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Victoria, una ciudad muerta

Por más que algunos se esfuercen por engañar a la gente con sonrisas falsas y otros con ocultar la realidad económica y de inseguridad que vive la capital, lo cierto es que Victoria está mal, muy mal. 

Porque, hay que decirlo, aunque en un lapso de dos horas la Procuraduría informaba ya resultados sobre el caso de la Preparatoria Federalizada, todos sabemos que la situación es más compleja de lo que leemos en medios.

Victoria, una ciudad muerta

Y es que más allá de la responsabilidad compartida que constitucionalmente tienen federación, estado y municipio, creo que la administración pública municipal ha sido “de papel” en ese tema como en otros muchos. 

Estimo que no hay una visión integral, y que falta mucha creatividad: tanto jurídica como de otros rubros, hace falta talento; pero sobre todo sensibilidad en quienes ejercen las más altas responsabilidades en el municipio.

¿Qué pasa, por ejemplo, en materia de transparencia? ¿Qué pasa con los absurdos criterios para ejercer el gasto público municipal? 

Y no hablo del típico ejemplo de por qué Banda MS en vez de arreglar semáforos: ¿Qué está pasando en el panteón municipal? ¿Más y más corrupción? 

¿Alguna inversión que venga? Por Dios. ¿Cuándo terminará el problema de desabasto de agua en esas más de 40 colonias que lo sufren día con día?

¿Podríamos considerar a Victoria un Municipio Muerto?

El escritor Mauricio Merino describe el concepto “Municipio Muerto”, como aquel que no es capaz de enfrentar las dificultades de las grandes aglomeraciones urbanas ni tampoco para paliar las desgracias de los pueblos más pobres. 

Pero, que sí sirve en cambio, para seguir haciendo clientelas políticas, para hacer buenos negocios y para cubrir con el manto de autoridad pública decisiones preñadas de corrupción.

De acuerdo a esa concepción, Victoria sería una ciudad muerta. Considero que no lo está, pero que es innegable su gravísima enfermedad.