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La oportunidad la pintan calva

La maestra Chelita, apenas cumplidos los 17 años, fue enviada a la sierra Tarahumara a hacerse cargo de tres grupos en una escuela que tenía tres maestros, uno de ellos que fungía como director y que, por lo tanto, no daba clases.

La maestra Chelita, apenas cumplidos los 17 años, fue enviada a la sierra Tarahumara a hacerse cargo de tres grupos en una escuela que tenía tres maestros, uno de ellos que fungía como director y que, por lo tanto, no daba clases. ¿Cómo una jovencita citadina, de familias acomodadas ( su tía era en ese tiempo subsecretaria de Estado), decidió irse de maestra a Sahuarichic, en el estado de Chihuahua, un pueblo perdido?

Por vocación. Por purita vocación. Por ello, daba clases a mañana y tarde, y más tarde enseñaba deportes, baile regional y costura (hace unos tejidos primorosos). Por las noches, creó un grupo de gente mayor a la que enseñó a leer, escribir y algo de la gran historia nacional. Cuando se fue del lugar, el llanto duró mucho tiempo. Todavía, con harta frecuencia, la visitan los alumnos que educó con mucha disciplina, rigor y amor.

La oportunidad la pintan calva

En ese pueblo que ni en el mapa aparece, la escuela era el centro de la comunidad y los maestros una autoridad altamente respetada, como en la mayor parte del territorio de esta gran nación. Por ello, cuando el secretario de Educación, Aurelio Nuño Mayer dijo que: “Hoy lanzamos la primera de estas prioridades que hemos denominado el plan La Escuela al Centro. El objetivo de este esquema es mejorar la organización de la escuela para llevar la reforma educativa a las aulas”. Habló de devolver a la escuela su quehacer rector.

Explicó el secretario que: “Es común que los padres de familia no encuentren la manera de involucrarse activamente en las escuelas. Por otra parte, muchas veces los directores y maestros no tienen adónde acudir cuando necesitan acompañamiento técnico-pedagógico y apoyo en la gestión del plantel. De igual forma, las comunidades escolares carecen de flexibilidad y de los recursos económicos para resolver sus necesidades cotidianas”. Los planteles educativos son espacios poco aprovechados.

El gobierno federal ya hizo notar el bajo nivel de aprovechamiento de los espacios escolares y ha puesto en marcha un plan para remediarlo; pero, eso no basta. Forzoso es que el gobierno del estado, ahora que ha dado muestras de que tiene la intención y la voluntad necesarias para destrabar los nudos gordianos que se crearon al amparo de la tremenda corrupción que caracterizó a los regímenes previos, haga uso de las facultades y prerrogativas que le otorga la federalización educativa, para promover el uso integral de los planteles; para devolverles su vocación como centro comunitario.

La mayor parte de las escuelas operan 5 horas diarias, 5 días a la semana, con un titipuchal de días perdidos por angas o mangas. El resto, permanecen ociosas cuando no son utilizadas como bodegas para almacenar mercancía de todos tipos y géneros, legales o no. Luego, sería una gran ganancia que, bajo la tutela de los padres de familia organizados adecuadamente, se convirtieran en centros deportivos, lugares de reunión para eventos de carácter social, cultural, y, por qué no, en espacios donde los pequeños, alumnos o no, puedan jugar sin el peligro que actualmente representa la vía pública (cada vez menos pública), cuando menos hasta que las acciones del gobierno la rescaten.

Si, como se está demostrando, existe la intención de poner a Tamaulipas a la hora, bueno sería dar un fuerte empujón al plan La Escuela al Centro, para situar, nuevamente a la entidad en los cuernos de la luna, como pasó cuando en este estado, un venero de grandes maestros, se iniciaron los proyectos de las Matemáticas Modernas, los Juegos Infantiles Tradicionales, las Rondas Infantiles, los certámenes literarios u de oratoria.

Incorporar a los planes y programas de rescate de Tamaulipas, el cabal aprovechamiento de las escuelas, es sembrar en tierra fértil.

Ojalá el gobernador Francisco García Cabeza de Vaca haga suyo el discurso del secretario de Educación: “México vive un periodo excepcional en su historia. En la vida de una nación, son pocas las oportunidades de emprender una transformación tan fundamental como la que hoy experimenta nuestro sistema educativo. Los cambios son muchos, pero nuestro objetivo es solo uno: que todos los niños, niñas y jóvenes del país tengan la educación de calidad a la que el artículo tercero constitucional nos compromete”.

¡Ojalá que se atreva a ir más allá! Como aquella jovencita que tardaba cinco horas a caballo para llegar a su escuela.