Columnas > EL MENSAJE EN LA BOTELLA

El empujón

Para quienes amamos la lectura, la papelería Moderna, en el cruce de Juan B. Chapa y Matamoros, es algo así como un rincón mágico. Encuentra uno ahí maravillas por leer. Ahí encontré tres libros de Germán Dehesa, de esos que ya no se encuentran en ningún lado. También encontré varios de los libros que publicaba Alfred Hitchcock por los años 60 con historias truculentas.

Si les gustan Dehesa y Hitchcock, ya ni vayan, ya me llevé todo lo que había.

El empujón

Gracias a la gentileza de su propietario, el señor Raúl Jiménez, estoy actualmente deleitándome con un libro exquisito: “Vida en familia”, de Giovanni Guareschi, escritor humorista italiano que ironiza sobre su vida familiar, pero muy profundo cuando la ocasión lo requiere.

En una de sus anécdotas que leí hace unos días, está el autor tratando de convencer a su aguerrida colaboradora doméstica (“Gio”, la colaboradora familiar que el destino ha esparcido sobre los escombros de nuestra casa”) de los beneficios de soñar despierto, para lo cual usa la analogía de “escribir su propia película” y le dice las siguientes palabras, que me parecieron similares en parte a mi historia-metáfora de Gepetto de la semana antepasada:

‘QUISIERA VIVIR ASÍ’

“Cada ser humano tiene en si tendencias y aspiraciones, convicciones, deseos, esperanzas, sentimientos, ambiciones, experiencias: todo eso debe constituir la base de la historia que tú quieres narrarte a ti misma. En el cerebro de cada ser normal está en elaboración, comenzando desde la edad de la razón, una serie de films titulada ‘Quisiera vivir así’. Films que son rodados, proyectados y modificados de continuo tras los acontecimientos grandes o pequeños en los que se ve envuelto el sujeto. Pero la trama general es siempre la misma. Recuerda que estos films tienen siempre dos espectadores: tú y tu subconsciente. Y el subconsciente no olvida nunca esos films y cuando sucede que tú, en la vida real, tienes la posibilidad de aproximarte al camino que recorres como protagonista de tus películas, te empuja a dar esas pequeñas vueltas o desviaciones que te ayudarán a llegar a aquel camino”.

Y esa es la cuestión. Como Gepetto y como afirma Guareschi, albergamos anhelos desde niños que nunca desaparecen del todo, aunque a nivel consciente parezca que a veces los olvidamos. El subconsciente nunca los olvida, son sueños “que siguen latiendo a la par de nuestro corazón”.

Entonces viene lo que yo le llamo “el empujón”. Esa situación que describe el citado autor, en donde la vida nos empuja en la dirección de nuestros sueños para que podamos realizarlos. Claro que, a veces, el empujón nos puede provocar temor u otras cosas. Por definición, un empujón puede ser algo desagradable. A nadie nos gusta que nos empujen y menos cuando estamos cómodos, cuando nos encontramos en nuestra zona de confort. 

UN GPS PERSONAL

En la última conferencia que les doy a mis alumnos en la universidad como parte del proyecto de desarrollo humano, les muestro la imagen de una carretera y les digo: “jóvenes, tienen un viaje que emprender. Esta imagen muestra lo que podrán encontrar en ese viaje. Pueden ver que hay un camino, que representa la dirección que han decidido tomar. Se ve el horizonte, que les ayuda a ver las enormes posibilidades que tienen por delante. Se ven montañas, para representar los desafíos que enfrentarán. Hay curvas en el camino, para recordarles que a veces tendrán que desviarse un poco, pero sin perder el rumbo. Y se ve follaje, flores, para recordarles que, de vez en cuando, se detengan a oler las rosas; a disfrutar el viaje mientras van de camino. Solo falta poner ahí la imagen de ustedes mismos, para demostrar su compromiso con su propio viaje, con su propio sueño”.

Y en ese viaje, los sueños son ese GPS infalible que nos ayudará a llegar a nuestro destino, al cumplimiento de ese anhelo que desde niños albergamos.

La próxima semana continuaré hablando de lo que implican esos empujones a medio camino, esas desviaciones que si soltamos nuestros sueños, se pueden ver como algo espantoso y desagradable, pero que al final podremos ver que tenían una razón de ser.