Editoriales > FONDO Y FORMA (ABEL OSEGUERA KERNION)

Deseos navideños

Es tiempo de pedir. Hay quienes piden a Dios, otros, menores, a Santa Claus y los católicos a una lista interminable de santos, vírgenes y ángeles celestiales. La mayoría pide dinero, en estos tiempos la salud pasa a segundo plano, pues las necesidades son apremiantes. Cosa curiosa, de verdad, porque esto refleja las necesidades de los mexicanos.

Como buen mexicano yo también tengo mi lista de cosas que deseo profundamente. Por supuesto lo primero y más importante es el bienestar de mi familia y la de todos mis compatriotas. Quisiera un México justo, con instituciones al servicio de la mayoría, con jueces honorables y policías confiables. Con políticos honestos, trabajadores y responsables, que el pueblo y las mayorías sean sus prioridades. Me gustaría la economía mejorara, que nunca falten los alimentos en la mesa de ninguna familia, que los servicios de salud brindaran atención de calidad. Que hubiera trabajo en exceso, que los empresarios tuvieran éxito, los productores del campo grandes cosechas. 

Deseos navideños

Así podría continuar con una lista interminable de deseos, que bien sé se antojan cerca de lo fantasioso. Por eso mejor hice una lista más de acuerdo con la idiosincrasia del mexicano. Vamos, como piensan la mayoría, puesto que mi cordura adolece de ejercer presencia en mi conciencia prefiero pedir lo que la mayoría.

Bien, lo primero es lo primero. Quiero una casa de Higa, la constructora esa que fía a módicas mensualidades. No importa que no sea blanca, acepto de color mostaza, azul, morada, como sea. Eso, sí, que esté bien ubicada en un buen campo de golf, en las Lomas de Chapultepec o en el peor de los casos en la Riviera Maya, digo, ya de perdido. 

Para eso, requiero de mantenimiento, por eso le doy al destino dos opciones para concederme; Trabajo en Televisa de actor, con un contratito como el de sus actrices favoritas o Ministro de la Suprema Corte de Justicia, de esos que ganan más que el Presidente de EU. De diputado o senador, no. Esos están demasiado desprestigiados, quemados y su profesión es demasiado denigrante. Cualquier hijo prefiere decir su padre es prostituto a diputado o senador. Es más, hasta ocultan la profesión de sus padres por temor a ser acosados con burlas en sus escuelas. Tampoco quiero ser alcalde, esos pobres se la pasan haciendo malabares con el presupuesto y siempre salen con las cuentas mochas. A lo más aspiran, es a endeudar al municipio para llevarse su tajada, aunque siempre les cargan más muertitos de lo que en realidad les tocan. El alcalde es el político más sufrido, a ese siempre le toca bailar con la más fea, todos los baches, semáforos, robos, secuestros, cobros de piso, manifestaciones le repercuten personalmente. Además está en la primera línea de “fuego o plomo”. Por eso sería una tragedia ser alcalde, cruz, cruz, que se vaya el diablo…  

Tampoco quisiera ser narcotraficante, estos cuates siempre acaban mal, se la pasan escondiéndose y sobre todo no tengo intención de que me escriban ningún corrido, de todos modos soy muy zacatón para eso de las balaceras, pero no vaya  usted a creer que le tengo miedo a las balas, no que va, esas no me hacen nada, a lo que le tengo mucho miedo es la velocidad que llevan las desgraciadas y los agujeros que hacen. Mucho menos quisiera ser normalista o estudiante, el futuro es muy negro para ellos. Ser gobernador es buen negocio sobre todo en Tamaulipas, Veracruz, Tabasco, Coahuila, Sonora, entre otros, lo malo es que luego no te dejan cruzar de compras a EU.

Otra buena profesión pudiera ser Secretario en el gabinete presidencial, menos gobernación, marina, PGR o defensa. Esos tienen demasiadas responsabilidades, tampoco Secretario de Hacienda, eso de andar cobrando impuestos y después tapar desfalcos es muy grotesco. Algo así como turismo, medio ambiente, agricultura, comunicaciones. De esos que dan, no para apuntalar el desarrollo, sino como reparto de carteras para los cuates. 

