buscar noticiasbuscar noticias

La revolución invisible que vidas de ocho millones de

La educación inicial, reconocida como un derecho universal, debe superar la falta de interés, recursos e infraestructura para convertirse en una realidad

Mucha política y poca educación. Ese es el saldo que dejó la negociación de la nueva reforma educativa en México, promulgada el pasado 15 de mayo. El país ha reconocido por primera vez la educación para niños y niñas menores de tres años como una obligación del Estado.

Sin planes de gran alcance, ni interés, ni recursos, ocho millones de niños mexicanos seguirán en las sombras.La revolución invisible que vidas de ocho millones de

Se calcula que alrededor de 850 mil niños menores de tres años, sólo el 10% de la población objetivo, reciben alguna estimulación temprana. En realidad, no existe un dato oficial porque aún no es reconocido a la par que los otros niveles educativos y porque los servicios se ofrecen en una red desperdigada para hijos de trabajadores del sector público y privado, así como para una ínfima minoría que puede pagar estancias privadas que rondan los dos mil pesos de inscripción, más de diez salarios mínimos.

En un país azotado por la violencia y la desigualdad, en el que 21 millones de personas menores de 18 años son pobres, en el que uno de cada cinco niños padece desnutrición y en el que casi un millón de jóvenes entre cinco y 17 años no puede asistir a la escuela porque se dedica exclusivamente a tareas domésticas, según las Naciones Unidas, una revolución invisible promete un cambio radical. Poner en el centro a los que apenas aprenden a hablar, garantizar los derechos de quienes no pueden manifestarse, dar un punto de partida parejo a los más vulnerables. La teoría está lista, pero no ha habido un salto a la práctica. “Hay un trabajo enorme por hacer, pero es una oportunidad única”, sentencia Elizondo.

EL PAÍS DESTINA MENOS DEL 2% DEL PRESUPUESTO PARA EDUCACIÓN

Este año se han invertido cuatro mil 553 millones de pesos (230 millones de dólares) con una adenda de 800 millones (40 millones de dólares) para expandir la cobertura. La cifra aumenta sustancialmente si se consideran los más de 13 mil millones de pesos que el gobierno destina a las guarderías, pero esto da cuenta de otro problema.

“La educación inicial siempre ha sido concebida como una prestación para las madres trabajadoras, no como un derecho de los niños. Siempre se ha hablado de guarderías, pero los niños no son bultos para andarlos guardando”, apunta Elisa Bonilla, encargada de la estrategia nacional del gobierno anterior.

El presidente Andrés Manuel López Obrador causó polémica a inicios de año tras anunciar el cierre de estancias infantiles financiadas, una red de centros subvencionados por la Secretaría de Bienestar para ciudadanos sin seguridad social, que atendían a casi 310 mil niños.

La educación inicial tampoco estaba contemplada originalmente en la reforma que había propuesto López Obrador, en la que destacaba el acceso universal a la educación superior y la creación de 100 universidades. México ya invierte hasta cuatro veces más por cada universitario que por cada alumno de preescolar. "Los dos grandes cuellos de botella son el paso a primaria y la educación media superior”, advierte Marco Fernández, profesor del Tecnológico de Monterrey.

El propio gobierno calcula que más de un millón de estudiantes dejan cada año las aulas y sólo un 17% de los jóvenes mexicanos llega a la universidad, según la OCDE. “El énfasis está en los universitarios porque votan”, lamenta Fernández.

LA NUEVA LEY DE EDUCACIÓN

Establece que el congreso mexicano tiene hasta noviembre próximo para impulsar la Estrategia Nacional para la Primera Infancia que garantice recursos suficientes para brindar la atención, capacitar a más personal especializado y coordinar una inmensa red de servicios públicos.

No habrá planes concretos hasta que se trace esa hoja de ruta. Los especialistas advierten que lo más importante es entender que no se trata de construir más guarderías o delinear planes de estudio rígidos.

Ser queridos, comer bien, recibir atención médica adecuada y abrirse paso al mundo de forma lúdica y creativa durante los mil primeros días de vida marca un antes y un después en la vida de los niños.

“Tiene una repercusión profunda sobre el desarrollo del cerebro e influye sobre el aprendizaje, la salud, el comportamiento y a la larga, las relaciones sociales del adulto y sus ingresos”, expone la Organización Mundial de la Salud.

“Es la mejor manera de romper los ciclos intergeneracionales de desigualdad y de pobreza que afectan a México”, señala Unicef. Se podría citar a decenas de organismos internacionales, especialistas de las mejores universidades del mundo y las experiencias exitosas en otros países.

“Nunca sobran los diagnósticos, pero es momento de pasar a la acción”, opina Bonilla.



DEJA TU COMENTARIO
PUBLICIDAD

PUBLICIDAD