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Hora de cerrar filas

La beligerancia del gobierno de los Estados Unidos, cuyo presidente acaba de lanzar la absurda amenaza de imponer una escala progresiva de aranceles si México no obedece su mandato de cerrar sus fronteras a la migración que las leyes de ese país propician, obliga a los aborígenes a cerrar filas en torno a la autoridad constitucional que, además, está avalada por la potestad moral que le reconocen propios y extraños. México vuelve a brillar intensamente en la escena mundial.

La facultad del presidente de la nación más poderosa del planeta para tomar medidas tan cuestionable es un asunto que corresponde analizar al pueblo norteamericano y los poderes de la Unión Americana a fin de actuar en consecuencia; pero, en el terreno de la diplomacia y del respeto que las naciones soberanas se deben entre sí, es inadmisible que un gobierno amenace a otro con medidas unilaterales que lesionan las relaciones de todo género bordadas en el tiempo.

Hora de cerrar filas

La actitud del gobierno mexicano, manifestada por voz de su canciller, Marcelo Ebrard, no sólo es digna sino encomiable y requiere del apoyo y la solidaridad de todos los que en esta tierra han nacido o han encontrado abrigo y un modo honesto de ganarse la vida. Expresó Ebrard que: "México no actúa sobre la base de las amenazas ni de las presiones". Antes, en el siglo XIX, otro patriota dijo: "Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz".

Son muchas y muy autorizadas las voces que aseguran que las caravanas de migrantes originarios de Centroamérica, primero, y de otros países, después, son ardid mediático de algunos políticos que buscan sembrar miedo entre sectores radicales del electorado norteamericano con vista a los comicios del año próximo en que se renovará la presidencia y otros poderes federales. Basan sus argumentos en el hecho real de que la migración, que ha existido siempre, era silenciosa y ahora abierta, como buscando hacer ruido para crear un fenómeno que amenace el american way of life.

El argumento de que la afluencia de centroamericanos hacia el territorio americano es ilegal, tiene sus asegunes, dado que, informes proporcionados por Kevin McAleenan, Comisionado de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, en el mes de marzo pasado se registraron 100.000 detenciones en la frontera de personas que había cruzado sin documentos, el número mensual más alto en más de una década; pero, de esos detenidos, 90.000 personas podrán permanecer en Estados Unidos mientras se procesan sus solicitudes de asilo. ¿Dónde está, pues, el problema?

No es la primera vez que se dan esos desencuentros, y no es la primera vez que el gobierno de México debe asumir una postura digna y congruente. Durante las administraciones de Díaz Ordaz y Nixon, éste le dijo a aquel que México era el trampolín de las drogas que estaba inundando a su país y don Gustavo le contesto que la solución era muy fácil: "Cierre usted la alberca y el trampolín desaparecerá solo". Ahora, dejen de ofrecer asilo y refugio indiscriminado y el problema se acaba.

Si dentro del juego de la lógica, la ley y la razón no se llega a un entendimiento, entonces hay que recurrir a la voz de los poderosos intereses comerciales. El presidente Trump parece tener la intención de darse un balazo en el pie cuando dice que impondrá aranceles progresivos a las exportaciones de México a territorio americano. Quizá no está enterado de la realidad lamentable del intercambio comercial entrambos países. Su antecesor, Bill Clinton reconoció que el libre comercio habría de beneficiar a la élite poderosa, cuyos caudales han crecido escandalosamente.

Durante el año pasado, el saldo del intercambio comercial entre México y los Estados Unidos, fue deficitario. Según informes cruzados del Servicio de Administración Tributaria, la Secretaría de Economía, el Banco de México y el Instituto Nacional de Geografía y Estadística, el saldo total de las importaciones fue de 464 mil 277 millones de dólares, monto mayor en 10.4 por ciento al observado en 2017. 

Mientras el de las exportaciones creció 10.1 por ciento para alcanzar 450 mil 572 millones de dólares. El déficit de exportación mexicana fue de 13 mil, 705 millones de dólares.

No hay, pues, más que unirse incondicionalmente en torno al gobierno de la 4ª. Transformación.