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Irán-EU: la espiral en ascenso

El conflicto entre EU e Irán se ha mantenido escalando y, a pesar de que hasta hace muy poco, la posibilidad de un enfrentamiento armado era distante, se ha activado una espiral cuyas acciones-reacciones podrían salirse de control. Es por ello que autores y centros de análisis, incluso de posturas usualmente duras, están recomendando a la Casa Blanca dar tres pasos para atrás y evaluar con mucho más calma las potenciales repercusiones de entrar en un nuevo conflicto armado cuya salida podría ser, como suele suceder, prolongada e incierta. Vale la pena entonces revisar nuevamente el contexto general para entender en qué marco ocurren los últimos eventos y cuáles son los riesgos que se podrían materializar.

El panorama está marcado por el retiro estadounidense, hace un año, del acuerdo nuclear que, junto con cinco potencias y la UE, Obama había firmado con Irán. La salida de Estados Unidos no cancelaba automáticamente dicho acuerdo, dado que había otras seis partes firmantes. No obstante, un año después, ha quedado claro que las otras partes han sido incapaces de evitar el colapso de la economía iraní.

Irán-EU: la espiral en ascenso

Esto produce continuamente tensiones al interior de Irán, lo que lleva al presidente Rohani a anunciar hace unas semanas, una serie de medidas que si bien, aún no retiran a Teherán del acuerdo, apuntan hacia el posible inicio del fin del pacto.

Ese es el contexto en el que, en unos pocos días, ocurren los siguientes eventos: (a) El anuncio por parte de Washington de peligros "inminentes" por potenciales ataques de fuerzas afines a Irán y la decisión consecuente de aumentar su presencia naval en el Golfo Pérsico; (b) El sabotaje de varios buques petroleros, incluidos dos saudíes que transportaban petróleo de exportación, en las costas de Emiratos Árabes Unidos; (c) Un ataque con drones por parte de los Houthies en contra de instalaciones petroleras saudíes (Los Houthies, apoyados por Irán, luchan en Yemen una guerra en contra de actores aliados a Arabia Saudita, y en contra de la intervención militar saudí en ese país); (d) El envío de misiles por parte de los mismos Houthies hacia La Meca; (e) Un misil en Irak es lanzado por alguna de las milicias afines a Irán y cae a menos de 2 km de la embajada estadounidense en ese país; (g) La filtración de un posible plan que incluiría el despliegue de 120 mil efectivos estadounidenses para enfrentar a Irán; (h) El tuit de Trump: "Si Irán quiere pelear, ese será el final oficial de Irán".

Teherán, por supuesto, niega cualquier responsabilidad en los ataques y sabotajes mencionados. Por otra parte, sabemos que, en principio, Trump no favorece una intervención militar. Lo que pasa es que el magnate parece no haberse dado cuenta de que sus estrategias de "presión máxima" iban a liberar a toda clase de demonios, tanto en Washington como en Teherán, activando espirales como las que ya estamos viendo materializarse.

Por ahora, las medidas tomadas por parte de Estados Unidos, fuera de despliegues navales y muestras de músculo, siguen estando en los terrenos económico y diplomático. Pero en la medida en que las acciones hostiles por parte de terceros actores financiados, armados y apoyados por Irán en contra de intereses estadounidenses o de sus aliados se mantengan escalando, o bien, si es que Teherán termina optando por reanudar parcial o totalmente su actividad nuclear a niveles prohibidos por el aún vigente pacto, el potencial de un enfrentamiento seguirá aumentando. Parece entendible el por qué hoy tantas voces, de todas las posiciones, están recomendando a la Casa Blanca desactivar la espiral.