Ya con cualquiera de estas chambas, con una casa bonita. Pediría un carro como el del hijo del sindicato petrolero, por supuesto, pagado con las cuotas sindicales de mis amigos los obreros petroleros, de la bolsa nada. Ya con ese carro, pues requeriría de viajar mucho, por lo que necesitaría de un avión, sobre todo si mi casa se me concedió en la Riviera maya. Pero no un avión como el que está a punto de convertirse en el Tango Papa 1, algo más modesto, ese está demasiado ostentoso y su operación es muy cara, vamos, necesitaría la chamba de Televisa, la de Secretario y ser socio del Ingeniero Slim. Algo así como un G-5 sería suficiente. 

Ahora bien con todo eso, pues claro, casa en Miami o sino el departamento de Montiel en Paris, el ya no puede ir para allá. Como también me gustaría recibir millones de dólares del erario para tener en cuentas en el extranjero, no importa tenga que falsificar pasaportes y cosas por el estilo, de todos modos está visto ese no es ningún delito en México. Como tampoco lo es hacer toda clase de negocios con Pemex si se es hijo de la primera dama o cuñado del Presidente. 

Ya con todo ese dinero en el extranjero, con avión, carro, casa me gustaría me exoneraran del pago de impuestos, como a las televisoras, mineras, y demás empresas cotizadas en la Bolsa Mexicana de Valores. Porque en México se entiende que los privilegios se deben dar a manos llenas. La primicia es hacer mucho sin pagar ni trabajar tanto. Eso del trabajo lo entendemos como un mal de la creación. Bueno hasta pagan por trabajar. Así de malo es. Por eso fui muy claro, pido chamba no trabajo.

Otro deseo navideño es comer sin engordar. Porque con tanto dinero, tanto lujo uno puede incurrir fácilmente en el pecado de la gula. Por lo tanto quisiera tener un sistema digestivo como el de los diputados y senadores. A esos cuates ni se les atora nada y se la pasan tirando estiércol por todos lados. Deben tener buena digestión.  También sé es imposible hacerme guapo, ya nací así, ni con cirugía tengo remedio, así que si no me pueden hacer guapo, de perdido pónganme de moda. Ustedes saben, estar de moda es más importante, sino pregúntenles a las actrices de telenovelas. Claro, ellas están guapas y de moda. Yo con estar de moda me es suficiente.

También quisiera ser simpático, porque es muy fácil volverse déspota con tanto dinero, poder, propiedades, delgado y estar de moda. Como ese cuate del anuncio, del hombre más interesante del mundo. Por supuesto me gustaría estar entre esas dos chicas guapas, pero a mi esposa le tengo más miedo que a la velocidad de las balas, como antes mencioné. Luego imagine usted amigo lector; es de Reynosa. Usted bien sabe cómo se las gastan las de Reynosa. 

Entonces vamos a recapitular: Casa de Higa, chamba de primera y sin trabajar, cuentas con millones en el extranjero, carro deportivo, avión ejecutivo, con negocios en Pemex, pariente o hijastro de un poderoso, libre de impuestos, delgado, de moda, simpático. Soltero, no se pudo. Pero bueno, no todo en la vida puede ser perfecto. 

Lo cierto es, que en México todo es posible, no se necesita ser trabajador, ni ser brillante, tampoco inventar un software o sistema alguno. No es necesario esforzarse mucho y matarse estudiando. En México la suerte parece ser todo, la habilidad está en el manejo de la corrupción y el poder. Con eso es suficiente. Yo como no soy bueno en esas cosas solo puedo aspirar a pedir muchas cosas esta navidad. Pero en realidad no quisiera todo lo que antes pedí. Digo; no sobra, si el universo conspira para dármelo, no lo rechazo, de hecho lo tomaría con amabilidad y agradecimiento. Pero yo quiero a mi nación, a mi país, a cada ciudadano honesto que trabaja duro para sacar adelante a su familia. Conozco a muchos, son la mayoría, esos que desde temprano salen a corretear el bolillo. A obreros eficientes y cumplidos, a empresarios comprometidos con sus empleados, y obligaciones fiscales, a burócratas con vocación de servicio, a maestros preparados, a policías confiables, a jueces honestos. A diputados y senadores…  ¡Chin! De esos no conozco.

De todos modos quiero desear a mis lectores una feliz Navidad, que los deseos de paz, salud y prosperidad se vean cristalizados en sus familias. Que reine la armonía y nos de nuevos bríos para construir una nación digna para nuestros hijos. Feliz Navidad.