La Saliva del Diablo, una maldición

Tengo que acordarme
Andábamos mi mujer y yo de luna de miel en Acapulco, hará cosa de unos 23 años y meses, yo tenía mucha resistencia, bebía como esponja, me metía las conocidas ampolletas, las Coronitas acompañadas de mi tequilita hornitos, pa que amarre, le decía al mesero, y desde temprana hora, comenzaba a empinar el codo, no era un mala copa, no lo era, al menos que apareciera mi celotipia infernal, esa tarde, en un atardecer precioso, fuera de serie, unas costeñas comenzaron a hacerle trencitas a mi esposa y entre trenza y trenza, yo me atascaba de cerveza y tequila, hasta que llegó el momento en que el alcohol comenzó a dañarme el sano juicio, si es que lo tenía, comencé a hablar puras estupideces, a desvirtuar la realidad, haciéndome el chistosito, me acuerdo que a las dos chamaquitas, les ofrecí ponerles un negocio en Chihuahua, yo, en mi borrachera, ya me hacía lleno de franquicias con negocios para hacer trencitas, tipo Bo Derek, mi mujer, a sus 21 años, nomás se reía de la serie de estupideces que yo decía y más aún, que yo me las creía; en esos años, yo ya tenía un serio problema por mi manera de beber y por mi fuerte dependencia a la cocaína.
Atrofiado por el exagerado consumo de alcohol
Mi dependencia, era por inercia, apenas si me sentaba en la mesa de un restaurante, dejaba que mi esposa, pidiera y después pedía yo, comenzaba con mi Coronita y mi copa coñaquera de tequila, uno tras otro, luego, para acompañar la carne, el corte de carne que ni lo probaba, pedía vino tinto, Del Casillero del Diablo, de la Alta Rioja, a veces chilenos, argentinos y mexicanos, luego, ya a medios tonos, me lucía pidiendo un Sol y Sombra, que es coñac y chinchón, acompañado de un puro Montecristo, de ahí, iba directito al baño a vomitar, muchas veces, vomitaba hasta sangre, de regreso pedía mi vodka tonic, ya habrás de imaginarte mis diálogos, mis panchos y mis actitudes contra mi esposa, así eran los lunes y todos los días de la semana; una noche, ya borracho, entramos a una discoteca, la de moda en Acapulco, una de las especialidades, eran las llamadas cucarachas, era coñac ahumado, es decir, le prenden fuego a la copa coñaquera grande y esperas a que se enfrié y te la tomas, no sé cuántas cucarachas me tomé, lo que sí sé, es que me puse como loco, me llené de celos y dejé a mi esposa sola, la humillé, la ofendí, la denigré, y me salí del lugar, borracho y loco.
Un trato que no cumplí
Mi esposa harta de mis borracheras, de mis ataques de celos, me dijo que hiciera algo con mi alcoholismo, ella comenzó a ir a un grupo de Alanon, yo aparenté entrarle y también fui a un grupo de AA, muchas veces me metí al baño a drogarme inhalando cocaína mientras se desarrollaba la junta, el alcohol, me robó la vida, me arrebató un cumulo de oportunidades, me secuestró, entré en depresión, me quedé solo, mi mujer me abandonó infinidad de veces, me corrieron de mi trabajo, perdí una fortuna, dejé de producir, de ser, si así se le puede llamar un alcohólico funcional y me convertí en un drogadicto disfuncional, no quería rehabilitarme, no aceptaba la ayuda de nadie, me ofrecí ir a un grupo de Alcohólicos anónimos, tenía un concepto equivocado de la fraternidad donde nací, entonces después de tantas promesas, me interné en Oceánica, la clínica más cara en el mundo para rehabilitación y tratamiento de las adicciones, duré 35 días en el proceso, más una semana en el rancho Las Moras y otros tantos en Mazatlán, con grandes planes, grandes propósitos, el primer día que llegamos a la ciudad de México, fuimos a visitar a mi cuñado y de entrada me regaló un pasesote de cocaína, me dijo, eso de alcohólicos anónimos, son puras jaladas, y así fue, tapé la botella, pero me prendí de la cocaína y comencé a tocar fondo tras fondo, me volví loco, mis delirios de persecución, mis delirios auditivos, visuales, me robaron el sano juicio, era el puro huesito, ojeroso, amarillo, cansado y sin ilusiones, como dice la canción, y por supuesto, a escondidas de mi esposa, me atascaba de vodka. No quería, no podía dejar de consumir, yo era el más claro prototipo del mediocre. Muchas gracias por leerme y más por escribirme. ernestosalayandia@gmail.com Como siempre a tus órdenes 614-256-8520, sigue la huella en Twitter @teo_luna, búscame en Facebook, mis libros están a tus órdenes en crisiscreces.com
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