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¿Vamos por el camino correcto?

Cuando se empujaban y construían los sistemas anticorrupción, tanto el nacional como los estatales, la ciudadanía dejó claro algo: que era necesario frenar la enorme corrupción que existe.  

Hoy, a pesar de los esfuerzos de organizaciones civiles, el sistema nacional anticorrupción sigue sin tener todas sus piezas, y la mayoría de los sistemas estatales, aunque ya completos, apenas dan sus primeros pasos. 

¿Vamos por el camino correcto?

¿Crees que vamos por el camino correcto, Torre?, me pregunto hace días un colega. ¡Híjole!. Tan subjetiva la pregunta, como vaga mi respuesta: “Creo que sí”, le dije. 

Y aunque como dije: “creo que sí”, también es cierto -porque se nota, y de lejos-, que hay una resistencia porque florezcan los sistemas anticorrupción, tanto el nacional como los estatales. 

Si existiera absoluta voluntad política del presidente y de los gobernadores, tendríamos más rápido de lo que pudiera pensarse, unidades de inteligencia anticorrupción con tecnología y capital humano de clase mundial. 

Como me dijo un amigo hace algunos días hablando del tema de inseguridad: Imagínate si en el combate a la inseguridad se empleara el mismo rigor, capacidad técnica, tecnología y disciplina que se estila en el SAT en materia de recaudación… Y entre risas irónicas, concluimos que tendríamos paz. Bueno, estimo que lo mismo pasa con el combate a la corrupción. 

La gente necesita seguir insistiendo, seguir exhibiendo, seguir enojada; la creación de los Sistemas Anticorrupción no era el fin del camino, al contrario, era solo el inicio, caray. 

Sin sociedad exigente no hubiera habido sistemas anticorrupción, como también, los sistemas no caminarán sin sociedad: Si se pretende que el combate a la corrupción resida en Sistemas Anticorrupción tan sólidos como lo es el SAT, se necesita mucho más presión de la sociedad, hay que enfocar inteligentemente.