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Vivian Maier, genialidad fotográfica y trastorno mental

Una nueva biografía ahonda en los misterios que rodean a la fotógrafa estadounidense poniendo el énfasis en las supuestas patologías que padeció. Además, una exposición en Siena profundiza en sus autorretratos

Rara vez la persona que a lo largo de su existencia se empeña afanosamente en borrar su rastro llega a la otra vida convertida en un mito. Sin embargo, este ha sido el caso de Vivian Maier, (Nueva York, 1926 - Chicago, 2009), cuya figura se esconde entre paradojas. De tal forma que su insólita biografía parece eclipsar a la obra extraordinaria que la artista procuró siempre mantener a buen recaudo y su enigma crece a medida que se sabe más sobre su persona. “Y tú cómo te llamas”, le preguntaba uno de los niños que cuidaba mientras la Mary Poppins de la fotografía le filmaba con una de sus cámaras. “Soy la mujer misteriosa”, respondía Maier, protagonista de uno de los relatos más atrayentes de la historia del medio.

‘Autorretrato’, Chicago, 1956-1957.Vivian Maier, genialidad fotográfica y trastorno mental

Sin duda Maier existió, pero el secretismo marcó el devenir de esta artista que se ganó la vida trabajando como niñera para varias familias hasta bien entrados los noventa, mientras iba acumulando, con celo de avaro y bajo cerrojo, entre cajas que contenían libros, revistas y montones de periódicos, un archivo de cerca de ciento cuarenta mil fotografías. Un tesoro que acabó guardado en un trastero hasta que a finales del 2007, por impago de alquiler, fue subastado y desperdigado. Aquello debió de suponer un duro golpe para la autora. Sin embargo, aquel día de noviembre en el cual, entre otros compradores, John Maloof, un exagente inmobiliario de 23 años, con el fin de completar un libro sobre los distintos barrios de Chicago, adquirió varias cajas con las pertenencias de Maier, nacía su leyenda. Una parábola de la artista desconocida en vida con los aderezos de un relato de intriga que lleva años alimentado la imaginación del público y ha llevado a numerosos genealogistas, a blogueros, y a aficionados y expertos de la fotografía a profundizar sobre la inverosímil historia de fondo de esta elusiva y acumuladora fotógrafa que murió en 2009, a los 83 años, sin enterarse que ya estaba en marcha un imparable proceso para desvelar su secreto y catapultada a la fama. Murió prácticamente sin un centavo y sin herederos directos y ahora su patrimonio podría valer millones de dólares.

Si bien a menudo la obra de una artista resulta inseparable de su propia vida, o de lo que creemos saber de ella, en el caso de Maier mucho más. Y es quizá en sus intrigantes autorretratos donde mejor quedan expresadas estas dos facetas. Hasta el momento se han hallado en su archivo más de seiscientos autorretratos entre sus recurrentes escenas de calles, retratos y naturalezas muertas. Atraviesan 40 años de trayectoria, desde los años cincuenta hasta los noventa y se convierten en un lenguaje dentro de su propio lenguaje fotográfico. Suponen una parte importante dentro del desarrolló artístico de la autora que le permite centrarse en ella misma. Algo que no deja de resultar curioso en una persona tan hermética sobre su vida. “La convierten en la fotógrafa que más ha explorado la autorrepresentación en el siglo XX”, apunta Anne Morín, quien lleva estudiando a la fotógrafa desde que su historia empezó a conocerse dentro de la comunidad artística y ha comisariado varias exposiciones itinerantes dedicadas a la autora entre ellas Vivian Maier. El autorretrato y su doble, comisariada junto a Loredana De Pace. En la actualidad puede verse en el Museo Santa Maria della Scala, en Siena. “Ni tan siquiera Lee Friedlander, creador de un arquetipo del autorretrato, indagó tanto en el género, ni llegó a un grado de formulación tan rico y complejo. 

 

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