La historia (frustrada) de una futbolista intersexual: "Así nací, no le hago mal a nadie"
Tenía 17 años cuando acarició el sueño de convertirse en futbolista profesional. Cinco años después se despidió de las canchas, agobiada por la falta de ayuda, pero sobre todo por la discriminación de que fue objeto
CIUDAD DE MÉXICO
La historia de una futbolista intersexual
La futbolista A tenía 17 años la primera vez que fue cuestionada sobre la cantidad de masa muscular que tenía en su cuerpo. No supo contestar. Era finales de 2017. Estaba concentrada con la Selección Nacional Sub-20 que se preparaba para el Premundial de la Concacaf, programado para enero de 20
Apenas iniciaba su sueño de ser futbolista profesional. Era la goleadora de un equipo de la entonces naciente Liga MX Femenil. Su destacado desempeño en la cancha le valió para llegar a su primera convocatoria en el representativo nacional que dirigía Christopher Cuéllar.
“Mi masa muscular era muy superior a la de las chavas normales. Me empezaron a hacer preguntas en la selección: ‘¿Por qué eres más fuerte? ¿Por qué eres más rápida?’. Yo no sabía qué estaba sucediendo con mi cuerpo. Me regresaron a mi club, ahí me dijeron que tenía que hacerme unos estudios. Salió que tenía altos los niveles de testosterona y que no podía competir contra otras mujeres porque sacaba ventaja.
“Me dijeron: ‘tienes que bajar tu testosterona si quieres que la selección te llame otra vez, porque estás contemplada para el Premundial. Necesitamos que esté todo en orden para que no salgas positiva en los antidoping. Llamaron a mis papás para que dieran autorización de que me hicieran estudios y checaran mi cuerpo. La conclusión fue que soy una persona intersexual. Ya no pude ir a la selección”, cuenta la jugadora.
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Ese fue el principio del fin de una carrera fugaz que sólo duró un torneo de Copa y uno de Liga, porque la futbolista A fue víctima de una decisión que los organismos deportivos internacionales implementaron en el mundo: toda deportista cuyos niveles de testosterona rebasen los valores normales de las mujeres no podrán competir en tanto no se sometan al tratamiento que reduzca la cantidad que su cuerpo genera de manera natural.
Es el mismo caso que el de la corredora sudafricana Caster Semenya, tres veces campeona mundial y dos veces campeona olímpica de los 800 metros planos, quien por ser intersexual no ha podido competir en sus pruebas desde que la Federación Internacional de Atletismo (World Athletics) se lo prohibió, en respuesta a las múltiples quejas de otras corredoras que la acusaron injustamente de “ser hombre”.
Semenya, como la futbolista A, es una persona de género femenino que tiene en su cuerpo los cromosomas XY, lo cual genera que sus niveles de testosterona sean superiores al promedio.
El rechazo fue la primera respuesta del club al que pertenecía la futbolista A cuando supo que es intersexual. Después, los directivos optaron por pagarle el tratamiento médico para que pudiera regresar a jugar futbol. Le dijeron que si quería cambiar de sexo la registrarían en las fuerzas básicas varoniles. Una jugadora mexicana histórica de la selección nacional (cuyo nombre se omite para evitar represalias) le dijo que no tomara el tratamiento, que pidiera ayuda en la asociación de futbolistas.
“Le decía a mis papás: creo que puedo defenderme legalmente porque esto es discriminación. El equipo me iba a correr, ya no querían saber nada de mí, pero analizaron las cosas y sabían que estaban haciendo algo injusto, que podía defenderme. Ya no hice nada porque dije ‘están respaldándome’. Sabía que algo andaba mal en mi cuerpo, siempre me callé; precisamente por el miedo al rechazo, a que no me dieran la oportunidad de jugar”, recuerda.
El tratamiento
La futbolista A pasó 2018 y 2019 entre médicos y estudios, yendo y viniendo de un hospital de la Ciudad de México donde, narra, tampoco sabían qué hacer con ella. Ya le decían las ventajas o las desventajas de confirmarse como mujer o cambiar de sexo, que si tal medicamento le podría causar cáncer, que si sus huesos se descalcificarían. Hasta que apareció un doctor a quien llama “mi ángel de la guarda”. Le propuso quitarle las gónadas masculinas mediante una cirugía y comenzar con un tratamiento hormonal para reducir la testosterona.
Los medicamentos hicieron su efecto: en cuestión de semanas el vello de las piernas de la futbolista A desapareció, la masa muscular se redujo, aumentó su grasa corporal y se concentró sobre todo en la zona del abdomen; el acné desapareció de su rostro, su piel se volvió más suave, lo mismo las facciones de su cara. Su cuerpo se tornó muy femenino.
“Era lo que yo quería, sentirme como parte de un sexo definido porque me veía y me preguntaba: ¿qué soy? ¿chico o chica? Yo siempre he sido mujer ante la sociedad, pero antes la gente me confundía con un hombre y yo me enojaba porque soy niña. Ahorita me gusta mucho como soy, esto me ha servido para sentirme bien ante el mundo, pero a nivel deportivo me dio en la madre; literal, me dio en la madre este tratamiento porque ya no soy la misma de antes, nada que la goleadora ni que la más veloz de la liga.
“Sentí que no tenía la misma fuerza, al correr cierta distancia me sofocaba superrápido; a veces me daban bochornos. Mi cuerpo estaba sometiéndose a un cambio que nunca había experimentado. Seguía entrenando con mi equipo, pero ya mi vida estaba en pausa. Mi mundo giraba alrededor del futbol y cuando me quitaron el futbol me quitaron todo”, dice.
