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La respuesta a migrantes aviva antiguas frustraciones

El cierre de la escuela primaria “Wadsworth”, en 2013, fue un duro golpe para los residentes del barrio de mayoría negra al que prestaba servicio

Richard Wallace, fundador y director del grupo comunitario Equity and Transformation, posa para un retrato en el Westside Justice Center.La respuesta a migrantes aviva antiguas frustraciones
  • CHICAGO, Illinois

El cierre de la escuela primariaWadsworth”, en 2013, fue un duro golpe para los residentes del barrio de mayoría negra al que prestaba servicio, puesto que fue el símbolo de una ciudad indiferente a sus intereses.

Así que cuando la municipalidad reabrió “Wadsworth” el año pasado para albergar a cientos de migrantes, sin solicitar la opinión de la comunidad, arrojó sal a la herida. En todo Chicago, los residentes de raza negra se sienten frustrados porque no se atienden viejas necesidades, mientras que los recién llegados a la ciudad son atendidos con urgencia y con el dinero de sus impuestos.

“Nuestras voces no se valoran ni se escuchan”, afirmó Genesis Young, una habitante de Chicago de toda la vida cuya vivienda se encuentra cerca de “Wadsworth”.

Chicago es una de las grandes ciudades estadounidenses que experimentan un aumento notable de migrantes. El gobernador republicano de Texas los ha estado enviando en autobuses para poner de relieve sus quejas contra la política de inmigración del gobierno de Biden.

Para gestionar la afluencia de migrantes, Chicago ya ha gastado más de 300 millones de dólares de fondos municipales, estatales y federales para proporcionar vivienda, atención médica, educación y otros servicios a más de 38.000 migrantes, en su mayoría sudamericanos, desesperados por recibir ayuda. La rapidez con la que se han movilizado estos fondos ha provocado el resentimiento generalizado de los habitantes negros de Chicago. Pero los líderes de la comunidad están intentando relajar las tensiones raciales y canalizar las frustraciones del público para lograr un bien común.

El malestar por los migrantes en Chicago y otras grandes ciudades demócratas tiene repercusiones más amplias en un año electoral. El gobierno de Biden, de hecho, aboga ahora por un enfoque más restrictivo de la inmigración en sus negociaciones con los republicanos en el Congreso.

Desde que Wadsworth reabrió sus puertas como refugio, Young ha sentido una “ansiedad extrema” por el ruido y la presencia de personas y de la policía las 24 horas del día que ha generado. Más que nada, ella y otros vecinos dicen que es un recordatorio de problemas que llevan años sin resolverse, como los altos índices de delincuencia, el desempleo y la falta de vivienda.

“No quiero parecer insensible con ellos y con su deseo de una vida mejor. Sin embargo, si de repente se pueden conseguir todos estos millones de dólares para hacer frente al problema de la vivienda, ¿por qué no se atendió el problema de las personas sin casa aquí?”, señaló Charlotte Jackson, propietaria de una panadería y un restaurante en el barrio de South Loop.

“Durante mucho tiempo aceptamos que así es como tenían que ser las cosas en nuestras comunidades”, dijo Chris Jackson, cofundador de la panadería con su esposa. “Esta crisis de los migrantes ha hecho que mucha gente diga: ‘Un momento, no es así’”.

El alcalde de Chicago, Brandon Johnson, declinó hacer comentarios para este despacho.

La ciudad recibió más de 200 millones de dólares de los gobiernos estatal y federal para ayudar a atender a los migrantes después de que Johnson hiciera un llamado al gobernador de Illinois, J.B. Pritzker, y al presidente Joe Biden. El presidente estará en Chicago en agosto para presentar sus argumentos para ser reelegido en la Convención Nacional Demócrata de 2024.

Algunos habitantes negros de Chicago protestan por la instalación de albergues en sus barrios, pero otros pretenden convertir la situación adversa en una oportunidad.

Chicago es un microcosmos del resto del país”, afirmó la reverenda Janette C. Wilson, directora ejecutiva nacional del grupo de derechos civiles PUSH for Excellence. Las comunidades negras han sufrido discriminación y falta de inversiones durante décadas, y están justificadamente frustradas, dijo Wilson. La atención que están recibiendo los migrantes es merecida, añadió, pero también es una oportunidad para que las ciudades reflexionen sobre su responsabilidad para con todas las comunidades desfavorecidas.

“Existe un imperativo moral de cuidar de todos”, afirmó Wilson.

Tras casi dos años de tensiones, la ciudad ha empezado a restringir algunas prestaciones para los migrantes, lo que ha provocado su propia reacción. El mes pasado, la ciudad empezó a desalojar a los migrantes que superaban el límite de 60 días en los albergues, lo que provocó la condena de grupos de defensa de los derechos de los migrantes y de residentes preocupados por la seguridad pública.

Marlita Ingram, orientadora escolar que vive en el barrio de South Shore, dijo que le preocupa que los recursos se repartan “equitativamente” entre migrantes y residentes de toda la vida. Pero también cree que “no tiene por qué ser una competencia” y simpatiza con los casi 6.000 niños migrantes matriculados ahora en las escuelas públicas de Chicago.

A medida que aumentan las posibilidades de enfrentamientos raciales, algunos activistas señalan la historia como ejemplo.

Cientos de miles de sureños negros se trasladaron a Chicago a principios del siglo XX en busca de mayores libertades y oportunidades económicas. Los habitantes blancos de Chicago de la época los acusaron de recibir recursos desproporcionados por parte de la municipalidad, y en 1919 las tensiones estallaron.

En una oleada de ataques racistas en ciudades de todo Estados Unidos que llegó a conocerse como el “Verano Rojo”, los residentes blancos quemaron grandes secciones de los barrios negros de Chicago y mataron a 38 personas negras, incluso mediante linchamientos.

“Aquellos blancos decían: ‘Diablos, no, vienen aquí, nos quitan el trabajo’”, comentó Richard Wallace, fundador de Equity and Transformation, un grupo comunitario de mayoría negra que coorganizó en marzo un foro para mejorar el diálogo entre residentes negros y latinos.

Wallace oye ecos de esa intolerancia pasada —intencionada o no— cuando los habitantes negros de Chicago se quejan de la ayuda que se presta a los migrantes. “¿Cómo hemos llegado a ser como los blancos que se resistían a que nuestra gente viniera a la ciudad de Chicago?”, comentó.