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El rigor de los números

La sorna del príncipe Lorenzo Córdova Vianello sólo puede ocurrir en México, donde el rigor de las estadísticas pierde sentido. La consulta popular para enjuiciar a actores políticos del pasado fue exitosa y, además, copiosa a pesar de todas las triquiñuelas del Instituto Nacional Electoral, que es harina del mismo costal. Los números no mienten y de acuerdo a la proporcionalidad de la votación, no se logró superar el 40 por ciento de los sufragios para que puedan llevarse a la picota a los saqueadores del país; pero...

Tan mañosas son las técnicas para sembrar confusión, que no hay, en realidad, cifras confiables y que puedan tomarse como base para el estudio de los procesos comiciales. Los medios maiceados que hacen el caldo gordo, sueltan datos imprecisos para que, como en el cuento del Monje Loco, nadie sepa. Dos diarios de circulación nacional publican el mismo día que el padrón de votantes para los sufragios del pasado seis de junio era de 93.67 millones de mexicanos, y la Lista Nominal alcanza los 93.56 millones de votantes, y 94 millones 407 mil 240 personas en el primer caso y 92 millones 684 mil 134 en el segundo. El portal del INE, informó que dicho padrón es de 93.6 millones de ciudadanas y ciudadanos, lo que, para efectos, se tomará como la cifra oficial. A partir de ahí van las conclusiones.

El rigor de los números

En las elecciones citadas, el número de casillas que funcionó en todo el territorio nacional, fue de 163 mil 244 para que los mexicanos acudieran a ejercer su derecho al voto, de las cuales, según los datos aportados a los medios de comunicación, 162 mil 246 eran casillas únicas; el resto fue de las muy diversas modalidades que el instituto tiene para enturbiar la lógica de los procesos. Dividiendo la cifra de votantes entre el número de casillas, se tiene un aproximado general de 573 personas por c/casilla.

De acuerdo a las decisiones que fueron tomadas por las diversas instancias y diferentes actores que tuvieron que ver con la organización de la consulta popular, muchos de ellos venidos de las tinieblas del neoliberalismo, además de hacer farragosa la pregunta que los mexicanos debían responder, se hizo un recorte absurdo del número de casillas para votar, de tal manera que solo se instalaron alrededor del 30 por ciento del total registrado en los procesos previos. Tampoco se aclaró el número de boletas. 

Una nota de La jornada dejó en claro que: "San Cristóbal de Las Casas. El Instituto Nacional Electoral (INE) acordó no instalar casillas para la consulta popular de este domingo, en los municipios de Pantelhó, Venustiano Carranza y Oxchuc. Explicó que en el caso de los dos primeros no existen condiciones debido a que prevalecen conflictos políticos y agrarios, mientras que en Oxchuc, que elige a sus autoridades mediante el sistema de usos y costumbres, sus pobladores acordaron que no se instalaran. El organismo señaló que en los municipios de Chenalhó, Simojovel, Pueblo Nuevo Solistahuacán, Tila, La Concordia y Villa Corzo tampoco se instalarán algunas casillas por falta de condiciones de seguridad o inclusive por causas de la pandemia. El INE no precisó cuántas casillas en total no se instalarán en los nueve municipios referidos".

Con ello se demuestra la ausencia de responsabilidad de los funcionarios electorales que demandan, incluso por la vía judicial, que se les guise aparte y les paguen salarios fantásticos que no corresponden a su triste desempeño. Como no hay datos precisos, bien pueden utilizarse las cifras que maneja el INE con respecto de los resultados de la consulta, en las que señala que hubo 57,077 actas computadas de un total de 57,077, equivalente al cien por ciento. Si cada acta corresponde a una casilla, hubo 57.077.

Arrojando los pelillos a la mar, puede colegirse que las casillas instaladas para la consulta popular fueron el 33 por ciento de las mesas receptoras de votos correspondiente a los comicios generales, como ocurrió el domingo 6 de junio. La mala leche quedó evidenciada cuando se negó una abierta difusión mediática de los cambios que se hicieron, tanto en el número, como en la instalación de los centros de votación. 

Pero, bueno. Si se instaló sólo el 33 por ciento de las casillas, sin descontar las que el propio instituto reconoció que no se instalaron, y se redujo considerablemente el número de boletas para la consulta, dase el caso que no puede considerarse válida la exigencia de que votara el total de los sufragantes inscritos en el padrón electoral o en las listas nominales, y menos exigir una proporcionalidad mínima.

En lugar de 93 millones de votos, debieron esperarse 31, esto es, el 33 por ciento. En tiempos ordinarios, el nivel histórico de abstencionismo es del 55 por ciento, por lo que el hecho de que hayan votado 7 millones de ciudadanos acreditados, esto es el 22 %, en tiempos de pandemia y de vacaciones y sin mesas especiales, es un gran logro, a pesar del INE e initos que le hacen coro.