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Hora de orar

Dos noticias, cada una de ellas espeluznante de por sí, dieron una fuerte sacudida al mundo abriéndose paso entre la mañana de notas de poco significado: El triunfo del neofascista Jair Bolsonaro en Brasil y el anuncio del retiro de la canciller alemana, Ángela Merkel, líder de Europa, de la política que es su vida, su pasión y el espacio en donde mejor brilla su talento indiscutible. Si una noticia fue mala, la otra resultó peor.

Bolsonaro, exmilitar de 63 años que niega que vaya a dirigir un gobierno autoritario, resume su filosofía en frases que son coreadas por sus seguidores: “Yo soy favorable a la tortura, tú lo sabes”, “A través del voto, no va a cambiar nada en este país”, “Los afrodescendientes ¡No hacen nada! Creo que ni para procrear sirven más”, “Yo dije que no iba a violarla a usted porque usted no se lo merece”, “Si el hijo empieza a estar así medio gay, lleva una zurra y cambia su comportamiento”, “Fueron cuatro hombres, con la quinta fallé y salió mujer”, “Si puedo no pagar impuestos, no pago”. Así es JB.

Hora de orar

Bolsonaro no es un radical improvisado o una rara avis; su ideario viene desde lo más hondo de la política geoestratégica del cono sur de la América indiana, que empezó a concretarse con los ejercicios militares de 2017 que realizaron los Ejércitos de Brasil, Colombia y Perú con el nombre AmazonLog 17, bajo el pretexto de ensayar acciones en situaciones de emergencia humanitaria. Estos eventos tuvieron el apoyo de EU, y se llevaron a cabo en Tabatinga, localidad del estado brasileño de Amazonas, en donde se tiene previsto la instalación de una base logística multinacional integrada para la coordinación de las actividades. En el acto participarán mil 550 efectivos brasileños, 150 colombianos y 120 peruanos, a los que se sumaron observadores de 19 ejércitos.

El asunto es que varios países consideran a la enorme extensión de tierras fértiles y muy ricas en materias primas y recursos naturales, conocida como la Amazonia, una tierra de nadie, en la que se pretende establecer un dominio utilitario que explote al máximo sus riquezas, sin importar el daño que se cause a ese pulmón del planeta. En los últimos diez años hubo resistencia por parte de los gobiernos civiles y por ello es que ahora se busca la llegada de los militares, aunque no estén en el servicio activo.

Por otra parte, tras el triunfo de la derecha neonazi que logró colocarse como la tercera fuerza política teutona con el triunfo del partido nacionalista Alternativa para Alemania (AfD) que ganó sus primeros escaños en el Parlamento, la canciller de hierro y pilar de estabilidad y certidumbre en un mundo que navega por aguas inexploradas, Ángela Merkel, ha decidido que terminará su periodo y se retirará definitivamente de la política, tanto como líder de la alianza de partidos progresistas, como del gobierno.

Considerada por amigos y enemigos como la líder del mundo occidental y la defensora de las alianzas trasatlánticas y el multilateralismo, fue perfectamente definida por Ivan Vejvoda, director del proyecto de Europa en el Instituto de Ciencias Humanas de Viena: “Merkel se ha visto forzada con cierta renuencia a fungir como la defensora más franca del orden democrático liberal en Occidente, mientras que también se involucra en la realpolitik (política basada en acciones prácticas y concretas), buscando cómo resolver los desafíos mundiales pendientes”.

Agregó que: “Suele discutir con Trump por el comercio y el clima; con el presidente de Rusia, Vladimir Putin, por la anexión de Crimea y las sanciones económicas, y con el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, por los derechos humanos y la migración”. Ayer, esta dama de prendas notables, dio los primeros pasos para alejarse de la vida política, al anunciar que dejará el liderazgo de su partido y que no buscará la reelección al cargo cuando termine su actual mandato, en 2021.

Definitivamente, se van los buenos y llegan los malos. Ha llegado la hora de orar.