¡Qué Ferias aquéllas! Eran el evento máximo del año
Había de todo y la población se volcaba
AÑORANZAS. La Feria de Reynosa era el máximo evento de entretenimiento para el pueblo.
El Mañana / Staff.- ¿Y cómo era la Feria? Era una Feria y Exposición Agrícola y Ganadera. Un evento, el evento máximo del año.
Llena de luces multicolores, merolicos, palenque de gallos, rueda de la fortuna, “caballitos”, restaurantes de tacos, muchos tacos. El que vendía las colchas y te daba un “pilón”.
Con un “chicharito” casi pegado a la nariz: “y lleve esta, y esta, y esta otra, ándele estamos de oferta, ándale, tú, sí, tú, dame esa colcha, esa y esta y aquella, ese cobertor, aproveche, porque esta noche quiero acabar todo”, decía.
Enormes restaurantes: los “stands’ de una cervecera o de otra y ahí entraba todo mundo, se sentaba, pedía de comer y veía las “tandas”.
Un mundo de animales: vacas, chivos, becerros, el olor a excremento de ganado, un toro con una argolla en la nariz, era el stand de los ganaderos, donde orgullosos los criadores exhibían sus animales que luego se exportaban; venían de diferente partes del estado a mostrar sus resultados en la crianza.
El serpentario donde los chiquillos admiraban arañas y víboras, la de “siete cabezas”, la cornuda, esa “la que mató a su mamá”, por eso le cayo la maldición y la convirtieron en un animal que se arrastra.
El recorrido con la familia, el hacer fila para comprar los boletos en las taquillas, y los empleados del gobierno municipal les tocaba trabajar de noche, recogiendo boletos y ayudando a controlar las entradas.
“Un agosto” para la policía municipal, porque a un parroquiano a veces le tocaba que lo detenían hasta dos veces por noche, porque era “muy terco” y se regresaba al palenque, donde lo mismo peleaban gallos que cantaba el artista de moda.
Desde que el alcalde y su comitiva, acompañado del representante del gobernador en turno, y funcionarios de puntos circunvecinos cortaban el listón inaugural; cosa curiosa a todo mundo se le daban tijeras, y una cascada de truenos y juegos pirotécnicos iluminaban el despejado cielo de esta frontera.
Caía el listón y todos aplaudían. Un mayor de Hidalgo, o el de McAllen hacían acto de presencia,
El teatro del pueblo donde se presentaban desde payasos hasta cantantes serios.
Los stands del municipios, del Estado, de la SARCH, espacios pequeños donde presentaban maquetas de sus avances en obra pública, eran informes que a mucha gente se le hacían aburridos y ahí estaban uno que otro funcionario haciendo “guardia”.
Y el popular “trenecito” que era la delicia de chicos y grandes.
Que si era una semana o dos o tres, pero siempre parecía que el tiempo era corto y pasaba muy rápido para la Feria de Reynosa.
