Editoriales

La Casa del Tío Chueco

  • Por: ABEL OSEGUERA KERNION
  • 20 MAYO 2013
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Quizá muchos de acá de la frontera no hayan tenido la suerte de visitar un parque temático muy conocido de la capital mexicana.
En ese parque hay una casa en la cual niños y adultos pueden divertirse interactuando dentro de una cabaña de madera aparente, donde las cosas están desproporcionadas y debido a su construcción la percepción óptica obliga a percibir fenómenos que parecen imposibles.
Se trata de la Casa del Tío Chueco.
El agua cae hacia arriba, las cosas parecen estar en su lugar sin embargo la gravedad se comporta diferente.
El truco está en la construcción del edificio, donde todo está en ángulo inclinado, pero la decoración está fija aparentando que todo está normal.
Nuestro cerebro hace el resto, al percibir todo normal por la vinculación de objetos en posiciones normales con respecto a las paredes del edifico.
Así los visitantes encontramos muy divertido percibir fenómenos adversos a lo natural.

Bueno, hago esta referencia, para entrar a un tema que por su naturaleza utiliza los mismos métodos de los diseñadores de este parque de diversiones, pero lejos de servir para divertir al público sirve para ocultar el hecho de que el gobierno sigue protegiendo sólo a los más poderosos y empecinándose con el pueblo en general.
Me refiero a la intentona del gobierno federal de imponer IVA a alimentos y medicinas, a subir el IVA del 16 %al 19 %, y de vender parte de Pemex.

Si bien es cierto las administraciones públicas anteriores mantuvieron un gasto equilibrado del gobierno, cuidando que las cifras macroeconómicas se mantuvieran estables, también es cierto continuaron con políticas neoliberales para solo apoyar a los grandes empresarios, abandonando a la mayoría de los pequeños y medianos.
Sobre los primeros hubo rescates bancarios, refinanciación, e instituciones como Bancomext o Nafinsa estuvieron a sus órdenes, sirviendo para sanear sus deudas y hacer que el gobierno las absorbiera.
Para los segundos, aquellos que son la mayoría en México, que no cuentan con las relaciones políticas, que batallan cada semana para cubrir sus nóminas, que no tienen acceso a créditos justos, que enfrentan a la delincuencia en las calles, para ellos el trato es diametralmente opuesto.

Para ellos el acoso de la SHCP, del Seguro Social, del Infonavit de las autoridades federales y locales es parte de su agenda, de su costo fijo de operaciones.
Con esto el gobierno construye como la casa del Tío Chueco, la percepción de que sobre la base de la legalidad se está ejerciendo la administración pública.
Que el cumplimiento de la ley debe ser prioridad para el desarrollo ordenado del país.
Muchos se la creen.
Por eso no entienden cómo es posible que las cosas marchen tan mal.
No se dan cuenta de lo torcido del edificio gubernamental.

Mucho he dicho sobre la nefasta influencia de quienes llevan desde Salinas imponiendo en el gobierno, administradores afines a sus intereses.
Dondesolo su voluntad es ley.
El sector que como la casa antes mencionada, hace las veces más importante de apariencia de legalidad es el de las telecomunicaciones.
El gobierno sin ellos no puede aparentar nada.
Sabiendo esto los grandes consorcios televisivos se han apropiado del gobierno junto a otros clientes con quienes conforman un bloque publicitario.
Entiéndase también; controlan asociaciones de carácter empresarial.

Lo trascendental en toda esta trama es el hecho de que una gran mayoría de los mexicanos no perciben este nefasto juego.
Están tan sumidos en sus problemas cotidianos mientras son bombardeados todos los días por los medios de comunicación, que siguen ilusionados ante la aparente legalidad y justicia ejercidas desde la responsabilidad administrativa del gobierno.
Los medios de comunicación electrónicos y algunos gráficos, les crean una cortina de humo llena de engaños y mala fe.

