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Un revolucionario anónimo

Durante la Revolución Mexicana, tres episodios bélicos ocurrieron dentro del municipio de Reynosa en los cuales varios personajes locales fueron declarados por las autoridades en turno como subversivos o sediciosos

Carabina Savage Especial, calibre 30-30, con cañón ochavado, modelo 1899. Arma similar a la que portaba el soldado anónimo.Un revolucionario anónimo

Entre éstos, mejor conocidos como revolucionarios de los levantados en armas, podemos citar como  ejemplos: al Capitán Eligio Cavazos que se cruzó el río Bravo en Anzaldúas para apoyar al Ejército Constitucionalista de Lucio Blanco en el año de 1913; a Federico M. Rodríguez,  hijo de don Mamiliano G. Rodríguez, quién cruzó el río por Hidalgo, Texas,  para apoyar al Ejército Villista que pasó por Reynosa a la toma de Matamoros en 1915; a Antonio Rodríguez Garza,  gente del cabecilla Juan Isidro Andreu Almazán, quién intervino en el municipio de Reynosa entre 1917 y 1918. 

    En el año de 1919, Rodríguez Garza todavía era considerado como sedicioso por robar caballos, monturas y armas en los ranchos del municipio de Reynosa. Se caracterizaba por andar a salto de mata, sólo y a veces acompañado de muchachos que él mismo reclutaba a la fuerza.

    Uno de estos muchachos murió en el anonimato de la época cerca de uno de los ranchos de la jurisdicción de Congregación Garza, lugar mejor conocido como Charco Escondido y que se localiza actualmente a 44 kilómetros al sur de la actual ciudad de Reynosa.  Un extenso expediente de la Serie de Causas Criminales, Subserie Averiguaciones de la Sección de Juzgados en el Archivo Municipal de Reynosa (AMR) nos narra el espectacular ambiente que se vivió durante la revolución mexicana.

La gavilla de Antonio Rodríguez Garza

A principios de mayo de 1919, la gavilla de revolucionarios de Antonio Rodríguez Garza estaba compuesta de tan solo cuatro individuos que trataron de cruzar el río Bravo desde Texas, ahí perecieron ahogados dos de los compañeros y los cuatro caballos que traían.  Los dos sobrevivientes viajaron hacia el sur del municipio de Reynosa en busca de caballos y monturas para seguir sus correrías.

    De acuerdo con la declaratoria recibida del vecino de Congregación Garza, Alonzo R. Garza, él se encontraba entre las diez y once de la noche del día 16 de mayo de 1919 en la casa de don Salomón Velasco en el punto conocido como La Labor, inmediato a la dicha congregación. A esa hora llegó un desconocido armado con una carabina pidiéndole a Salomón saliera de su casa. Este personaje anónimo se hacía acompañar por el reconocido revolucionario de la región Antonio Rodríguez Garza.  Por lo que Alonzo inmediatamente se dirigió a avisar sobre la situación al Sub-Presidente de la congregación, Natalio Garza. Por ese entonces el encargado o representante legal de la congregación llevaba el título de Sub-Presidente. Éste les ordenó a los vecinos para que se pusieran de acuerdo y se juntaran a los que tuvieran armas, además que persiguieran al mentado Antonio. 

    Alonzo junto con Erasmo Velasco y Luis Garza Villarreal (hijo) se dirigieron al solar de la casa del Sub-Presidente a ensillar dos bestias caballares que le pertenecían a Erasmo.  De las diferentes declaraciones se sabe que estos animales eran un caballo de silla de bastante edad, color oscuro zaino, y una yegua de silla de seis o siete años de color oscuro.  Para su sorpresa los dos semovientes ya no se encontraban en el solar. 

    Los tres vecinos se encaminaron a pie hacia La Labor, donde Salomón y Octaviano Reyna les informaron que Antonio y el revolucionario anónimo habían llegado montados y armados. Don Salomón les dijo que le exigieron les entregara una montura, que en el papeleo la describen de “estilo mexicano de mucho uso.” También les participó que los revolucionarios se dirigían rumbo al Tajito, que es el aguaje de donde se originó el nombre del Charco Escondido, en las inmediaciones de dicha congregación.  Los tres vecinos prosiguieron a pie a ese lugar donde encontraron a don Ignacio Moreno; a éste le habían exigido también les entregara una montura, que en el expediente la refieren de estilo americano.  Don Ignacio les indicó que Antonio y el desconocido llevaban el rumbo de La Noria.

    Los tres vecinos optaron por volver a Congregación Garza para proveerse de caballos y hacer la persecución más rápida. Una vez montados se dirigieron hacia el poniente rumbo a La Blanquita para continuar a La Piedra (Agujerada).  Para entonces  se les había unido al grupo los vecinos Antonio Zavala y Antonio Galván.  Llegaron al rancho La Piedra a primeras horas de la mañana del día 17, sumándose a la persecución don Jesús Garza. El grupo de los seis vecinos tomaron el rumbo de la majada de Eugenio Garza, inspector municipal.  Casi al llegar, un chamaco del rancho de dónde venían les informó que sobre la brecha que conducía de La Noria a La Piedra viajaban dos individuos montados. 

