Operan el cerebro sin abrir el cráneo
El proceso Cuando se lleva a cabo una radiocirugía: • El equipo médico ubica la lesión con exactitud milimétrica. • Se diseña un esquema de haces de radiación que no dañe estructuras primordiales. • La cabeza del paciente se sujeta con una máscara para evitar que se mueva. • Los haces de radiación se moldean con la forma del tumor.
Desintegrar un tumor cerebral, controlar la epilepsia y tratar malformaciones vasculares en niños sin cortar o perforar el cráneo es posible gracias a la radiocirugía.
El nosocomio es la única institución pública pediátrica que cuenta con el equipo para hacer la radiocirugía: un acelerador lineal, que realiza la radioterapia, y un microcolimador que manipula el haz de radiación que recibe el paciente.
Heynar Pérez Villanueva, jefe de Radioterapia del hospital, apunta que mientras la radioterapia convencional es fraccionada y puede implicar hasta 30 sesiones de tratamiento al día, la radiocirugía se realiza normalmente en una sola sesión.
Cuando se lleva a cabo una radiocirugía, el equipo médico, conformado por el médico radiooncólogo, el físico y el neurocirujano localiza la lesión, un tumor cerebral, por ejemplo, con exactitud milimétrica y diseña el esquema de haces de radiación para que den en el blanco sin dañar estructuras primordiales.
Para ello se hace una simulación virtual del cerebro del paciente con las imágenes obtenidas por resonancia magnética y la tomografía.
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Ya en la sala de radioterapia, la cabeza del paciente es sujetada con una máscara de plástico hecha a su medida para evitar que se mueva.
Si es necesario se le aplica anestesia para garantizar que esté estático.
El microcolimador moldea los haces de radiación con la forma del tumor para después aplicarlos justo en el blanco.
"La dosis que pasa a través de uno solo de los haces tiene un efecto mínimo, por eso no daña las estructuras que va atravesando, pero al concentrarse todos los haces es cuando tenemos el máximo efecto", explica Pérez.
La radiación rompe los ácidos nucleicos de las células tumorales, lo que les impide replicarse y concreta la muerte celular programada.
Pérez aclara que la radiocirugía se utiliza cuando el tumor cerebral mide menos de 4 centímetros de diámetro y se encuentra muy profundo u oculto, pero también es útil para tratar malformaciones vasculares o epilepsia de difícil control.
En comparación con la cirugía abierta, la radiocirugía no provoca sangrado, el riesgo de infección es mínimo y muchas veces, el niño ni siquiera pasa la noche en el hospital después del procedimiento.
En 2006 se realizó la primera radiocirugía en el HIMFG y a la fecha se ha utilizado este procedimiento en 35 intervenciones por tumores cerebrales, 23 por malformaciones vasculares y 12 por epilepsia de difícil control.
(Agencia Reforma)