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En 10 años malgastaron recursos y ahora estados enfrentan el coronavirus con carencias

Pagaron obras que no se hicieron, bonos de fin de año, comisiones sindicales, fármacos con sobrecosto y a médicos fantasma

Los sistemas de salud de los estados que ahora hacen frente al Covid-19 entre grandes carencias como falta de insumos, poco personal e insuciente infraestructura, arrastran un historial de malas prácticas en el manejo de los recursos públicos destinados a la atención de la salud.

En 10 años malgastaron recursos y ahora estados enfrentan el coronavirus con carencias

Los recursos del FASSA son para que las entidades federativas presten servicios de salud a la población que no cuenta con empleo formal o no está incorporada en algún régimen de seguridad social. Este fondo está estrechamente ligado con el Seguro Popular, ya que comparten infraestructura, medicamento y personal médico.

En 10 años, la ASF ha hecho observaciones por irregularidades en la forma en que los estados gastaron 41 mil 895.3 millones de pesos de este fondo. Las recuperaciones que se lograron durante el transcurso de las revisiones y hasta la elaboración del informe nal de auditoría, fueron apenas de 6% de lo observado.

No comprueban inversiones

En 2018, las 32 entidades del país recibieron más de 95 mil millones de pesos del FASSA; sin embargo, tras las auditorías realizadas, la ASF encontró irregularidades por 4 mil 935.2 millones de pesos. Estos recursos servirían para contratar a unos 142 mil médicos especialistas [cada uno con un salario de 34 mil 755 pesos] en este contexto de pandemia. En la revisión de la última cuenta pública de 2018, los auditores alertaron sobre pagos por 80.3 millones de pesos a personal médico que no logró ser encontrado en sus centros de trabajo en Baja California, Chiapas, Ciudad de México, Estado de México, Michoacán, Tabasco y Zacatecas. La anomalía más recurrente ese año fue que los estados no comprobaron en qué gastaron 2 mil 155.8 millones de pesos, al carecer de documentación que amparara las compras. Esto representó 43.7% del monto observado. Otra falla repetitiva que se presentó en 21 entidades fue que los gobiernos hicieron pagos excedentes o no autorizados en sueldos, prestaciones o estímulos y contrataron especialistas que no acreditan el perl académico con ningún documento. También es común que se realicen pagos al personal de honorarios sin tener evidencia de los contratos que amparen relación laboral y el pago por obras que no se ejecutan, servicios que no se realizan o compren medicamentos no incluidos en el cuadro básico. Esto último alcanzó observaciones por 141.6 millones de pesos en 2018. Judith Senyacen Méndez, coordinadora de Salud y Finanzas Públicas del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), explica que la importancia de los recursos del FASSA es que al complementarse con el Seguro Popular, van enfocados a garantizar atención médica a la población sin seguridad social.

La investigadora aclara que aunque la bolsa de recursos para la atención de la salud ha aumentado, esto no se reeja en mejoras porque la población atendida por el Seguro Popular también va en aumento y hay necesidades de salud cada vez más caras. Incluso, dice, si esos recursos se hubiesen aplicado para lo que estaban destinados, tampoco eso hubiese garantizado que contáramos con hospitales consolidados para hacerle frente a la pandemia, porque el problema principal radica en que el presupuesto destinado a salud es insuciente. “Sí depende mucho de que se gaste bien, pero si no gastas lo suciente no vas a lograr alcanzar tu cobertura… lo que está poniendo en evidencia la pandemia es la brecha que existía no sólo en operación del sistema, sino en temas presupuestario”, destaca.

Anomalías en compra de medicinas

Aunque uno de los objetivos del FASSA es prevenir enfermedades y garantizar el abasto y entrega de medicamentos, esto no se ha cumplido totalmente, se desprende de las observaciones que la ASF ha hecho a las 32 entidades del país. Desde 2010 el órgano scalizador alertó que los gobiernos estatales compraban medicamento y material de curación con sobreprecio y carecían de un ecaz programa de adquisiciones, lo que se ve reejado en un deciente abasto de medicinas. En 2010, al revisar los medicamentos que las farmacias de las unidades de salud prescribieron en las 4 mil 758 recetas que integraron la muestra de auditoría de ese año, sólo dos mil 283 se surtieron en su totalidad, en mil 850 el surtimiento fue incompleto y en 625 no fue posible comprobarlo. Tampoco llevan un control de los medicamentos en sus almacenes. En 2011 se detectó que la falta de inventarios generaba medicamentos caducos, próximos a caducar, de lento o nulo movimiento. En 2013, los estados destinaron 80.8% del total del fondo en salud para cubrir el gasto en servicios personales, 10.1% en gastos de operación y sólo 4% para adquirir medicamentos, material de curación y otros insumos médicos.

“Esto limita la capacidad de respuesta del sistema de Salud para hacer frente a los retos en surtimiento de medicamentos, lo que repercute en la prestación del servicio de la población más vulnerable e impacta en su economía”, dictaminó la ASF. De 2014 a 2018 la Auditoría Superior de la Federación denunció que los procesos de licitación o adjudicación de los medicamentos o material de curación no se realizan conforme a la norma y que los contratos y pedidos se formalizan inadecuadamente.



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