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Revolución de Octubre y el arte

En el llamado mundo occidental se dijo fuerte y quedito que la URSS dejó de lado e incluso censuró el arte de vanguardia, pero hay nombres que prueban que la vanguardia acompañó la Revolución de Octubre.

En el llamado mundo occidental se dijo fuerte y quedito que la URSS dejó de lado e incluso censuró el arte de vanguardia, pero hay nombres que prueban que la vanguardia acompañó la Revolución de Octubre.

En las primeras décadas de la Revolución es Trotsky quien ofrece el panorama más completo sobre el arte. Para él, la corriente predominante es la vanguardia futurista que canta la modernidad de entonces: el acero, el ferrocarril, el automóvil, las ciudades y la velocidad. Existió el futurismo fascista que capitaneó Marinetti en Italia y el futurismo ruso que se une al nombre de Maiakovski. El manifiesto futurista (de 1910) de Marinetti postula que un automóvil de carreras es más bello que la Victoria de Samotracia, símbolo del arte clásico y que se encuentra en la entrada del museo de Louvre. Se cataloga fascista a Marinetti no sólo porque perteneció a ese partido, sino porque considera a la guerra como un proceso de higiene y a su delirante misoginia une la idea del superhombre.

Revolución de Octubre y el arte

Las otras tendencias artísticas que conviven con la revolución bolchevique, siempre según Trotsky, son los narodniki, (en español, populistas) que reivindican la cultura del pueblo, consideran a los campesinos la clase revolucionaria y, al igual que León Tolstói, tienden al anarquismo y comparten la idea de la supresión del Estado.

Maiakovski, principal representante del futurismo ruso, crea una agencia de publicidad y junto con Ródchenko, quien se responsabiliza del diseño gráfico, inventa slogans para sus carteles revolucionarios. Ródchenko, que encabeza la vanguardia constructivista, cumple puestos administrativos tan importantes como reorganizar los museos y las escuelas de arte.

Kandinski, a quien se considera el padre de la pintura abstracta, acepta puestos administrativos culturales por un tiempo y termina por unirse a grupos en Alemania y Francia, sin tampoco querellarse con el régimen soviético. A su vez, Malévich, el creador de la vanguardia suprematista, convive felizmente con el régimen soviético hasta su muerte, en 1935. Interesante es que en un viaje a Alemania, Malévich influyó en la Bauhaus.

En México, el movimiento futurista se llamó Estridentismo y entre los nombres más notables están Fermín Revueltas, el pintor de la famosa estirpe, y la fotógrafa Tina Modotti.

A estas alturas, el lector se preguntará ¿y el realismo socialista? El muy difundido Decreto Zhdanov que filia la URSS a esta corriente artística se establece el 10 de febrero de 1948, cinco años antes de la muerte de Stalin.

El realismo socialista cuenta en su haber, con las siguientes e indiscutibles obras maestras. La madre de Máximo Gorki, a quien se hace padre, creo que a destiempo, del realismo socialista, pues la obra es de 1907, diez años antes de la Revolución. El Don apacible de Shólojov se considera la obra cumbre del realismo socialista, sin embargo, una obra menos conocida de Shólojov y que tiene el título poco atractivo de Ellos murieron por la patria, –una novela contra la invasión nazi– me arriesgo a decir que es superior con mucho a Adiós a la armas de Hemingway, que no es obra menor.

En el cine, de Sergei Eisenstein es El acorazado Potemkin, que se considera la más comentada película de todos los tiempos, y a ella habría que sumar Octubre, con su recreación de la toma del Palacio de Invierno y su impresionante Iván el Terrible.

Los nombres y obras citadas prueban el acompañamiento de la Revolución y el arte.

(*)(Integrante del Centro de Análisis de Coyuntura Económica, Política y Social)

El Universal

Correo: caceps@gmail.com


Carmen Galindo

Carmen Galindo

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