buscar noticiasbuscar noticias

La leyenda negra, la persistencia de los tópicos

Un ensayo de José Varela Ortega constata, sin prejuicios ideológicos, la pervivencia de estereotipos sobre España que hunden sus raíces en la realidad y cuyos orígenes el autor estudia con rigor histórico

En un programa televisivo dedicado al fútbol hay un pequeño espacio titulado 90 minutos en 90 segundos, es decir, un resumen de minuto y medio de todo un partido. Aquí nos encontramos en una situación aún más dramática: 100 líneas para explicar 1.000 páginas que dan cuenta de 500 años de la historia de España e incluso de muchos más si incluimos las amplias referencias no solo a los visigodos, a los musulmanes y a los cristianos de la Edad Media, sino también a la “España celtibérica” o a la Hispania romana. Y además cuando se trata de un texto extremadamente rico, lleno de contenidos sugerentes y discutidos arropados por centenares de referencias bibliográficas.

Cristóbal Colón toma contacto con la población indígena en 1492, en un grabado de 1590. La leyenda negra, la persistencia de los tópicos

Sin embargo, lo más importante es que los estereotipos no se crean de la nada (el hecho, como es lógico, precede al prejuicio, a la construcción), sino que hunden sus raíces en la realidad y, por tanto, tienen una vida: nacimiento, desarrollo y supervivencia más allá del desvanecimiento o incluso la muerte de la causa que le dio origen. Es decir, los estereotipos hay que tratarlos como hechos históricos, que nacen en un momento dado y cambian de aspecto y desaparecen (o no) a lo largo del tiempo.

En este sentido, nada más oportuno que leer la primera de las cuatro partes en que se divide el libro, el momento de la aparición y consolidación de la imagen del español militante, en el siglo XVI o, si se quiere, durante el Siglo de Oro. Es un momento de excepcional expansión y creatividad que todo el mundo conoce y que se impone a tirios y troyanos: el crecimiento económico, el dinamismo social, el progreso de la organización política, la expansión fuera de las fronteras (favorecida por la herencia de Carlos V), las grandes hazañas ultramarinas (del descubrimiento del Nuevo Mundo  a la primera circunnavegación, de la ocupación de América a la exploración del Pacífico) y, sobre todo, la eclosión de la cultura en todos los terrenos, desde el pensamiento económico hasta la floración de las letras, de las artes plásticas, de la música. Una cultura que se expande por toda Europa y concita la admiración de todas las naciones europeas, como resumió el malogrado Carlos Gómez-Centurión: “La hegemonía cultural española era aceptada de hecho por la mayoría: su lengua era conocida por las élites cultas de cada nación, su literatura se consumía ávidamente, y las modas y hábitos culturales que emanaban de la corte de Madrid imponían un seguidismo devoto”.

Ahora bien, este éxito tenía su precio, que no es otro sino la imagen negativa que fueron creando sus enemigos, como bien sintetiza Ricardo García Cárcel: “La leyenda negra no fue más que la expresión de una oposición a un poder que todo el mundo temía”. Y en su espléndido trabajo sobre los Siglos de Oro de España, los grandes hispanistas franceses Bartolomé Bennassar (recientemente desaparecido) y Bernard Vincent pueden concluir: “La leyenda negra insistió mucho en los procesos de la Inquisición y en la suerte reservada a los indios de América. Esta visión injusta si porque España fue el único país que cuestionó la  colonización del siglo XVI .



DEJA TU COMENTARIO
PUBLICIDAD

PUBLICIDAD