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La realidad se impone

La OMS y demás especialistas aconsejan el uso del cubrebocas

En cuanto fue evidente la dimensión planetaria del Covid-19, gobiernos como Alemania, Japón, Corea, Nueva Zelanda y Rusia, tomaron la amenaza pandémica en serio. Cerraron fronteras, aplicaron masivamente pruebas de detección y protocolos enfocados a crear una cultura de prevención.

Esas acciones oportunas a pesar de los rebrotes, les están permitiendo establecer una “nueva normalidad” de manera más rápida mientras acotan eficazmente el impacto económico y social por la vía de inyectar recursos a las empresas para atemperar quiebras y mayor desempleo. Esos gobiernos ante la realidad, evaluaron los riesgos y la amenaza, alertaron a sus poblaciones, apoyaron a sus científicos y hoy anticipan logros fundamentales en la producción de vacunas. 

La realidad se impone

Al reverso de esa historia, los gobiernos populistas, como EU, Brasil y México, siguen evadiendo lo evidente, desde que impulsaron, en marzo, la versión de que la primavera 2020 frenaría la propagación del virus. Es memorable el comentario de Trump sobre la fragilidad del virus y la posibilidad de ingerir dosis de cloro como remedio o la convocatoria a usar imágenes religiosas de AMLO. 

Acorralados por la evidencia y récord de infecciones y decesos, los gobiernos populistas niegan los beneficios de utilizar cubrebocas. Muchos buscamos fortalecer el autocuidado, la sana distancia y el uso correcto de cubrebocas, aún así México ha sobrepasado oficialmente los 58,000 fallecimientos por Covid-19, y se estima que podrían ser hasta tres veces más.

En forma análoga a la seguida ante cualquier otra situación  amenazante  los enfoques simplistas ante el virus comenzaron por recomendar “abrazos y chupetes”. Se hizo evidente que no había suficientes camas de hospital, hasta que —con la ayuda del sector privado—, fueron instaladas áreas para atención de pacientes Covid. Luego vino la carencia de respiradores y su apresurada adquisición en medio de escándalos de corrupción y precios excesivos. 

La OMS y demás  especialistas  aconsejan el uso del cubrebocas. Aquí oficialmente se le desaconseja, aún cuando julio fue el mes con más contagios y agosto el de más fallecimientos. Hoy, López Gatell, responsable federal de atenderla, admite que domarla puede llevarse tres años. 

México se ubica entre los cuatro países con  la tasa más alta de fallecimientos, ya supera el 11%.  Todo indica que el 4 de noviembre los electores le apretarán las tuercas a Trump, en México aún se desconoce el costo que  el gobierno pagará por la pésima gestión de la pandemia,  por lo pronto el thriller Lozoya-Odebrecht  le ha servido al presidente para aumentar su aprobación; sin embargo, desaprovechó la oportunidad de manejar el caso con limpieza conforme a derecho por  su afán de hacer crecer su popularidad, desdeñando el debido proceso con lo que anuló él mismo al politizarlo la credibilidad de su programa anticorrupción.

Las omisiones del gobierno son graves, perdió la oportunidad de atender con eficacia la pandemia, de asumir el liderazgo, de unir a los mexicanos y de reactivar al país en todos los órdenes hasta el punto que Carlos Slim y otros empresarios han tenido que abocarse a la  producción de vacunas suficientes para el país y a impulsar con cuantiosos recursos económicos la reactivación de nuestra economía.

Creo que los gobiernos seguirán siendo juzgados por sus resultados y si el pueblo mexicano llega al 2021 con la bolsa del pantalón y la mesa familiar vacías, frustrada la promesa de educación, salud, seguridad, empleo, crecimiento y desarrollo se cocinará otra historia. La realidad acabará  imponiéndose.