Columnas > || DEL ABOGADO AMIGO ||

¡Hay que salir a votar!

El fortalecimiento democrático está en nuestras manos todos los días, no solo el día en que debemos elegir a nuestros representantes sino, diario. Sin embargo, el día “D”, como se le conoce coloquialmente, sin duda es el rey de la democracia: ¿Con qué solvencia moral exige un ciudadano que ni siquiera va a votar el día que debe hacerlo? 

¡Hay que salir a votar!

Votar, además, es más que un derecho, una obligación cívica. Debemos sentir el corazón latir más fuerte cada que hay elecciones, pues es, la oportunidad (derecho) y el deber (obligación) de contribuir a solidificar nuestra democracia que, dicho sea de paso, tiene muchas áreas de oportunidad aún. Nuestra libertad sería solo de papel si no fuéramos y votáramos con absoluta secrecía por quien cada uno de nosotros quiera hacerlo.

Como lo escribí alguna vez, no concuerdo con que hasta en las escuelas se ha enseñado a ver al voto más como un derecho (artículo 35 constitucional) que como una obligación (artículo 36 constitucional), y votar es, como dije, ambas cosas.

Es un derecho, porque el ciudadano tiene la prerrogativa de acudir a elegir libremente a quien quiere que lo represente; y lo segundo, porque está constreñido a participar por el régimen democrático en el que vivimos. Pero siempre se hace más énfasis en que es un derecho: la gente asocia el votar como un derecho, más que una obligación.

Considero que debe hacerse a un lado la costumbre de verlo y enseñarlo así. Debería hacerse hincapié desde su enseñanza, en que es una obligación, más allá de un derecho como tal.  

Debería permear desde el sector educativo, familiar y cultural en general, que votar es una obligación. Es muy importante el lenguaje del legislador: si desde su añeja incorporación al texto constitucional se pensó en dotar a la institución del voto con el carácter de obligatorio, ¡es precisamente por la suma importancia que reviste su ejercicio!

Por lo tanto, vote azul, tricolor, amarillo, morado, naranja o moreno, pero hágalo, debemos hacerlo. Es cumplir con una obligación constitucional, ya que en estricto sentido: al no hacerlo se vulnera a la constitución, en su artículo 36.

Y más allá de que no hay sanción si no votamos, pues al ser una de tantas normas imperfectas, créame, si no se levanta a votar no pasa absolutamente nada, mejor ponga Usted desde la ciudadanía el ejemplo: ¡Cumpla con el espíritu constitucional sobre la obligación de votar! Hágalo con libertad.