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Primer puente colgante

El cruce que se utiliza actualmente de regreso de Hidalgo a Reynosa, es el más antiguo en el río Bravo en los límites fronterizos de este municipio

Cronista Municipal de Reynosa

Primer puente colgante

Antes de que se abriera al tráfico, el primer Puente Internacional de hormigón pretensado, el 1º de junio de 1967, existieron en el mismo sitio de ese cruce, en diferentes épocas, dos puentes metálicos colgantes o de suspensión, y uno provisional de madera. El puente que se utiliza actualmente de regreso de Hidalgo a Reynosa, es el puente más antiguo en el río Bravo en los límites fronterizos de este municipio. Parte del historial de la construcción de este último puente quedó visualmente registrada en la colección del fotógrafo Jesús Cavazos, resguardada actualmente en el Archivo Municipal de Reynosa. 

Los otros tres puentes anteriores se encuentran representados en postales y fotografías de la época, algunas conservadas en el archivo personal del segundo cronista municipal de Reynosa, César Humberto Isassi Cantú. En este artículo nos concentramos en la historia del primer puente colgante, que selló el inicio de esta ciudad fronteriza como un lugar turístico y de intercambio comercial. Este primer puente existió en este punto entre el 10 de julio de 1926 hasta el 12 de noviembre de 1939, cuando ocurrió su trágico final.

El contrato para el proyecto del primer Puente ?Internacional Reynosa-Hidalgo se celebró casi un año antes de su inauguración, en agosto de 1925. La documentación de enero de 1926, que se encuentra en el Archivo Municipal de Reynosa, informa que desde el 15 de diciembre del año anterior se dio el permiso para su construcción a la “Valley Bridge Company de Reynosa.” La conclusión de la obra se programó para el domingo 4 de julio de 1926, sin embargo, sufrió un retraso de 6 días, aplazando su ?inauguración hasta el sábado 10 de julio. 

Los arreglos para las celebraciones se hicieron desde el jueves anterior entre el alcalde Frank B. Freeland, de ?McAllen y el alcalde Ramón García Garza, de Reynosa. A las 4 de la tarde del 10 de julio, a mitad de puente, los alcaldes intercambiaron discursos de beneplácito, sumándoseles también el del vicecónsul de México en McAllen, S. J. Treviño. Entre los concurrentes se encontraba el entonces mayor Tiburcio Garza Zamora, el capitán Felipe Gaitán y otros miembros del ejército mexicano, aduana y migración.

EL FESTEJO

El alcalde Freeland y el presidente de la Cámara de Comercio de McAllen E. A. McDaniels, de parte de los Estados Unidos, y el presidente García y el vicecónsul Treviño, de parte de México, dieron el banderazo oficial para la apertura al tráfico vehicular. En ese momento, este Puente Internacional se convertía en el número seis de la larga frontera entre las dos naciones. Durante la ceremonia a mitad de puente, la orquesta de la villa de Reynosa interpretó los himnos nacionales de México y de los Estados Unidos. 

La plaza principal de Reynosa pronto se llenó de automóviles provenientes prácticamente de cada uno de los pueblos del Valle de Texas, con personas que venían a presenciar tal acontecimiento. Ahí continuaron los discursos tanto en inglés como en español, saludándose y felicitándose entre los residentes de ambos lados del río. La banda municipal de McAllen amenizó un agradable repertorio tanto de piezas musicales mexicanas como estadounidenses. 

La ceremonia se convirtió en fiesta de gala con música y baile que duró ya entrada la noche. Momentáneamente, la Ley de pasaportes permitió la indulgencia de visas por el tiempo que duraron los festejos, incluyendo el costo gratuito de peaje. El horario oficial para el cruce fue posteriormente establecido entre las 8 de la mañana y las 7 de la tarde.

EL TURISMO

La apertura del Puente Internacional creó grandes expectativas para la pequeña villa de Reynosa. Ese siguiente lunes se pusieron en subasta 300 negocios y propiedades. Pronto la villa salió del letargo provincial, proyectándose como un lugar importante para el turismo. 

En Reynosa proliferaron los casinos, cabarets, casas de juego, restaurantes y todo tipo de diversión durante la época de la Ley Seca de los Estados Unidos. Pues entre 1920 y 1933, estuvo prohibido vender bebidas alcohólicas en el país vecino. Ese acto ilícito se perpetuó en Texas durante los años subsecuentes. 

