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Historia de rescates

Ya quitadas las máscaras, el sector empresarial, la oposición política y las hordas fascistas que les hacen el caldo gordo, van con todo en contra del gobierno democrático que busca restaurar el imperio de la ley y para ello propone que primero los pobres, esos millones de mexicanos que han debido apretarse el cinturón con 'medidas dolorosas, pero necesarias', implementadas por el capitalismo salvaje montado en el brioso corcel de la globalización que asaltó el poder para seguir engordando sus talegas.

La demanda es un nuevo rescate financiero con fondos públicos obtenidos mediante créditos emanados de organismos financieros internacionales, con el pretexto infantil de preservar la planta productiva y mantener el empleo formal. La historia, esa gran maestra, demuestra que nunca los rescates de empresas han servido para paliar los efectos de las crisis sobre las masas populares, cuyos ingresos han venido en cascada desde el gobierno débil de Miguel de la Madrid, quien entregó el poder político al poder económico.

Historia de rescates

La historia de los rescates es larga e irritante. Comenzó con José López Portillo en 1981, cuando Banobras otorgó a Alfa del grupo regiomontano Vitro aquel escandaloso cuanto ilegal préstamo por mil millones de pesos, con dudosas garantías de por medio. Al chico rato, ese dinero estaba convertido en dólares y se había depositado en cuentas bancarias de los Estados Unidos. La deuda contraída por las grandes empresas y absorbida en buena medida por el erario, creo desempleo, pobreza y desesperación.

Durante el salinismo se acendró la alianza con la derecha y el pensamiento fascista, y se llevó a cabo la cena de la tómbola durante la cual se jugaron las empresas del Estado mexicano entre los 30 ricachones del Anáhuac para crear fortunas pantagruélicas de última hora, convirtiendo los monopolios públicos en monopolios privados que siguieron operando a sus anchas sin acatar las limitaciones que imponen tanto la ley como el mercado. Pero, fueron tan malos que crearon las empresas pobres con empresarios ricos.

En junio 1996, el presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Héctor Larios (sí, el político panista), anunció un "rescate financiero para reestructurar los créditos de empresas que no pueden afrontar sus pagos, mediante un plan con recursos fiscales que ascenderían a 800.000 dólares, y que se distribuirá entre empresas de 14 de los 31 estados del país y su función será sólo de salvamento".

En el portal de Fundapymes, Enrique Núñez Montelongo plantea: "He visto, durante estos treinta años trabajando como asesor de empresas, que en la misma época, en la misma ciudad y en la misma actividad económica, algunos emprendedores no logran levantar la cabeza mientras que otros construyen grandes empresas y acumulan fortunas impresionantes". Luego explica que podrá tener un mejor futuro el que conoce su negocios desde abajo por haberlo creado con sus manos y se paga un salario justo mientras llega a ser rico.

Desde luego, se refiere a los auténticos empresarios, que se la juegan día a día en competencia abierta y buscan tener como aliados a clientes, proveedores y trabajadores; no a los que viven enchufados a los presupuestos oficiales y hacen negocios turbios facturando sobreprecios para que emerja el moche para todos, o los que, como el burro que tocó la flauta, llegaron a las empresas por un descuido del cielo y carecen de lo que se necesita para hacerlas florecer aún en condiciones adversas y difíciles.

Continuando con los rescates. El mayor y más escandaloso de todos sigue siendo el Fobaproa, ideado y ejecutado por Ernesto Zedillo. Por su propia voz, el expresidente reconoce que: "Tuvimos que rescatar de la quiebra masiva a los bancos Pero ese rescate tuvo un costo equivalente, entonces, al 20% del Producto Interno Bruto del país. Eso es más grande, inclusive, que lo que ha pagado el gobierno estadunidense por rescatar a sus bancos. Tan alto fue el costo del rescate, que todavía sigue pagándolo el país. Fue una decisión dura; es difícil decir que vas a gastar esta enorme cantidad de dinero y, al mismo tiempo, decir a la gente que debe ser más austera, porque reducimos el gasto público en un 3%".

Los bancos rescatados fueron vendidos por sus dueños a entidades financieras internacionales con muy elevadas ganancias y sin pagar impuestos. Hay quien asegura que durante la cena de Salinas y los ricos, cuando se supo que Telmex era para Slim, Roberto Hernández protestó, pues estaba interesado; pero, lo calmaron diciendo que para él sería Banamex, entonces uno de los bancos más importantes del país. Ya rescatado ese banco con el Fobaproa, vino la operación Banamex Accival y Citigroup, realizada en el 2001, ya en el gobierno de Fox. El grupo mexicano pasó a ser propiedad del estadounidense en una transacción por 12 mil 500 millones de dólares, sin pago de impuestos: 3 mil 500 millones de dólares.

En cada régimen se han ideado formas de convertir las deudas privadas en deudas públicas y una de las más socorridas es otorgar contratos públicos a empresas cuya capacidad está muy por debajo de las que demandan las obras. Por mencionar las emblemáticas, está la Biblioteca Vasconcelos de Fox, la súper carretera Durango-Mazatlan del becario de ingrata memoria, el aeropuerto de Texcoco, que por fortuna fue cancelado. Todo el territorio nacional esta sembrado de obras fallidas, fastuosas, pero inservibles.

Todos esos enjuagues fueron perpetrados con la complacencia de los medios masivos de comunicación; pero, de manera muy especial de la televisión que ha venido a crear una auténtica realidad virtual. Esos medios que han desatado una insidiosa campaña de desinformación con fines de desestabilización, mediante mentiras tan burdas como el rechazo mundial a la posición de México durante la ronda virtual de países productores de petróleo, que finalmente logró el reconocimiento universal. De hecho, para eso están.

Durante el gobierno del presidente Clinton, el Departamento de Estado de los Estados Unidos creó un programa de becas para periodistas jóvenes de la América Latina; pero, de manera muy especial de México para llevarlos a Nueva York a un curso de profesionalismo para mejorar su desempeño. Fueron los que presentaron el perfil ideal, esto es, carentes de pensamiento crítico, para ser los autores de las actuales fake news, ya innegables. Han hecho muy bien su trabajo y muchos forman parte de la élite.

Ahora que el gobierno busca poner orden y no contraer más deuda pública para 'salvar' a empresarios privados (no a las empresas ni al sistema productivo y menos al empleo), los emisarios del pasado se han aliado para lanzar su ataque frontal. Quizá es tiempo de que también haya unidad entre las víctimas del neoliberalismo.