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Viajan inmigrantes a E.U. antes del fin del Título 42

Algunos tenían poca información de familiares, redes sociales, contrabandistas sobre los próximos cambios del gobierno de los Estados Unidos

Los largos botes de madera repletos de migrantes con chalecos salvavidas de color anaranjado llegaban uno tras otro, navegando con motores fuera de borda por el río Turquesa. Al final del día, las autoridades habían registrado a unos 2.000 migrantes en este remoto puesto fronterizo en el borde de la selva del Darién que une a Panamá y Colombia.

Un migrante desembarca a su llegada a Bajo Chiquito, Panamá, el sábado 6 de mayo de 2023, después de cruzar a pie la selva del Darién desde Colombia.Viajan inmigrantes a E.U. antes del fin del Título 42

  • BAJO CHIQUITO, Panamá

Algunos tenían poca información —de familiares, redes sociales, contrabandistas— sobre los próximos cambios del gobierno de los Estados Unidos en su política fronteriza y se apresuraban a llegar a esa frontera lejana.

El 11 de mayo, el gobierno de Estados Unidos pondrá fin a las restricciones relacionadas con la pandemia para las personas que solicitan asilo en la frontera, también conocidas como Título 42, bajo las cuales los migrantes han sido expulsados de Estados Unidos más de 2,8 millones de veces desde marzo de 2020.

La incertidumbre en torno a qué sucederá después del fin de las restricciones, así como la perspectiva de nuevos límites al asilo, fue suficiente para que los traficantes de migrantes crearan un falso sentido de urgencia para que las personas tomaran decisiones con información imperfecta.

Ante el temor de una avalancha de llegadas, los funcionarios federales han ampliado las vías legales, instaron a los posibles migrantes a registrarse antes de realizar el viaje y propusieron restringir severamente el asilo para las personas que viajen a través de México. Deportarán a quienes consideren inelegibles y se les impondrá una prohibición de cinco años para su reingreso.

Mientras los migrantes cruzaban el Darién, no había señales visibles de que los esfuerzos que Estados Unidos, Panamá y Colombia prometieron hace un mes frenarían la migración en este cuello de botella entre regiones. En todo caso, el flujo parecía haber aumentado durante un año que ya está a un ritmo sin precedentes.

María Chirino Sánchez, de 34 años, salió de Venezuela hace un mes con un grupo de 10 familiares, incluidos su esposo, cuatro hijos y su perro Toby. A pesar de su empleo en una empresa de transporte y el de su esposo como técnico dental, no podían pagar las cuentas.

A recomendación de sus familiares en Estados Unidos, vendieron su casa en 4.000 dólares y partieron al escuchar que “ya no nos van a dejar entrar después del 11 (de mayo)”, dijo. Se quedaron sin comida y tuvieron que pedir galletas saladas para alimentar a sus hijos antes de salir de la selva. Al igual que otros, dijo que si la enviaran de regreso, no volvería a intentarlo por esta ruta.

El sentimiento de Chirino era casi universal a pesar de las señales de que ese transitado trayecto desde Colombia está más establecido que nunca. Los venezolanos conforman el grupo más grande de quienes cruzan actualmente el Darién, pero los periodistas de la AP vieron también a haitianos, chinos y ecuatorianos, entre otros.

En Necoclí, Colombia, entre 1.000 y 1.200 migrantes abordan a diario botes en los que atraviesan un golfo hasta Acandí, en el lado colombiano del Darién, según las autoridades locales de derechos humanos.

Allí los esperan conductores de mototaxis para llevarlos al inicio del sendero, un camino que se está pavimentando.

Se han instalado campamentos en los primeros tramos de la ruta, donde los migrantes pueden armar sus tiendas y comprar provisiones. Quienes tienen los medios, pueden contratar a alguien que cargue sus cosas.

El viaje es agotador. Los migrantes caminan durante varios días a través de montañas en la densa selva y lidian con insectos que pican, serpientes venenosas, lluvias torrenciales y fangosos pasos de montaña. Los ríos crecidos se llevan a quienes resbalan. Los bandidos roban y agreden sexualmente a los migrantes.

De cualquier forma, casi 250.000 personas hicieron el recorrido el año pasado y las Naciones Unidas proyecta que otras 400.000 podrían intentarlo este año.

Algunos migrantes dijeron que simplemente ya no podían mantener a sus familias en sus países de origen. Huían de la inestabilidad política, el desempleo o la delincuencia.

Muchos huyeron de la crisis política y económica de Venezuela —ahora o en años anteriores—, pero otros vienen de países más lejanos.

Yu Tian viajó desde Wuhan, China, a Hong Kong y luego a Ecuador, donde abordó un autobús a Colombia. “Cientos de miles están saliendo de China”, dijo la guía de turismo convertida en migrante.

En la frontera entre Ecuador y Colombia, los grupos de traficantes de migrantes reclutan clientes diciéndoles “ahorita se podía pasar a Estados Unidos”, dijo Pedro de Velasco, miembro de la iniciativa KINO, una organización no gubernamental binacional en la frontera entre Estados Unidos y México, quien viajó a la frontera entre Ecuador y Colombia para ver por qué llegaban tantas personas.



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