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Se apagó una luz brillante

Ante nuestro propio misterio siempre surge la misma pregunta: ¿por qué, por qué la vida? Y con ésta, una segunda pregunta: ¿para qué, para qué nuestra vida?

“Ante nuestro propio misterio siempre surge la misma pregunta: ¿por qué, por qué la vida? Y con ésta, una segunda pregunta: ¿para qué, para qué nuestra vida? Hombres a la ves perdidos y encontrados en un mundo que desconocemos, nos vemos llevados por la inquietud, por el desasosiego y por la esperanza. Las preguntas acerca del sentido de la vida son un hecho. Se las han planteado, desde lo más antiguo de la historia, todos los hombres, se las han planteado los poetas, se las han planteado los artistas. Se la plantean, desde que la filosofía es filosofía, los filósofos”, dijo Ramón Xirau.

Ramón Xirau, quien ayer fue a incorporarse al cosmos, lo dijo en el prólogo de su libro Introducción a la historia de la filosofía, que, desde 1964 es el texto inicial de la escuela filosófica mexicana y quizá de la América Latina. Por ello, el doctor en filosofía, Pedro Stepanenko Gutiérrez, afirmó, durante la celebración del noventa aniversario del natalicio del poeta y filósofo, que: “En algún sentido, todos somos alumnos de Ramón Xirau”, dado que texto devino en el primer acercamiento a la historia del pensamiento.

Se apagó una luz brillante

Para hablar de Xirau, es necesario recurrir a las majas palabras de otro de los grandes de las letras y el pensamiento mexicano e indoamericano, Octavio Paz, quien lo llamara ‘hombre puente’: “En primer término: puente entre sus dos vocaciones más ciertas y profundas, la poesía y la filosofía [...] la obra de Ramón Xirau también comunica a dos idiomas: el catalán y el castellano. [...] Ramón Xirau es hombre-puente, entre otras cosas, por ser un liberal catalán de México. [...] Debo mencionar otras [orillas]: el pensamiento de Xirau es un puente entre diversas generaciones poéticas –modernismo y postmodernismo, vanguardia y poesía contemporánea– y entre obras y personalidades opuestas o distantes: Sor Juana Inés de la Cruz y Xavier Villaurrutia, Vicente Huidobro y José Gorostiza, los poetas concretos del Brasil y Marco Antonio Montes de Oca y José Emilio Pacheco, Carlos Pellicer y Federico García Lorca”.

En cuanto a su obra, también existe un puente entre lo que definió como filosofías pendulares y las filosofías espirales, que resume en su libro El péndulo y la espiral, publicado en 1959, en el que expresa una frase contundente y lapidaria, que hizo cimbrar el andamiaje endeble construido a partir de las ideas de Gaos, a quien dedica uno de sus últimos ensayos: “Quiero aclarar en este punto que no creo que exista ninguna filosofía de la historia”, con la que rechaza todas aquellas propuestas que quieren esquematizar e inmovilizar el dinámico flujo del pensamiento.

El catalán mexicano, expresa que las filosofías pendulares son: el materialismo histórico; el positivismo y la teoría de las estaciones de las civilizaciones, enunciadas en La decadencia de Occidente, por el alemán Oswald Spengler. Que las filosofías espirales con las que señala Bergson en su teoría del desarrollo del espíritu humano, en que se busca perseguir la dinámica de la vida humana, en lugar de atraparla y encorsetarla en un esquema mecánico y preestablecido.

Es evidente que Xirau se dejó cautivar por la cultura maya y sus elementos singulares traídos como un aporte a la civilización occidental: la posibilidad de un gobierno femenil, sus grandes conocimientos astronómicos con la medición exacta del tiempo, la aplicación y uso del cero, la escritura jeroglífica, sus conocimientos matemáticos y de ingeniería, que les permitieron construir pirámides y edificio bellos, funcionales y casi perfectos, y su convicción de la existencia de un inframundo, con la infalibilidades de sus profetas. 

La poesía de Xirau es profunda y ciertamente difícil: “A Octavio Paz, en su aniversario. 

Rojas las cerezas,/ rojo el claustro iluminado/ de vidas limpias. Claridad.

¿El sol, cántico de fuego? 

Rojas las cerezas/ todo luz, todo mar/ todo claustro.

Ramón Xirau escribió más de 40 libros, recibió los siguientes honores y distinciones: Premio Mazatlán ( 1990).  Premio Internacional Alfonso Reyes (1988). Premio Universidad Nacional (1988). Doctor Honoris Causa, Universidad Nacional Autónoma de Barcelona (1984). Doctor Honoris Causa, Universidad de las Américas (1970). Becario de la Fundación Guggenheim ( 1961 y 1966).  Becario de la Fundación Rockefeller (1950, 1955, 1956). Premio Nacional de Ciencias y Artes (25 de septiembre de 1995). Miembro de Número de la Academia Méxicana de la Lengua (25 de octubre de 1994) Investigador Emérito (11 marzo de 1993)  Premio al Mérito Académico (1992) 

Legión de Honor (Francia, 1991)  Chevalier des Arts et des letters (Francia, 1985) 

Orden e Isabel la Católica (España, 1979)  Palmas Académicas (Francia, 1979) 

Comendador (Italia, 1971)  Chevalier de lórdre du Mérite (Francia, 1964)

Murió a los 93 años, ¡descanse en paz!