Domingo Cultural

“La confusión se fabrica, igual que el odio”

Entrevista reveladora con Carolin Emcke sobre derechos humanos
  • Por: Josep Catà Figuls
  • 26 / Mayo / 2024 -
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“La confusión se fabrica, igual que el odio”

Carolin Emcke, filosofa alemana, fotografiada en el CCCB, en Barcelona, el pasado febrero.

Cuando en 2016 la periodista, filósofa y escritora alemana Carolin Emcke (Mülheim an der Ruhr, Alemania, 56 años) publicó su libro más conocido, Contra el odio (editado en español un año después en Taurus), las grandes preocupaciones mundiales giraban en torno a la crisis de los refugiados, el terrorismo yihadista, el machismo, la homofobia y el auge de movimientos populistas. Sin que estas hayan desaparecido, se han sumado otras —las guerras en Ucrania y Gaza o la posible vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca, por nombrar solo tres—. El mundo parece una olla a presión y el odio es uno de los ingredientes principales del caldo. El libro de Emcke se lee ahora con un aura de premonición.

Estudió Filosofía en la London School of Economics, la Harvard University y el Instituto de Investigación Social de Fráncfort. Trabajó como reportera en territorios en conflicto durante más de una década antes de erigirse, con la publicación de su superventas y después con Modos del deseo (Tres puntos, 2018), como una de las voces más reconocidas contra la intolerancia. También ha recibido críticas: desde quienes tachan su discurso de “buenista” hasta los comentarios mordaces (en la misma dirección) de Cristina Morales en su libro Lectura fácil. Ante esto, Emcke se define como “universalista” y hace una defensa a ultranza de los derechos humanos. Invitada al 30º aniversario del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, participó en una conversación con el físico y biólogo Ricard Solé —titulada convenientemente Vivir en tiempos de incertidumbre— celebrada precisamente el pasado 24 de febrero, en el segundo aniversario de la invasión rusa de Ucrania. Antes de la charla, atiende a EL PAÍS en un español perfecto, pero cambia al inglés, para afinar la precisión de sus palabras, al hablar sobre los derechos de la comunidad queer, y sobre la guerra en Gaza, un asunto que aflora muchas contradicciones en Alemania.

Pregunta: ¿Qué ha cambiado desde que escribió Contra el odio?

Respuesta: Hubiese preferido que el mundo me demostrase que estaba equivocada. En ese momento ya podíamos ver movimientos autoritarios y racistas en Europa: en Inglaterra, Polonia, Hungría, Francia, Alemania… con una potencia mucho más grave que en España, que hasta hace poco parecía más resiliente a la extrema derecha. Esto cambió con el poder que ha logrado Vox. Hay ahora más gobiernos autoritarios, de ideología nacionalista y de defensa de la pureza y de la familia tradicional y natural, como, por ejemplo, en Rusia.

P: ¿Es posible superar el odio en una guerra como la de Ucrania?

R: Los ucranios no odian a los rusos, se defienden de una invasión. No solo fue un ataque a un país, sino a la idea de democracia. A los que hemos criticado a Putin, cuando atacaba a periodistas, a la oposición, al colectivo queer, nos llamaban moralistas, buenistas, naíf, como si tuviésemos que tener paciencia con Rusia. No podemos aceptar que haya una contradicción entre política real y ética. No existe política real sin derechos humanos.

P: ¿En este mundo más polarizado, las democracias son más frágiles?

R: No estoy segura. Creo que en Europa estamos en un proceso de comprender algo, tras los choques de la invasión de Ucrania y la pandemia. Comprendemos los dos ataques que hemos sufrido en las últimas décadas: uno contra lo que tenemos en común y el otro contra la verdad. No solo necesitamos principios comunes como los derechos humanos, sino también cosas comunes tangibles, que la ola de privatizaciones nos quitó. Y luego los cambios técnicos permiten la subversión del discurso público, del pensamiento científico, a la vez que regímenes como China o Rusia sistemáticamente organizan campañas de desin­formación. Estamos perdiendo esta guerra híbrida.

P: ¿Es por esto que vivimos en tiempos de confusión e incertidumbre?

R: Hannah Arendt dijo que la realidad es lo que, en última instancia, tenemos en común. Hay gobiernos y empresas que tienen interés en que nos perdamos en discursos absurdos. La confusión es un producto, se fabrica, igual que el odio. Pero también la sociedad cometió errores. La caída del muro de Berlín y la idea estúpida del fin de la historia nos dejó satisfechos, gandules. Empezamos a tratar la democracia como una propiedad. No es algo que tenemos, es algo que hacemos.

“Creo en la promesa de Europa de que existe un modo de vivir que no es nacionalista, que tiene múltiples perspec­tivas”

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