Un buen alucine

Ciudad de México

Desde hace años, el cineasta galo Luc Besson intentaba llevar a la pantalla la serie de historietas de ciencia ficción francesa “Valérian y Laureline”, escritas por Pierre Christin hacia 1967 con dibujos de Jean-Claude Méziéres, que pese al impacto de los cómics de la franquicia estadounidense Marvel que estaba en su apogeo creativo, logró vender más de 10 millones de ejemplares y ser traducido a 20 idiomas.

Por supuesto, hablamos del retrato sicodélico y experimental de una época a la que pertenecen filmes como: Alphaville (Godard, 1965), Modesty Blaise (Losey, 1966) o Barbarella (Vadim, 1967) que se encuentran a años luz de la propuesta adolescente de Besson en un intento por recuperar el delirio alucinante y el humor violento de su thriller de acción y ópera espacial de El Quinto Elemento (1997). 

Inspirada en el tomo de “El Embajador de las Sombras”, Valerian y la Ciudad de los Mil Planetas no está muy alejada de las tramas románticas y las odiseas distópicas juveniles hollywoodenses de moda. 

La gran diferencia a su favor, es que Besson no se lo toma en serio y de ahí los excesos y la orientación hacia la comedia de acción protagonizada por dos adolescentes bonitos jugando a Blade Runner, Avatar y Star Wars.  

Se trata de una aventura espacio-temporal que sucede en el año 2550. Una pareja de agentes espaciales encargados de mantener el orden, llegan a la estación Alpha poblada por miles de especies y descubren un reino de paz y armonía destruido por la ambición humana y el totalitarismo. 

Lo mejor, su bello e impactante diseño visual y sus bizarras criaturas, con algunos curiosos desvaríos como la aparición de Rihanna o Ethan Hawke.