Denuncian muerte de cóndores en Argentina por agroquímicos
Las organizaciones ecologistas denuncian la muerte de 23 ejemplares en las últimas semanas y 90 en un año y medio
El cóndor andino, una de las aves voladoras más grandes del mundo, ha sumado una nueva amenaza para su extinción, los agroquímicos. Usados en la agricultura industrial de la pampa húmeda, la fértil llanura argentina en la que se cultiva soja, maíz y trigo, los plaguicidas se han extendido también por los paisajes áridos de los Andes como trampa mortal para esta ave carroñera, símbolo natural de la cordillera. Los cóndores también mueren envenenados por ganaderos que usan cebos tóxicos con la intención de proteger a sus rebaños.
La población de cóndores ronda los 6.700 ejemplares en toda Suramérica, dice Jácome, distribuidos por la cordillera desde Venezuela hasta Tierra del Fuego, en el extremo sur. "Para una especie amenazada, 90 muertes es muchísimo, se la está condenando a la extinción", denuncia. "Si hablásemos de la población humana, la muerte del 1,4% de la especie equivaldría a matar a toda la población de Chile, Argentina, Bolivia y Perú en menos de dos años", compara Jácome.
Unos vecinos descubrieron a los cóndores muertos en Manzano Amargo, una localidad neuquina situada a 1.200 metros sobre el nivel del mar, y avisaron a las autoridades. Junto a los cadáveres de las aves rapaces encontraron también otros de gatos, perros y vacas. Según estudios toxicológicos realizados por la Fundación Bioandina, los cóndores murieron envenenados por un compuesto organofosforado, empleado como plaguicida. Los diez cóndores fallecidos en Perito Moreno, en la provincia de Santa Cruz, se sospecha que también murieron envenenados.
La mayoría de los ejemplares eran adultos, por lo que sus crías también morirán y habrá que esperar a que los juveniles crezcan para seguir reproduciéndose. El cóndor, que puede llegar a vivir hasta los 70 años, pone uno o dos huevos cada dos años y los pichones no alcanzan la edad fértil hasta los nueve o diez. "Reparar estas muertes llevará unos 150 años", advierte Jácome, al frente del programa de conservación del cóndor andino.
Desde el Senasa, el organismo responsable de la autorización y clasificación de los agroquímicos, aseguran desconocer el resultado de los análisis toxicológicos. Hace dos semanas, el Senasa prohibió el carbofurano, otro potente agroquímico que estaba autorizado para el control de plagas en algunos cultivos. El veto llegó después de la intoxicación letal de una niña de 12 años con una mandarina que había sido inyectada con carbofurano como señuelo para pájaros y la posterior matanza de 34 cóndores en la provincia oriental de Mendoza. Los ambientalistas exigen una ley de trazabilidad, que permita seguir los agroquímicos desde el productor hasta el agricultor e impida usos ilegales.
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Con sus casi 15 kilos de peso y alas de hasta tres metros de longitud, esta ave majestuosa atrae cada año a numerosos turistas, que la admiran planear con los fuertes vientos de la cordillera. Aunque en ocasiones desciende hasta el nivel del mar, el cóndor es un habitante de las alturas y suele nidificar entre los 3.000 y los 5.000 metros de altitud. "Es una de las bellezas más grandes que tenemos y la están asesinando", denuncia la presidenta de la Fundación Cullunche, Jennifer Ibarra.
El uso de cebos tóxicos es común entre los ganadores para combatir predadores como el puma o el zorro. Envenenan los restos del cadáver que dejan apartados para seguir comiendo en los días siguientes. Cuando el carnívoro regresa e ingiere su presa, muere, y corren la misma suerte las especies carroñeras. "Existe la creencia de que el cóndor ataca al ganado, pero no tiene garras ni para levantar una liebre, es un ave carroñera, no es como las águilas", dice Francisco G. Táboas, de Aves Argentinas. El cóndor se alimenta de animales muertos y cumple un importante rol de limpieza y prevención de enfermedades en la cadena trófica.