En menos de medio año la villa fue elevada a la categoría de ciudad, el 1º de enero de 1927. Se dio el desarrollo de la primera colonia fuera del primer cuadro urbano de Reynosa, la Bellavista. En esos años surgen los primeros sindicatos asociados con los servicios del turismo, como fue el de filarmónicos, meseros y choferes. 

En los casinos que se establecieron desde el Puente Internacional hasta la plaza principal, existían las famosas máquinas de juego conocidas como “nickleras.” En ese entonces, los residentes del Valle de Texas bautizaron en forma burlona al camino que venía desde McAllen hasta el Puente Internacional como “Nickel-Plated-Road-to-Hell”, algo así traducido como el “camino al infierno chapado de monedas de cinco centavos (nickels).”

EL FIN DEL PUENTE

Este primer puente tuvo que ser rehabilitado en el año de 1933, debido a que el muelle de concreto en el lado americano se hundió más de un metro, el 6 de noviembre, como resultado de las grandes inundaciones de 1932 y 1933. 

Después, con un poco más de 13 años de servicio el 12 de noviembre de 1939, el puente colgante entre Reynosa e Hidalgo se hundió en segundos en las aguas turbias y frías del río Bravo, con dos automóviles y ocho personas que lo cruzaban en ese momento. Otros cuatro automóviles cerca de la caseta de cobro del lado americano se deslizaron por el barranco del río, alcanzando a detenerse a unos metros del agua. De ocho, siete ocupantes lograron salir ilesos de sus vehículos que quedaron repentinamente convertidos en chatarra. Esto sucedió al romperse los cables que suspendían el puente en el lado americano, en lo que era el macizo de concreto que servía de anclaje. 

La construcción consistía en una estructura metálica que incluía dos pares de torres en cada lado del río, que estaban a su vez sentadas en dos muelles de concreto. El piso de madera y su estructura metálica quedaban suspendidas en el aire a través de centenares de cables entrelazados que formaban un par de calabrotes de aproximadamente 30 cm de diámetro, que corrían por ambos lados del puente

Estos dos calabrotes estaban anclados a cuatro macizos de concreto de 227 toneladas cada uno, que escasamente sobresalían del suelo en los extremos del puente. El error principal de ingeniería fue el manejo de un solo cordaje por ambos lados del puente, esto fue corregido después con múltiples cordajes, cuando se construyó el segundo puente en ese mismo lugar. 

Francisco Delgado de Edinburg fue el único que falleció en el desastre cuando su carro Ford V8 modelo 1938, sedán de dos puertas, cayó al río con otros tres pasajeros. Anastasio Espinosa quedó gravemente herido y en una entrevista que se le hizo muchos años después del suceso, recordó que era un día oscuro y nublado. También comentó que otro de sus compañeros, que salió ileso, falleció dos semanas después en una volcadura en un viaje que hacía a Santa Rosa, Texas. 

Abundio Amador de Hargill, Texas, manejaba un automóvil cupé y resultó con fracturas de cráneo, hombro y heridas en el pecho, pues su automóvil había caído de una altura de casi ocho metros cerca del lado mexicano, donde el río tenía tan solo un metro de profundidad. Su acompañante salió ileso. 

Ramiro Rodríguez, encargado de la caseta de cobro en México y empleado por años de la Valley Bridge Company, fue el héroe del momento al tirarse desde el centro del puente colapsado al río, rescatando a dos peatones residentes de Reynosa. Intervino en el rescate de los automovilistas, que duró por horas. 

Eran alrededor de las 17 horas de ese domingo 12 noviembre de 1939, cuando cayeron los automóviles y los peatones al río. Siete sobrevivientes fueron atendidos por doctores en el Hotel Barreda en Reynosa. Del lado americano uno de los choferes fue llevado al hospital de McAllen con una fractura en un tobillo. En Reynosa quedaron entre 25 a 30 automóviles sin poder regresar a Texas, obligando a algunos de sus choferes a viajar hasta Río Rico y cruzar al lado de Texas cerca de Mercedes. 

El presidente de la Valley Bridge Company, el famoso Joe (Joseph) Pate, se encontraba en su rancho en el municipio de Reynosa. Pate fue el principal promotor e inversionista de tres puentes internacionales: Río Rico, Reynosa y Roma. También fue socio del puente más alto en el estado de Colorado, el Royal George. En el cruce Reynosa-Hidalgo, Pate ordenó a los carpinteros de Reynosa y de Texas la construcción de un puente provisional flotante o de pontones, mientras se construyó un nuevo puente colgante. Este último fue vendido a la ciudad de McAllen en el año de 1960 y funcionó hasta 1967, como se mencionó al principio de esta nota.

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