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La Tierra responde con violencia

La ambición es tan perversa que ha guiado a los ricos a lucrar con la asistencia médica, los medicamentos y hasta con las vacunas.

A las constantes agresiones del ser humano al planeta, la Tierra ha decidido responder con violencia. De nada han servido los llamados sutiles, las advertencias que se presentan de muchos y muy variados modos; el ser humano, más bien los poderosos permanecen ciegos, sordos y mudos. A ver si ahora con el agua en los aparejos, logran escuchar y entender los reclamos de la madre naturaleza que ya no tiene capacidad para soportar tan feroces atentados y restañar las heridas que el consumismo feroz le causa.

El hambre, la sed y el desamparo que conducen inevitablemente a una muerte lenta y dolorosa, no son capaces de conmover los duros corazones de quienes dedican su vida a acumular ceros en sus cuentas bancarias; tampoco lo fue la pandemia que afectó a todos, pero con mayor énfasis a quienes no pueden protegerse con las medidas sanitarias que recomiendan las autoridades. La ambición es tan perversa que ha guiado a los ricos a lucrar con la asistencia médica, los medicamentos y hasta con las vacunas.

La Tierra responde con violencia

Al ver tanta cerrazón, la Tierra decidió dar un golpe colosal a la soberbia de los magnates y les congeló sus pozos productores de gas shale, altamente contaminantes de los mantos freáticos, además de vastos consumidores de agua que se vuelve tóxica; así como nublar el horizonte para que los sistemas que producen electricidad mediante reacciones fotovoltaicas, no pudieran funcionar, ni los aerogeneradores que se congelaron y no pudieron girar, dejando al estado líder de energía eléctrica EU sin luz ni agua.

National Geographic realizó un estudio cuantitativo que pone en evidencia los estragos que el hombre ha provocado al planeta nomás con su estilo de vida consumista. Dice: "Carreteras, edificios, barcos, coches, ropa, papel de baño, teléfonos móviles y demás infraestructura de la vida diaria ahora pesan aproximadamente 1,1 billones de toneladas métricas, lo que equivale al peso seco combinado de todas las plantas, animales, hongos, bacterias, arqueas y protistas en el planeta". Esta es tan sólo una de las conclusiones de que hace eco la investigación que aparece publicada en la revista especializada Nature.

Pero, además, agregan los criterios que explican los científicos del departamento de botánica y ciencias ambientales de instituto Weizzman para la ciencia de Rehovot, en Israel: "Dadas las limitaciones de la cognición humana frente a la inmensidad del globo, su incapacidad en ocasiones para asimilar la escala de algunos procesos, y la aparente infinitud del mundo natural, es deseable proporcionar una medida tan rigurosa y como objetiva del equilibrio general entre lo vivo y lo creado por el hombre. Así, una vez cuantificadas estas magnitudes, las implicaciones del estudio resultan asombrosas". ¡Y aterradoras!

Si el ser racional de la creación no para los atentados contra su único hábitat, éste le pasará la factura y entonces si no habrá lugar a donde escapar como hizo un senado texano, y todos los que se benefician del consumismo descabellado tendrán que responder con un castigo similar al que infringen a los pobres de la tierra. Ni sus pilas de billetes, oro y brillantes les podrán quitar el frío ni saciar su hambre. 

Entonces sí podrán entender que para los casi mil millones de personas que viven (o mejor dicho, intentan sobrevivir) con menos de 1,25 dólares al día, el hecho de conseguir víveres suficientes para alimentarse sea muy complicado. No tienen acceso a la comida porque les es imposible adquirirla en los mercados agrícolas cada vez más diseñados para la exportación del alimento que para consumo local. La deficiente alimentación en estos colectivos se convierte en una carga que, poco a poco, les va lastrando a la hora de acceder a otros derechos. Con una mala alimentación la salud es peor: se rinde menos en la escuela, se trabaja menos, las embarazadas tienen mayores riesgos. Niños y viejos decaen.

Así mismo, el cambio climático provoca que un mayor número de personas deba desplazarse de sus lugares de origen porque la tierra se ha vuelto estéril. La escasez de agua es cada vez más acuciante y la desertificación avanza expulsando a las poblaciones. Naciones Unidas señala que hay alrededor de 250 millones de personas afectadas por este fenómeno y habla de la existencia de refugiados climáticos. La escasez de tierra fértil también hace que exista mucha mayor competencia por ella, siendo las grandes empresas agroalimentarias las que acaparan los suelos para producir alimentos orientados al mercado de exportación. 

Un viejo y conocido refrán dice: "Ves la tormenta y no te hincas", con el cual se quiere decir que con las evidencias del enojo de la madre Tierra que responde con violencia, aún hay quien piensa en lucro.