La alegría de vivir nos sostiene la esperanza

Amuchos les parece demasiado el tiempo que se nos pide estar distanciados de los demás, y resguardados en nuestros hogares, pues aparte de las semanas que ya pasaron, se estima que podría ser a mediados de mayo, sino es que hasta junio, cuando se podrán normalizar nuestras actividades. Sí, es cierto que ha sido un trastorno, algo para lo que no estábamos preparados emocionalmente, ni mentalmente y mucho menos, económicamente. Está aún por verse en los próximos meses, o el próximo año, que tan duro fue el “golpe” y que tanto tardará la economía en recuperarse. 

Ya pasamos un domingo de Pascua con los templos vacíos, cosa que jamás nos habíamos imaginado, pero ya pasó, cada uno en casa siguió el evento por su computadora, celular o televisión, y aquellos fuertes en su fe, lo vivieron más profundamente, esperanzados en poder de nuevo acudir a su parroquia y ¡comulgar! 

La alegría de vivir nos sostiene la esperanza

Por unas semanas más deberemos acatar las directivas de salud si queremos que esta pandemia no se quede mucho más tiempo del estimado por los expertos, con el entendimiento que los médicos, enfermeras y todo el personal de los centros de salud, requieren que sigamos evitando las aglomeraciones que propaguen el virus y lo más posible respetando las sanas distancias aun entre los familiares y amigos cercanos.

Entre los cientos de mensajes de aliento que circulan por las redes sociales, nuestra forma segura de comunicación en estos tiempos, recibí un poema de Alexis Valdés, ese simpático conductor de un programa nocturno, que siempre había visto haciendo comedia, hoy me sorprendía al hablar de esperanza, lo leí y lo envié en video a todos mis amigos por Facebook y WhatsApp, y aquí se los comparto íntegro, pues es algo que todos necesitamos considerar, sobre todo ahora que podemos empezar a desesperarnos:

“Cuando la tormenta pase y se amansen los caminos, y seamos sobrevivientes de un naufragio colectivo. Con el corazón lloroso y el destino bendecido, nos sentiremos dichosos tan sólo por estar vivos. Y le daremos un abrazo al primer desconocido y alabaremos la suerte de conservar un amigo. Y entonces recordaremos todo aquello que perdimos, y de una vez aprenderemos todo lo que no aprendimos. Ya no tendremos envidia, pues todos habrán sufrido, ya no tendremos desidia, seremos más compasivos. Valdrá más lo que es de todos, que lo jamás conseguido. 

Seremos más generosos y mucho más comprometidos. Entenderemos lo frágil que significa estar vivos. Sudaremos empatía por quien está y por quien se ha ido. Extrañaremos al viejo que pedía un peso en el mercado, que no supimos su nombre y siempre estuvo a tu lado, nunca preguntaste el nombre porque estabas apurado, y quizá el viejo pobre, era tu Dios disfrazado. Y todo será un milagro y todo será un legado Y se respetará la vida, la vida que hemos ganado. Cuando la tormenta pase, te pido Dios, apenado, que nos devuelvas mejores, como nos habías soñado”.

¡Vive un día a la vez! ... ignite the moment!…Y recuerda que Dios te ama y yo también.

Mons. Juan Nicolau, Ph.D. STL, sacerdote jubilado de la Diócesis de Brownsville. Es psicoterapeuta familiar y consejero profesional con licencias.