La jugadora quedó deshecha mentalmente porque fue invisibilizada. Si bien entrenaba con su equipo, sabía que cuando saliera la lista de convocadas para los partidos su nombre no estaría ahí. Andaba a escondidas de los reporteros para que no hicieran preguntas incómodas, hubo días en los que no quería ni ir a ver jugar a sus compañeras porque la frustración la doblaba.
“Estuve deshecha dos años. Sentía que la entrenadora y el equipo me hacían a un lado. A los eventos no me podían llevar porque nadie debía verme con el equipo para que no sacaran conclusiones. Mis papás me decían: ‘Échale ganas, es tu sueño; no te caigas’, pero yo ya no era feliz. A veces iba a entrenar, o sea estaba ahí mi cuerpo, pero mi mente estaba en otro lado. Era una pesadilla para mí haber nacido así. Ya no podía, ya no quería al futbol en mi vida. Cuando regresé a jugar otra vez anoté gol. Fue como sentir que esta lucha la había ganado, pero pues no, sólo fue el momento.”
–¿Cómo imagina su carrera de futbolista si no se hubiera sometido a este tratamiento?
–Sería una jugadora top, estaría en un equipo mejor. Mi sueldo es muy malo y creo que si hubiera seguido compitiendo tal cual podría vivir de esto. Estaba en mi mero momento cuando inició el tratamiento. A veces me decía: ‘no jodas, ya no perteneces a esto’. Salí de mi primer club y me llegó una oportunidad con un segundo equipo, y luego con un tercero, pero después vi un patrón que se repite, que no me deja rendir al 100. Antes era titular indiscutible en todos los partidos. Mi escenario ideal hubiera sido hacer mi carrera y después decidir si quería o no someterme a un tratamiento, pero pues fue todo lo contrario y terminaron con mi carrera.
–¿Cómo debería actuar la Liga MX Femenil ante los casos de jugadoras intersexuales?
–Se debe investigar mucho. Yo fui uno de los primeros casos y no había información de nada. Yo me estaba escondiendo de los medios, en mi primer club me escondieron mucho tiempo, y sí se necesita saber que algunas personas somos así. Yo así nací, no le hago mal a nadie.
“Mi club me apoyó, me dijo: ‘Opérate, después vamos a estar contigo en todo momento y ya cuando estés recuperada te vamos a traer otra vez’. Eso era lo que no quería, porque no quería operarme todavía.”
La marginación
La futbolista A está consciente de que existen otras jugadoras que también son intersexuales y que algunos equipos de la Liga MX les están cerrando las puertas porque simplemente no saben cómo abordar esta situación. Es más fácil despedirlas o no contratarlas que atender este fenómeno.
Cuenta que hace poco una jugadora que pertenecía a un club la contactó para pedirle ayuda, pues fue despedida. Después hizo una visoría con el otro equipo y por la misma razón no se quedó.
“Le dije la verdad: yo me escondo mucho de todo esto. No se lo digo a nadie, sólo mi familia sabe, mis médicos, el cuerpo técnico, pero mis compañeras se supone que no saben nada. Esta chica sacó sus conclusiones y supuso que yo pasé por lo mismo. Me preguntó: ‘Cómo viviste esto, porque no quiero someterme a un tratamiento ni operarme, pero quiero participar’. Hizo visorías y le dijeron: ‘No nos interesas, no podemos aceptarte por esto’. ¿Ahí qué hacemos? No somos monstruos para que nos estén rechazando.
“Son cosas que tenemos que luchar, tenemos que decirle a la liga, a la federación: ‘Mira, no somos ningunos monstruos para que nos traten así los equipos, no tenemos por qué someternos a ningún tratamiento porque así nacimos’. Me gustaría que no nos discriminaran de esa forma, que nos dejen participar tal cual somos. No sé cuál sería la solución porque quieras o no sí sacas ventaja ante las demás chavas.”
–¿Por qué dice que saca ventaja si hay deportistas como Michael Phelps y Usain Bolt que tienen un físico privilegiado por nacimiento y nadie les impide competir? Incluso hay hombres que tienen altos los niveles de testosterona y tampoco los obligan a someterse a un tratamieto…
–Para ellos (quienes dirigen el deporte) sí sacas ventaja, para ellos eres un chico. Por eso te tratan así. Y es feo. En su momento me lo dijeron: ‘Sacas ventaja y por eso eres lo que eres (buena deportista)’. Así nací, ¿por qué me van a hacer menos competitiva? Para serte sincera tampoco entiendo muchas cosas. Hice todo lo que me pidieron para poder jugar. Ahora quiero tirar la toalla, ya no está en mis planes dedicarme a esto porque ya no me meten de titular, ya ni siquiera estoy para cambio. Ya es momento de dejar el futbol de lado. No sé por qué a las mujeres sí y a los hombres no les exigen bajar sus niveles de testosterona.
“Siento que llegó el momento en el que me cansé de luchar, llegué a mi límite; ya no puedo estar aquí. Soy una persona muy resiliente que a pesar de las adversidades quiso seguir, quiso luchar, pero ese cambio me dio en la madre y ya no pude recuperarme.”
Unos días después de esta entrevista, la futbolista A anunció su retiro del futbol. Sólo tiene 22 años. Su decisión llegó menos de un año después de que el Comité Olímpico Internacional (COI) dio a conocer que ante la falta de evidencia de que los altos niveles de testosterona sí impactan en el rendimiento de las deportistas no es el único elemento que debe tomarse en cuenta para permitir la participación de las mujeres intersexuales y transgénero en la rama femenil.
El COI dejó en manos de las federaciones internacionales de cada deporte el diseño de la normatividad en la que competirán las mujeres intersexuales y transgénero “sin discriminación y respetando la salud, la seguridad y la dignidad de las participantes”.