Ante este embate solo perciben como delincuentes a aquellos que secuestran, que roban, asesinan, cobran piso, mercadean con droga, etcétera.
Pero no pueden percibir que en cada recibo de teléfono fijo o celular están siendo despojados de más capital del que roban en las calles, que con cada recibo de luz están pagando de más por la asociación en generación eléctrica de empresas extranjeras.
No perciben que cada vez que ponen gasolina a su auto están pagando 90 centavos por cada peso de impuestos.
Esa cortina de humo les impide ver que el cemento que se produce en México y es parte de nuestra riqueza natural, se vende más caro a los mexicanos que al extranjero.
Que las grandes cadenas de comida chatarra están aniquilando a los negocios familiares.
Así también como los grandes almacenes, supermercados y farmacias.

En apariencia todo está bien en México, bueno muchos hasta se atreven a aseverarlo con respecto a la lucha contra la delincuencia de la administración pasada.
Pero de igual forma que la fuerza gravitatoria se hace presente en la casa del Tío Chueco, los números no mienten, el pobre crecimiento de la economía, el crecimiento del desempleo y la migración, la expulsión de empresarios al extranjero por la violencia, el empobrecimiento de la clase media, dan cuenta de esta gran mentira que estamos viviendo.

Otra muestra que nos sirve como referencia del papel torcido de la casa gubernamental es la condonación de impuestos a Televisa por 3,000 millones de pesos.
Y éste es uno de los más palpables ejemplos de la inclinación natural de los gobiernos neoliberales para beneficiar solo a las grandes corporaciones.

Tengo muchos amigos y conocidos que se la juegan en serio invirtiendo en México, batallando cada día para mantener sus empresas trabajando con eficiencia, creando fuentes de empleo, pero ninguno de ellos se ha visto beneficiado con algo como esto.

¿Cómo puede el gobierno pedir al pueblo comprensión en la aplicación de más impuestos o la venta de Pemex, si ejerce estas condonaciones? Televisa es solo un caso reciente, pero han existido muchos otros como la venta de Banamex, donde se condonaron 3,000 millones de dólares en impuestos.
¿Cómo pueden tener la desvergüenza de tales actos? La respuesta es muy sencilla; saben que la distorsión de estos actos ante la opinión popular es responsabilidad de quien se benefició en este caso.
La aplicaron lanzando una jugada de tres bandas.
El caso de corrupción de César Nava.
Con este caso, que además es real, descalifican al PAN en las próximas elecciones locales que se viven en varios Estados, muestran legalidad en el actuar del gobierno federal y distraen de la perspicacia de la condonación de impuestos a Televisa.

Desde el gobierno de Salinas, el ejercicio de la legalidad se ha estado convirtiendo en un traje a la medida de los intereses de un pequeño grupo de hombres de negocios.
La modificación de leyes fiscales y de concesiones gubernamentales, están al servicio de los mismos.
En otras épocas veíamos cómo nacían empresarios sexenales, cosa de por sí mala, pero ahora son los gobiernos los que se erigen desde el interés de unos cuantos.
Desde la constitución de un sistema electoral bastante moldeado, como en lo antes mencionado, para constituir gobiernos amigables a sus intereses.

Como la casa del Tío Chueco nuestro gobierno se debe a las ilusiones mediáticas ordenadas para mantener a la sociedad dentro del redil de una gran mentira a punto de colapsar, alcanzada por sectores de la sociedad, como son estudiantes, y sobre todo la clase media empresarial, que comienza a identificar la naturaleza del orden oligárquico y su efectos.
El creciente uso del Internet como herramienta con ciertas libertades de información, permiten revelar poco a poco toda esta maraña de intereses y corruptelas.

El caso de César Nava es también una muestra de la corrupción ejercida desde una prominente empresa transnacional alemana, quien a base de sobornos evitó el pago de multas y recargos por el incumplimiento de obra en la refinería de Cadereyta.
Sin embargo sirvió a Televisa para desviar la atención de su maniobra fiscal.
Al fin y al cabo en gran medida el éxito electoral de muchos políticos se les debe a ellos y a sus asociados.




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