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La diatriba, veneno de la libre expresión

La derrota de Trump tendrá que ser también la derrota de un estilo de comunicación.

Es muy pronto para saber si el entusiasmo por la derrota de Trump será también, de aprobación automática a las primeras decisiones de Biden, pero su llamado inicial a la reconciliación de los norteamericanos toca una fibra esencial para toda sociedad democrática, institucional sólida, fuerte y viable del siglo XXI.

La derrota de Trump puede marcar el principio del fin del populismo y de la era del racismo, el machismo, la discriminación, la ofensa, el insulto y el antagonismo como forma de hacer política.

La diatriba, veneno de la libre expresión

En la era de las comunicaciones inmediatas, es esperanzador por lo pronto, constatar con la derrota de Trump que una mentira repetida mil veces jamás podrá dar lugar a una verdad.

Biden traza líneas clave de su gobierno: los retos presentes no se resolverán desde una sociedad polarizada en el desprecio y el encono, sino respetuosa del otro y en el reconocimiento y vigencia del derecho y las leyes. Son sabidas varias de sus adversidades personales y políticas que le han dado un temperamento singular. Edad, esfuerzo y experiencia le han enseñado que los bienes de esta tierra jamás han sido producto del simple deseo o las ocurrencias de nadie.

Otra de las más firmes esperanzas del regreso de la cordura a la Casa Blanca tiene que ver directamente con el fortalecimiento de la libertad de expresión y el rescate de la palabra, de la prudencia, de la sensatez y de la ciencia.

Será una tarea enorme que deberá interesar al conjunto de la sociedad y a los medios. Se trata, nada menos de lograr que el debate abierto de los grandes temas se realice sin censura, pero basado en hechos sólidos y verificables y no en meras descalificaciones o flagrantes mentiras. En una decisión extrema y controvertida tres cadenas televisivas lo sacaron del aire apenas mencionó que había “votos ilegales”.

En México, es lamentable y grotesco que el mismo día que se percibe un clima positivo y esperanzador por la derrota de Trump, se produce la diatriba mañanera contra EL UNIVERSAL y Reforma que documentan y publican historias diferentes, una sobre actos ilegales de un colaborador muy cercano del presidente y otra por la desviación de fondos en un municipio tabasqueño encabezado por una correligionaria suya.

La derrota de Trump tendrá que ser también la derrota de un estilo de comunicación. Quizá el periodismo político deba rescatar y fortalecer, ante sus públicos, el compromiso de vigencia y de respeto a un código de ética que obligue a diferenciar la noticia y la información de la simple opinión y recuerde a sus lectores que el manejo de simples percepciones, creencias personales y datos falsos —tan propios de las redes sociales— es un piso demasiado inestable para colocar en él cualquier noticia importante.

De fondo, el populismo de derechas o izquierdas es siempre el mismo: sembrador de odios y divisiones. Hoy ha mostrado suficientemente su estrechez y su mentira. Es tiempo de saber que solamente desde la unidad nacional se podrá lograr el progreso y el desarrollo.

El año 2021 está cerca.  Para México será la oportunidad de construir un sistema político, republicano y federalista que jamás hemos tenido a cabalidad.  Habrá que empezar por elegir un congreso plural que substituya a una mayoría que actúa más como empleada del presidente, que como representante del pueblo. Las decisiones deberán proponerse, discutirse y someterse al consenso de las Cámaras y evitar los errores, desaciertos, destrucciones y atropellamientos que hoy padecemos