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Cuento de niños

Leonor habló con su amiguita y le dijo: -¡Qué feliz estoy! Contemplo desde mi ventana que, desde muy temprano, una linda chuparrosa. Con sus alas, tan sutiles, está en mi jardín y, de vez en cuando, se mantiene en el aire y parece que voltea a mirarme para saludarme.

-¡Qué bien!, amiga Leonor-, le contestó Yóselin. –Yo también veo a los pajaritos en mi jardín y me llama mucho la atención un colibrí, de raudo vuelo y muy nervioso. Lo veo, nada más, porque, en cuanto intento acercarme, se aleja tan rápido como una flecha.

Cuento de niños

-Yo voy a poner una fuente para que mi chuparrosa pueda venir a tomar agua con su pico tan largo y sus colores tan brillantes-, dijo Leonor. Yóselin le contestó que ella había hecho un bebedero de pájaros con una botella de plástico de las que se usan para embotellar a los refrescos comerciales y que, con mucho placer, había visto como su colibrí se hidrataba en su pequeña fuente hechiza, a la que todas las mañana le cambiaba el agua.

Un sábado, Leonor invitó a Yóselin a su casa, muy temprano para aprovechar todo el día en jugar. Lo primero que hizo la anfitriona, fue mostrar, con mucho orgullo, a su chuparrosa, que ya, con más confianza, se atrevía a tomar alimento de su mano: semillas, masita de maíz y hasta tomate. Con la presencia de un desconocido, la chuparrosa se mantuvo ocupada en su tarea de extraer el polen y la miel de las flores del jardín. No hubo posibilidad de un encuentro personal entre el ave y la amiga que había llegado de visitita.

En reciprocidad, Joselín invitó a Leonor a pasar el fin de semana en su casa, desde luego, con la anuencia de sus papás, que se comprometieron al cuidado de ambas. Llegó en la tarde y jugaron mucho, corriendo y saltando, Armaron un rompecabezas, cada una tratando de ganar a la otra en la oportunidad de colocar las piezas.

El papá de Yóselin les enseñó a jugar domino, que dijo, es un juego de inteligencia, porque, quien sepa matemáticas, va a adivinar siempre las fichas que tiene el contrario. Vieron un poco de televisión y se fueron a dormir temprano.

Temprano se despertaron y Yóselin enseñó a su amiga su colibrí, que todas las mañanas iba a saludarla, aunque se alejaba pronto en cuanto se acercaba. Era un pajarito muy nervioso, muy asustadísimo, muy tímido. Pequeño, casi etéreo, no daba la impresión de ser frágil; por el contrario, parecía muy poderoso con el batir de sus alas y la rapidez de sus movimientos. Antes de iniciar su tarea, el colibrí picoteaba la ventana de su amiguita y, con juegos airosos, le daba los buenos días; luego se iba a su tarea.

-¡Pero, si es como mi chparrosa!-, dijo Leonor. Luego explicó, largo y tendido las coincidencias entre ambas aves.

Sorprendidas, fueron con sus padres y explicaron que ambas tenían un amigo, que uno era el colibrí y otro la chuparrosa; que eran dos aves distintas; pero, muy similares, casi iguales y que no podían ser uno o la otra.

Sus padres les pidieron guardar un poco de paciencia y aseguraron que, en la charla de sobremesa de la comida del mediodía, harían una explicación al respecto.

Ciertamente, luego de los postres, que vinieron resultando conservas de durazno (tan ricas), el papá dijo que había varias formas de llamar a una persona, animal o cosa; que el nombre o sustantivo variaba en cada país y aún dentro de cada región de un mismo país, y que cambiaba de acuerdo a los usos y costumbres en el manejo del idioma. Unos llaman colibrí y otros chuparrosa, además de chupamirto, picaflor o pájaro mosca, a la misma ave.

Explicó a las niñas que esos varios y distintos nombres que señalan una misma cosa, se llaman homónimos, esto es nombres que han sido puestos a una misma cosa, como cuaderno y libreta, que en sus inicios fueron distintos, porque provenían de diversa manufactura; pero que, ahora se entienden como lo mismo.

Luego de la comida y mientras los adultos descansaban en el jardín, Yóselin retó a su amiga a encontrar otros homónimos, esto es, palabras que, aunque diferentes, significaran los mismo.

El reto resultó de la mayor facilidad, pues Leonor dijo: homónimo de ropa: atuendo.

–A ver, ahora tú. –Veliz: maleta. Siguió el reto: coche-carro; planta-mata; cielo-bóveda celeste; tortas-lonches; vecino-¡uff!

Elecciones–fraude.