El tiroteo

E

l grupo se dirigió a la brecha. Los tres de la congregación se echaron pie a tierra, dejando a los otros tres al cuidado de los caballos.  Al acercarse a la orilla de dicha brecha observaron el tropel de los caballos en carrera, escuchando la voz de Antonio quién les marcó “el quien vive.”  Pronto se escucharon las detonaciones de los revolucionarios y de los tres vecinos, que en pie contestaron la agresión.  Al final del tiroteo quedaba muerto el revolucionario desconocido, mientras que Antonio emprendía su huida. 

    El tiroteo se registró como a las siete y media de la mañana, ahí se le recogieron al occiso una carabina 30-30, el parque que traía y el caballo ensillado. Estas pertenencias primero se llevaron ante el inspector municipal y después fueron presentadas ante el Sub-Presidente de la congregación. El caballo oscuro zaino fue entregado a Erasmo Velasco y la montura mexicana a Salomón Velasco. Los peritos del juzgado de Reynosa  dijeron que el rifle consistía en  una carabina modelo “savage” 1899, calibre 30-30 especial con la numeración 150923. Este rifle con cañón ochavado fue fabricado en 1914 y se encontraba en buenas condiciones.  Por la parte derecha del rifle  la caja de madera llevaba grabado a pulso las letras G.M.M.

    Ese mismo día el inspector municipal del rancho La Piedra, Eugenio Garza, y dos testigos dieron fe de los hechos donde se encontraba el cadáver del revolucionario, que nadie reconoció. El difunto era descrito como de veinte años, de estatura baja, de color trigueño, pelo negro liso y sin barba.  El desconocido vestía: camiseta y camisa veteada de color azul; dos pantalones, uno amarillo y el otro azul; un sombrero plomo bastante usado con una rotura de bala; zapatos bastante  usados. Todo su atuendo era al estilo americano. 

    La muerte de este individuo la había causado tres lesiones de bala: dos en el centro del pecho y una en la frente como a dos centímetros arriba de las cejas, al parecer hechas con carabina 30-30.  La sepultura se dio en el lugar donde se encontraba el cadáver, por no haber cementerio inmediato y el difícil traslado a otro lugar. Esto era una práctica común en la época para los cadáveres que no se encontraban inmediatos a los panteones de la villa, congregaciones y ranchos.

    La averiguación contra Antonio Rodríguez Garza sobre el delito de rebelión y robos, continuó hasta el mes de enero del año 1920. La documentación provenía de los juzgados de primera instancia de Matamoros y del Ministerio Público de la Federación en Nuevo Laredo. Antonio para entonces había involucrado a otros dos muchachos de 14 y 19 años del municipio de Reynosa. Por el mes de octubre, el revolucionario había vuelto de nuevo a robar la montura mexicana muy desgastada de Salomón Velasco en el puesto de La Labor, en las inmediaciones de Congregación Garza.

    Como dato curioso, en los bolsillos de los pantalones del occiso se encontraron unos papeles que tenían escritos sobre una canción de añoranza y unos versos que aludían al revolucionario Pancho Villa.  Estos papeles escritos con lápiz sobreviven hasta hoy en día atados al expediente que resguarda el AMR.  Hoy podemos descifrar en esta escritura, que los versos fueron escritos y dedicados por un   autor que firmó con el nombre de Wenceslao Peña.  Estos versos estaban dedicados a su estimado amigo Siriaco Villarreal.  Es muy probable que Siriaco sea el nombre del revolucionario desconocido por los vecinos de esa época, que en su mayoría llevaban el apellido Garza en esa Congregación que hacia honor a su ascendencia.  Llegando a la conclusión que este revolucionario ya no sea tan anónimo en la época actual, gracias al trabajo detectivesco en este Archivo Municipal de Reynosa.

Versos al caudillo Pancho Villa  encontrados en el pantalón  de Revolucionario Anónimo 

Nuestro México Febrero Veintitrés

Dejo Carranza pasar americanos

Dos mil soldados, doscientos aeroplanos

Buscando a Villa por todo el país 

[…] y agarrar a sus posiciones

Los aeroplanos comienzan a volar

todos vuelan en distintas direcciones

Buscando a Villa, queriéndolo matar

Los soldados que fueron de Texas

luego, a poco, comienzan a llorar

Fatigados de una hora de campaña

Los pobrecitos querían regresar.

Pancho Villa ya no andará a caballo  

ni sus soldados andarán

toda su gente andan en aeroplanos 

los caballos no se usan por allá

y los de acaballo no se pueden sentar 

y los de a pie se pueden ya parar

Pancho Villa pasaba en su aeroplano

y desde arriba les decía “gud bais”.

Pancho Villa les dice en su mensaje

en carrizales doscientos les mato 

los prisioneros se los pasó a Carranza

Que agradezcan que el fue el que

los salvo.

Cuando llegaron al estado de Chihuahua

toda la gente admirada se quedo

de ver tanto soldado americano

que Pancho Villa donde quiera colgó.

Dedicado a su amigo Siriaco Villarreal

Autor: Wenceslao  Peña

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