El turno de los hombres que México necesita

NADA SABE EL VIOLIN, PERO TODOS LOS SONES TOCA

Resulta inobjetable, para los entendidos en política mexicana, que de ningún otro partido que no sea el PRI hayan salido los políticos más prominentes del periodo postrevolucionario, y no tan solo la conocida pobredumbre mas pestilente de las últimas cuatro décadas que haya gobernado país alguno en el mundo, pues en el contexto real solamente se contaba con esa posibilidad, aunque también ha existido, paralelo al PRI, su partido rémora, PAN, pero sin la viabilidad para acceder al poder y, por tanto, dejando muy atrás las potencialidades de sus representantes ante una alternancia muy remota durante muchas décadas en la historia política de México.

Y cuando eso al fin cambió en el año 2000 con la entrada del PAN al poder ejecutivo nacional, su primer presidente ante el sempiterno PRI, Vicente Fox, echó por la cuesta cada proposición de cambio real, como lo señaló el mismo Porfirio Muñoz Ledo, nombrado por aquél como coordinador de la comisión de estudios para la reforma del estado durante su sexenio, cuando se refirió al tardanao presidente alternante de tratar de intervenir en las elecciones del 2006 en las que resultó “ganador” su compañero de partido, Felipe Calderón.

El turno de los hombres que México necesita

Resultó exactamente lo mismo que por setenta años habíamos presenciado por parte del PRI: el dedazo presidencial y el manoseo en los resultados electorales. Esta provocó la división y distanciamiento en el ideario político entre Fox y Muñoz Ledo, y  trajo consigo, a su vez, y no es que un clavo saque otro, un acercamiento entre el político mexiquense y el tabasqueño Andrés Manuel López Obrador.

Desde entonces, Porfirio Muñoz Ledo ha creído con más firmeza, aunque siempre lo supo, en la real posibilidad de que la izquierda mexicana tiene la fórmula del cambio que México ha estado necesitando desde hace muchos años. A partir de este singular hecho, han transcurrido casi los dos sexenios con mayores penas que glorias, y con un país, no obstante hundido en su economía, muy sediento de cambio, hecho mostrado el pasado primero de julio del presente (2018) al sucederse uno de los eventos cívicos de mayor envergadura, y una de la lecciones políticas para cualquier sociedad civilizada de Hispanoamérica, ante la celebración de una contienda electoral a nivel nacional con paz y relativa tranquilidad y con un apabullante voto masivo a favor del cambio representado esta vez por el partido de la moderna izquierda en México, Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA).

El saldo blanco en esta auténtica revolución electoral en México ya ha mostrado sus repercusiones en el mundo entero, y las expectativas de transformación del país son grandes y esperanzadoras. El ejecutivo electo, de corte morenista, y la mayoría en la cámaras legislativas alientan las posibilidades de un cambio vedadero en el seno de las instituciones públicas y la instauración de disposiciones que favorezcan a los más necesitados; la eliminación de privilegios a expresidentes, la reducción de los altos salarios a funcionarios de primer nivel y la derogación de estímulos económicos superfluos a diputados y senadores, además de la restauración de la industria energética, la activación del campo, tan sólo por mencionar algunos, son reclamos reales de una sociedad que sufre de asfixia por la opresión, la pobreza extrema, la falta de empleos y la desmedida delincuencia generalizada a lo largo y ancho de todo el país. Usted se preguntara, y quién es ese tal Porfirio Muñoz Ledo.

Primero que nada, este político mexiquense con ochenta y cinco años de edad actualmente, es una de las figuras emblemáticas del político intelectual y reaccionario en nuestro país. Es decir, no es uno de aquellos que han arribado a los puestos del poder político por la injerencia de algún compadrazgo o por el endorzamiento de un poderoso en el seno del partido hegemónico al que perteneció durante muchos sexenios presidenciales.

Por el contrario, Porfirio Muñoz Ledo es un verdadero docto en el campo de la jurisprudencia, egresado con honores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y con estudios doctorales en la Universidad de Sorbona, en París, estudios que, de hecho, le permitieron acceder a la vida del servicio público desde tiempos del expresidente mexicano don Adolfo López Mateos (período sexenal presidencial 1964-1970).

Desde entonces, siendo muy joven aun, Muñoz Ledo asumió cargos políticos de gran relevancia. Durante tres sexenios consecutivos, desde Luis Echeverría Álvarez, atravesando las presidencias de José López Portillo y Miguel de La Madrid Hurtado, ocupó la dirigencia  nacional del PRI. Además, Porfirio Muñoz Ledo resultó presidenciable al final de los sexenios de Echeverría y López Portillo. El dedazo no le llegó por circunstancias del destino. Sin embargo, su lucha por un mejor país se intensificó posteriormente en su madurez política, entrándo en conflicto con las prácticas al interior del PRI debido a sus ideales políticos que iban en dirección opuesta, produciéndose, al final de todo, un choque dentro de su partido y creándose una fractura al interior del mismo renunciando de manera definitiva, pues jamás regresaría a sus filas. Por el contrario, don Porfirio vino a convertirse en uno de los fundadores del PRD junto al Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas e Ifigenia Martínez. En una somera retrospectiva en su vida política, podemos observar que la experiencia de este servidor público es vasta, pues, además de lo ya mencionado, ha sido ministro en el exterior en diversas ocasiones, embajador de México ante la ONU, secretario del trabajo, secretario de educación, etc.

Su adherencia, desde hace años, al partido MORENA le permite ahora proyectar un trabajo exhaustivo respecto de la reforma a las Constitución Mexicana y/o la creación de una nueva y funcional a las circunstancias históricas actuales en el país.

El veterano y experimentado político de las mil batallas, que tuvo los pantalones para renunciar al PRI, partido hegemónico en la década de los ochentas, y de interferir en el informe presidencial de Miguel de la Madrid, con sobradas razones ideológicas, por supuesto, cuando nunca antes nadie se atrevió a ello, se fue de su seno para crear un nuevo partido y reinventarse como político ante las nuevas exigencias que sólo los hombres con sensibilidad, vocación de servicio e ideales enmarcados en el bienestar de su país pueden lograr. Porfirio Muñoz Ledo y Lazo de la Vega, un político orgullosamente mexicano, testigo presencial de primera en este parteaguas de la vida política-electoral, que comparte el antes y el después y que muy pocos pueden jactarse de sobrevivir a ello, y que desde hace muchos años había estado trabajando por la amplia transformación que México necesita, ahora ve cumplir sus sueños de encaminar a su país por la senda del bien, ser protagonista de ese gran y soñado cambio de ver cristalizar sus nobles y honrosos ideales políticos con verdadera vocación de servir a su pueblo.

Presidir la cámara baja sería un honor, seguramente para Muñoz Ledo, pero más para la misma cámara baja, pues no existe entre los legisladores electos ninguno más calificado e idóneo para ello que no sea él mismo. Bajo esa categoría podrá, entonces, colocar la banda presidencial al nuevo presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Manuel López Obrador. En verdad que nada sabe el violin, pero de que toca todos los sones los toca, y con maestría innegable.