Cientos de venezolanos duermen al lado del río
Niñas, niños, adolescentes y adultos permanecen en vigilia frente a las instalaciones que la Patrulla Fronteriza instaló
- EL PASO, Texas
Desesperados porque Estados Unidos les cerró la frontera terrestre, cientos de venezolanos duermen junto al Río Bravo, en la frontera de Ciudad Juárez, Chihuahua, y El Paso, Texas.
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Sobre colchones, cartones o ropa, y algunos en casas de campaña, los sudamericanos aguardan en un campamento improvisado en el límite fronterizo, soportando las bajas temperaturas, a unos 200 metros del Puente Internacional Paso del Norte.
Niñas, niños, adolescentes y adultos permanecen en vigilia frente a las instalaciones que la Patrulla Fronteriza de El Paso instaló a un costado del afluente para atender la crisis migratoria en la frontera.
Aunque autoridades de los distintos niveles habilitaron más albergues, muchos han optado por seguir a unos metros del río que separa a México y Estados Unidos con la esperanza de ser aceptados por el Gobierno norteamericano.
Desde el 12 de octubre pasado, a diario, por el sector de El Paso, Texas, devuelven a unos 200 venezolanos a Ciudad Juárez.
Aquellos venezolanos que se entreguen a la Patrulla Fronteriza para solicitar asilo vía terrestre son retornados a la frontera mexicana, ya que las autoridades norteamericanas implementaron un proceso que les permite hacer una solicitud por internet para viajar por avión a ese país desde donde se encuentran y es la única manera para ingresar.
Carlos Daniel Cerpa Morón no pierde la esperanza de cruzar el Río Bravo y ser admitido para iniciar su proceso de asilo.
El venezolano de 24 años, quien se dedicaba al comercio en su país, se entregó a la Patrulla Fronteriza el 13 de octubre y fue devuelto a Ciudad Juárez. Desde entonces duerme cerca del afluente.
“Yo no he ido a un albergue”, indicó quien comentó que sí han acudido las distintas autoridades a ofrecerles refugio para evitar las inclemencias del tiempo, pero quienes se encuentran en el campamento buscan ser visibles para que les abran la puerta.
Y es que han sido miles de kilómetros los recorridos desde que salieron de Venezuela para llegar a la frontera.
El joven duerme sobre el colchón que alguien le donó y lo comparte con dos personas más.
“Somos tres que nos venimos desde el pueblo y pues acá dormimos, tenemos que dormir cruzados porque no nos alcanza el colchón”, contó.
Yo voy a permanecer aquí (a orillas del Río Bravo) hasta que nos den una buena noticia de aquel lado, que sea para pasar, que abran”, Carlos Daniel Cerpa Morón Migrante venezolano