Editoriales > OTROS DATOS

Reconciliación

Iniciar un proceso de reconciliación nacional, se convierte en una alternativa que nos permita hacer del pasado un lugar de referencia y no de residencia política

Que complicada fue la segunda quincena de septiembre, dos semanas en las que vimos de todo, Vicente Fox queriéndole dar en la “madre” a la 4T; la exhibida para “Alito” Moreno del mismo modo que a Manuel Bartlett y sus propiedades no declaradas; el desafortunado reconocimiento al valor de secuestrar y asesinar un ser humano, más aún personaje de los que le hacen tanta falta al país como Don Eugenio Garza Sada.

El lamentable episodio de un grupo de senadores que acosó a los Gobiernos de Tamaulipas y Guanajuato; Javier Duarte y la caja china; Ayotzinapan y el giro en las investigaciones; Claudio X. González y su presunto intento de pegar en la línea de flotación del gobierno; la despenalización del aborto en Oaxaca; y hasta José José se nos adelantó y su cuerpo que no aparecía. 

Reconciliación

Acabábamos de pasar un momento tan simbólico como el Grito de Independencia y todo lo que ello conlleva, significa y representa para los mexicanos, cuando el destino, la dinámica gubernamental, pero particularmente la clase política, se “activó” y comenzó a polarizar nuevamente la vida nacional.    

Hoy, mientras escribo estas líneas, se prepara CDMX para “la madre de todas las marchas” organizada por colectivos, ciudadanos y organizaciones que recuerdan el movimiento de los estudiantes de 1968, de impulso a procesos de cambio, de exigir derechos y reivindicación, un momento que marcó la vida de México. Una herida histórica aún abierta como muchas.

El pasado sigue alcanzándonos, es combustible perfecto de quienes en el encono encuentran una forma de vida, de justificación de su existencia, atractivo para algunos políticos y líderes sociales de avivarlo según sus causas lo requieran. La historia, como lo comenta Lorenzo Meyer en su última entrega, está siempre en proceso de revisión y reescritura, cada época y grupo social reinterpreta el pasado según su situación presente.

Iniciar un proceso de reconciliación nacional, se convierte en una alternativa que nos permita hacer del pasado un lugar de referencia y no de residencia política; perdonar, no lo cambia y evidentemente no se debe olvidar, pero sin lugar a dudas, si modifica el futuro, podemos transitar sin cargar ese peso en nuestros hombros. Eliminar el pasado, como un recurso para pretextar la inoperancia del presente o por qué debemos sentir antipatía hacia cualquier corriente política puede ser benéfico.  

Existen tantos pendientes a lo largo del país. Difícilmente un gobierno de cualquier nivel sin el respaldo social podrá enfrentarlos con buenos resultados. Lo urgente y lo importante ya se fusionó. México es mucho más que ser “ultra” derecha o izquierda, el pasado es incómodo, la memoria también, es tiempo de dejarlo atrás y ver hacia adelante, con altura de miras.

Un nuevo periodo de estabilidad y crecimiento solo puede darse si todos trabajamos en frente común, promoviendo el debate donde nuestras diferencias nos enriquezcan, sea la argamasa con la que se construyan las decisiones que necesita el país, dejando de lado las discusiones estériles con posturas irreconciliables que solo buscan exhibir y polarizar. Los mexicanos con su voto dieron una nueva oportunidad, ojalá la mezquindad no la destruya.