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Crisis existencial, ¿por culpa de la pandemia?

¿Por qué tengo problemas de comunicación?

La negación es el sello de distinción, pocas personas son verdaderamente honestas consigo mismas, al aceptar que tienen alguna limitante para emprender una buena comunicación, no reconocen, ni aceptan sus defectos de carácter, los malos hábitos y en su personalidad toxica, en lo personal, tuve que aceptar que soy soberbio hasta el extremo, narcisista, por demás egocéntrico, creo y doy por hecho que el centro de El Universo soy yo, que soy el único con derecho a la verdad, con derecho a resentirse, soy el hombre del mañana, evado el diálogo y no cierro círculos, lo dejo para mañana, claro que soy un orgulloso empedernido, me cuesta mucho trabajo reconocer mis errores, más que ofrecer una disculpa y reconocer que cometí una falta, no me permito doblar las manos ni echarle una piscacha de humildad al conflicto, tengo las facilidad de devaluar, denigrar, ofender, humillar y hacer trizas a la otra persona; soy lengua de hacha, mi lengua se torna como un bisturí, altamente filoso, vivo en el autoengaño, soy mitómano, el rey de las mentiras, me miento a mí mismo, engañifa, aparento ser lo que no soy, carezco de honestidad, vivo con miedo a la crítica, al rechazo, al abandono y mantengo mi distancia. No me permito acercarme demasiado a las personas y hace muchos años que empecé a trabajar mi inventario moral de mí mismo respecto a mi comunicación; sigo trabajando en ello y mi vida dio un cambio de 360 grados, al menos solo por hoy.

Crisis existencial, ¿por culpa de la pandemia?

Maniaco depresivo

Hoy sé que mi principal enemigo soy yo mismo, tengo que combatir constantemente mis niveles de ansiedad y vivir mi vida en armonía, mis depresiones eran de más de 5 días, no me bañaba, puedes visualizar mi recámara con ropa sucia por todos lados, klinex impregnados de mucosidad  con sangre, ropa interior, platos con comida apestando a rayos, vasos medios llenos o medios vacíos, los ceniceros atascados de ceniza con colillas, y yo, tirado en la cama, sin que hubiera poder humano que me levantara. Dejaba en la coladera de la regadera un verdadero tapón de cabellos y en mi almohada dejaba una alfombra de cabellos, se me caía demasiado, no tenía ánimos de nada, con alcohol o sin él, con cocaína o sin ella, yo estaba mal y de malas, triste, apagado, aislado, encerrado  en mi cárcel emocional, refugiado en mi conmiseración, anestesiando mis emociones, abusando de las sustancias, y así, en este autosecuestro, se me fue la vida, perdí mi libertad, tiempo, salud, dinero, dignidad, le di la espalada a las oportunidades. El éxito se me fue como espuma, mantuve los más altos niveles de audiencia en Chihuahua en la radio, trascendí con mi programa ´La Voz de Chihuahua´ y la droga me lo robó todo, tenía una pésima comunicación conmigo y en consecuencias con mi familia y con los demás; por ahora, estoy celebrando 30 años de matrimonio con mi mujer y gracias a Dios disfruto de Ernesto y de mi familia; después la tempestad vino la calma.