Papa saluda a venezolanos en el día de la consulta opositora
El Papa Francisco dirigió hoy un saludo especial a la comunidad venezolana en la Plaza de San Pedro durante su bendición dominical, en el día en que la oposición de ese país convocó a una consulta contra el proyecto de modificar la Constitución.
“Un saludo especial dirijo a la comunidad católica venezolana, renovando la oración por vuestro amado país”, dijo el Papa, asomado a la ventana de su estudio privado en el Palacio Apostólico del Vaticano y ante miles de personas.
Antes de los saludos, el Papa reflexionó sobre un pasaje bíblico y recordó que Jesús, cuando hablaba, usaba un lenguaje simple y usaba también imágenes que eran ejemplos tomados de la vida cotidiana, para ser comprendido fácilmente por todos.
Aseguró que, por esto, lo escuchaban con buena disposición y apreciaban su mensaje que llegaba derecho a su corazón y no era un lenguaje complicado para comprender, que usaban los doctores de la ley de su tiempo, que no se entendía bien sino que estaba lleno de rigidez y alejaba a la gente.
“Con este lenguaje, Jesús hacía entender el misterio del reino de Dios, no era una teología complicada”, insistió, hablando en italiano. Así explicó la parábola del sembrador que tira sus semillas en diversos terrenos, desde la calle hasta terreno fértil.
Más adelante constató que todos los seres humanos tienen espinas y piedras, como esos terrenos donde la semilla no logra prender: son los vicios, precisó, que “se pelean con Dios” y “sofocan su presencia”.
Más de la sección
Incluyó entre los vicios a los ídolos de la riqueza mundana, el vivir ambiciosamente, para uno mismo, para el poder y el tener.
“Si cultivamos estas espinas, sofocamos el crecimiento de Dios en nosotros. Cada uno puede reconocer sus pequeños grandes espinos, los vicios que habitan en su corazón, aquellos arbustos más o menos enraizados que no gustan a Dios e impiden tener el corazón limpio”, siguió.
Según Jorge Mario Bergoglio, se necesita arrancar y tirar todos esos vicios, de otra manera “la palabra no traerá fruto” y “la semilla no se desarrollará”.
“Preguntémonos si nuestras piedras de la pereza son todavía numerosas y grandes, identifiquemos y llamemos por su nombre a los vicios. Encontremos valentía para hacer una buena limpieza del terreno, de nuestro corazón”, instó.
“Un saludo especial dirijo a la comunidad católica venezolana, renovando la oración por vuestro amado país”, dijo el Papa, asomado a la ventana de su estudio privado en el Palacio Apostólico del Vaticano y ante miles de personas.
En la plaza vaticana, para seguir el rezo del Angelus en un infernal mediodía romano, se congregó un grupo de venezolanos, mientras en Roma y en otras ciudades del país se lleva a cabo la votación convocada contra la Asamblea Constituyente que impulsa el presidente Nicolás Maduro.
Antes de los saludos, el Papa reflexionó sobre un pasaje bíblico y recordó que Jesús, cuando hablaba, usaba un lenguaje simple y usaba también imágenes que eran ejemplos tomados de la vida cotidiana, para ser comprendido fácilmente por todos.
Aseguró que, por esto, lo escuchaban con buena disposición y apreciaban su mensaje que llegaba derecho a su corazón y no era un lenguaje complicado para comprender, que usaban los doctores de la ley de su tiempo, que no se entendía bien sino que estaba lleno de rigidez y alejaba a la gente.
“Con este lenguaje, Jesús hacía entender el misterio del reino de Dios, no era una teología complicada”, insistió, hablando en italiano. Así explicó la parábola del sembrador que tira sus semillas en diversos terrenos, desde la calle hasta terreno fértil.
Más adelante constató que todos los seres humanos tienen espinas y piedras, como esos terrenos donde la semilla no logra prender: son los vicios, precisó, que “se pelean con Dios” y “sofocan su presencia”.
Incluyó entre los vicios a los ídolos de la riqueza mundana, el vivir ambiciosamente, para uno mismo, para el poder y el tener.
“Si cultivamos estas espinas, sofocamos el crecimiento de Dios en nosotros. Cada uno puede reconocer sus pequeños grandes espinos, los vicios que habitan en su corazón, aquellos arbustos más o menos enraizados que no gustan a Dios e impiden tener el corazón limpio”, siguió.
Según Jorge Mario Bergoglio, se necesita arrancar y tirar todos esos vicios, de otra manera “la palabra no traerá fruto” y “la semilla no se desarrollará”.
“Preguntémonos si nuestras piedras de la pereza son todavía numerosas y grandes, identifiquemos y llamemos por su nombre a los vicios. Encontremos valentía para hacer una buena limpieza del terreno, de nuestro corazón”, instó.