoplamiento a los cambios culturales y que corrigen las desviaciones a las que siempre se encuentran expuestas". Lo menos que debería ofrecer es congruencia.