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Quinta carta abierta a López Obrador

Querido presidente:

Cada vez me cuesta más trabajo llamarte así. Has promovido demasiado odio, desprecio y agresión como para seguirte queriendo. Siempre es duro vivir de cara al precepto de Jesús de amar a los enemigos. Muchas víctimas, desde hace 10 años, nos levantamos cada mañana luchando contra nuestro odio para ponernos del lado del perdón que va de la mano de la justicia. Tú, en cambio, te has empeñado en lo contrario: al perdón has opuesto el linchamiento; a la justicia, la venganza; a la amistad, que es contraria a la complicidad, el desprecio y la aversión. Tu lectura del Evangelio ha sido más la del fariseo o la del inquisidor, que la de un hombre que lucha contra sí mismo para ser un digno discípulo del pobre de Nazaret.

Quinta carta abierta a López Obrador

Si te lo escribo de manera directa en una nueva carta es porque el 14 de septiembre se cumplieron dos años de los compromisos que estableciste en el Centro Cultural Tlatelolco con las víctimas de esta nación desgarrada, para crear un mecanismo extraordinario de Verdad y Justicia que trazara una ruta correcta hacia la paz. Al día siguiente no sólo les diste la espalda, sino que, como Calderón, a quien tanto odias y quien tanto te odia –quizá porque en el fondo se parecen demasiado–, y Peña Nieto, reforzaste la presencia del Ejército en las calles y desmantelaste, además, las endebles instituciones que las víctimas creamos como un camino hacia esa justicia necesaria.

El saldo es aterrador. Sin contar los cerca de 300 mil asesinados, más de 70 mil desaparecidos y 873 fosas clandestinas que heredaste como deuda de Estado y que ese día en Tlatelolco te comprometiste a resolver, tu traición nos ha costado ya 53 mil asesinados más (hombres, mujeres y niños), más de 5 mil desaparecidos, masacres en todas partes de la República y un absurdo intento por normalizar el horror. Dejo a un lado tu desprecio por los niños que mueren de cáncer y por las decenas de miles de muertos por la pandemia.

Ante ese panorama, que la masacre de la familia LeBarón evidenció, del 23 al 26 de enero de este año realizamos la Caminata por la Verdad, la Justicia y la Paz, que buscaba retomar la agenda de Tlatelolco. Pese a la dignidad de la caminata, tu actitud no sólo fue el desprecio –“Me dan flojera”, “son un show”, etcétera–, sino que, además, Morena envió a un grupo de provocadores que nos cerró el paso en el Zócalo, mientras los tuits y los bots de tus correligionarios deslegitimaban con mentiras e insultos las razones de la caminata.

Poco después, el 8 y el 9 de marzo, las mujeres de esta nación marcharon y paralizaron el país en protesta por la imparable ola de feminicidios. Tu respuesta fue también la descalificación: “Es claro que la derecha está metida”.

Ni las víctimas ni la gente te importan. Te interesa una entelequia llamada “pueblo”, una abstracción que, como toda abstracción, sólo sirve para justificar el desprecio, el odio y la violencia. 

Hoy la respuesta de las víctimas ha sido más radical: la toma de