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De Corín Tellado a ‘Bridgerton’, el romance sin fin con la novela romántica

La compra por parte de Telemundo de los derechos de la ingente obra de la escritora, revoluciona un género que sigue creciendo a espaldas de lo literariamente canónico

Como un “sueño hecho realidad”. Así definía Marcos Santana, director de Telemundo Global Studios, cadena estadounidense dedicada al universo del culebrón, el acuerdo con el grupo Planeta que les ha convertido en propietarios de los derechos audiovisuales de toda la obra de Corín Tellado, la gran dama de lo romántico en español.

La reina de la novela romántica española, María del Socorro Tellado López, ‘Corín Tellado’ (El Franco, 1927 - Gijón, 2009), en su casa asturiana. Mordzinski la conoció por casualidad en la peluquería gijonesa donde había ido a cumplir su ritual de arreglarse la barba en la víspera de una exposición.De Corín Tellado a ‘Bridgerton’, el romance sin fin con la novela romántica

La noticia invita a preguntarse cómo la novela rosa ha conseguido adaptarse a los tiempos, década tras década y fenómeno tras fenómeno. También por qué sigue estigmatizado este género mientras otros, como el fantástico o el negro, han salido por completo del armario. “En cierto sentido 50 sombras de Grey [el libro más vendido en 2012 y 2013] fue el Juego de Tronos de la novela erótica, aunque en los años noventa, la chick lit [literatura de temática joven y femenina] con El diario de Bridget Jones a la cabeza, ya sacó a la romántica del rincón más oscuro de la librería”, señala Ana Liarás, editora de Grijalbo.

Las ventas avalan este género, pero ni lo puramente cuantitativo logra sacarlo del nicho. “Es otra de las cosas de las que no se habla. Megan Maxwell es la autora nacional más vendida cada año. Llevamos más de tres millones y medio de ejemplares”, apunta Escoriza. A Maxwell, en realidad, a María del Carmen Rodríguez del Álamo, no le importa demasiado. “He aprendido a no estar en las listas. Las únicas que me importan son mis guerreras”, dice. Con sus guerreras se refiere a sus lectoras. “Cada vez hay más hombres, ¿eh? Aunque les cuesta dirigirse a mí lo hacen en redes, pero por privado”, cuenta.

“El concepto de placer culpable [importación del inglés guilty pleasure, que denomina esos gustos que se disfrutan en la intimidad] me molesta especialmente; si es un placer, ¿por qué lo tienes que esconder?”, dice Elísabet Benavent. La autora de la serie Valeria (adaptada por Netflix) y de, en total, 21 libros en ocho años —“el truco es que muchos ya los tenía escritos de antes”, dice —, también ha vendido más de tres millones de ejemplares de sus novelas.

En la romántico no hay mucha competencia porque “hay mercado para todos”, dice María Eugenia Rivera, editora de Harper Collins Ibérica y responsable del histórico sello Harlequín, que sigue vendiéndose en quioscos. “Nuestras lectoras son devoradoras de libros”, dice. “Muchas acaban escribiendo sus propias novelas, se las autopublican, empiezan a funcionar, y las compramos. O directamente se dirigen a nosotros, porque saben que siempre estamos buscando”, explica. Zafiro, el sello de Planeta que dirige Escoriza, es “un laboratorio”. “Se publica en digital todo aquello que creemos que puede funcionar, y si lo hace, acaba en papel”, cuenta la editora. “La novela romántica es el género que más se consume en digital”, añade. Sobre todo se venden libros de autoras nacionales, indican Escoriza y Alix Leveugle, editora de Plaza & Janés y Suma de Letras, que publica a Danielle Steel, Nora Roberts o Josie Silver, la autora de Un día de diciembre.

La tendencia más pujante es la vuelta de la novela romántica de regencia, por el furor de la adaptación de Los Bridgerton, en Netflix. La serie está inspirada en los libros de Julia Quinn, editados por Urano hace 20 años aunque entonces pasaron desapercibidos. “Lo que ocurre con Los Bridgerton es algo cíclico. Pasó antes con Crepúsculo. De repente algo funciona y dirige el mercado hacia algún lugar. Pero el cambio no es tan importante como el que supuso 50 sombras de Grey. Impulsó el erotismo como tema; desde entonces se ha podido hablar del deseo de la mujer de forma explícita”, explica Ana Liarás.

¿Y las novelas de Corín Tellado? ¿Puede la millonaria compra de los derechos de sus libros tener algo que ver con el éxito de culebrones como Mujer, “más blancos”, sexualmente hablando, como los describe Esther Escoriza? “Algo esencial en la novela romántica es el humor. Mujer es un fenómeno enteramente televisivo precisamente por eso, porque le falta humor”, asegura la editora, que no sabe hasta qué punto se pueden “modernizar” las historias de Tellado, esa escritora popular que respetaba el nobel Mario Vargas Llosa y que, 12 años después de su muerte, sigue siendo la autora más leída en español.

“Las lectoras de novela romántica son devoradoras de libros”

María Eugenia Rivera, editora de Harper Collins 

Editoras y escritoras están de acuerdo en que la novela romántica “refleja a la mujer de su tiempo”. En las primeras novelas de Tellado, ellas iban acompañadas de sus padres y maridos, y en las últimas, se dedicaban a la informática, o a la abogacía. “Sea cual sea la sociedad en la que han sido concebidas, las novelas románticas están protagonizadas siempre por mujeres que se rebelan contra las normas de ese momento”, dice Leveugle. Eso sí, cuando se leen en otro tiempo, ocurre que nada encaja. Eso espolea a muchas lectoras que pasan a ser autoras.

La madre de Maxwell era aficionada al género, y la pequeña aspirante a escritora leyó una tras otra todas las novelas de su biblioteca. Y se recuerda enfadada, porque no le gustaba cómo se comportaban las protagonistas de las historias. “Yo le preguntaba a mi madre, ‘¿Por qué van siempre ellas un paso por detrás? ¿Por qué se desmayan?’, y ella me decía, ‘Cuando seas mayor, escribe tú una en la que no pase eso’. Y eso hice. La vida no nos lo pone fácil, y a veces nos caemos, pero nos volvemos a levantar”, dice.

El género en el que aquella niña ha acabado haciendo fortuna, sin embargo, no cae nunca.

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Elísabet Benavent, en la sede de Penguin en Madrid, en 2019.

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Simon Bassett, el galán de la pareja protagonista, viste brocados y bordados decimonónicos que escapan al estilo clásico de la Regencia inglesa.



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