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¡Viejos los cerros!

Un excatcher fortalece física y mentalmente al pitcher sinaloense que llega a 19 años en las Grandes Ligas
  • Por: Agencia Reforma
  • 23 / Abril / 2021 -
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¡Viejos los cerros!

Ciudad de México

El número 19 trae un significado especial en la vida del lanzador sinaloense Oliver Pérez.

Por un lado representa el récord de temporadas consecutivas de un pelotero mexicano en Grandes Ligas, por el otro, la adaptación a las nuevas exigencias del juego, así como la fortaleza interna que lo motivó a no tirar la toalla.

Son pocos los beisbolistas que construyen una carrera larga y sólida en el mejor beisbol del mundo, y Pérez lo está logrando gracias al trabajo en equipo.

Ya fuera por destino o casualidad, el pitcher de casi 40 años cruzó su camino con el del catcher mexicoamericano Rafael Arroyo en 2008 en un entrenamiento de primavera; pero sería hasta el 2010 en el campamento de los Mets de Nueva York cuando se harían cercanos.

“Ya en 2010 ya lo conocía mejor y me acerqué mucho con él (con Oliver). Desafortunadamente ese año no le fue muy bien y no era uno de los abridores sino que lo querían poner en el bullpen, y platicando más y batallando los dos, vimos la forma de trabajar juntos y ya casi al final de la temporada nos fuimos en invierno a Culiacán para entrenar. Fue algo bien curioso con Oliver, porque los dos empezamos de cero. Él estaba en un nivel muy bajo y yo también”, relata Rox en entrevista desde Los Ángeles.

Más allá de lo físico, una de los principales aspectos a mejorar era la confianza en sí mismo. Oliver ya no era aquel joven que debutó en 2002 con los Padres de San Diego, su luz poco a poco comenzaba a extinguirse, al igual que la velocidad en sus rectas.

Y fue ahí cuando Arroyo se puso el mismo objetivo que Pérez, y gracias a sus conocimientos en preparación física, cambio las rutinas de ejercicio al incluir aparatos y el trabajo de todas las partes del cuerpo, además de la alimentación.

“Era una forma muy diferente de entrenamiento porque él me dijo que en México, por la cultura, nada más era tirar y correr, ese era el entrenamiento y no había mucho de hacer cosas de pesas, o diferentes movimientos. (Oliver) nunca había hecho pesas, y eso era algo que hizo diferente. Trabajamos con pesas, hicimos sentadillas, desplantes, muchas rotaciones y diferentes cosas, porque la primera vez que lo entrenamos estaba un poco pasado de peso porque acaba de terminar una temporada en Doble A, pero ayudó que él también se abrió para hacer el cambio”, agrega el entrenador personal.

La parte mental fue todo un desafío, de nada servía recuperar el nivel si los fantasmas de las derrotas seguían persiguiendo al “Paisa”, así que encontraron la tranquilidad en las alturas.

“Fuimos agarrando más fuerza física y mentalmente porque todo fluye junto. Y otra cosa que también era clave para nosotros ahí en Phoenix era que escalábamos una montaña que se llama Camelback y en esa montaña, que no es fácil, es un ejercicio para la mente, porque vas escalando y tus piernas se están quemando y eso es parte de no rendirse, de seguir, seguir, lo puso en forma de las piernas y mentalidad. 

“Cuando llegas a la cima tienes la vista panorámica de todo Phoenix y es algo bien bonito, porque en tiempos de sufrir uno no quiere estar ahí, pero cuando ves el fruto te das cuenta de lo que lograste por no rendirte. Fue un cambió completo, de dieta, se empezó a cuidar y cuando vio el cambio que le hizo a su cuerpo, la confianza y la velocidad de su recta empezó a subir y vi a ese Oliver que subió con San Diego, con Seattle, y me acuerdo que al primero que enfrentó fue a Ichiro Suzuki, y tener esa confianza para poncharlo, fue cuando vi el regreso de Oliver”, asegura Arroyo.

¡Viejos los cerros!

Rafael Arroyo, preparador físco, hace cima junto a Julio Urías (izq.) y Oliver Pérez (der.), en una actividad física y mental.

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