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Colombia: ¿La voz del pueblo?

Con una participación menor al 40%, el electorado colombiano dijo NO a los acuerdos de paz alcanzados entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las autodenominadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, o FARC. El margen de victoria fue minúsculo, menos de medio punto porcentual, cosa de sesenta mil votos. ¿Fue esta la voz del pueblo? ¿Quién gana y quien pierde?

Gana el movimiento encabezado por Álvaro Uribe, expresidente colombiano que ha dedicado su vida pública a combatir a las FARC, en parte porque su padre fue víctima de la guerrilla, en parte porque le ha redituado políticamente. Uribe, ha sido vinculado en el pasado a los grupos paramilitares que, financiados por terratenientes y grandes empresarios le hicieron la guerra a las FARC, se asociaron con el Narco y colaboraron significativamente en la descomposición de Colombia. 

Uribe declaró la guerra política a su sucesor, de la mano con otro expresidente, Andrés Pastrana. Ambos encabezaron el rechazo a los acuerdos de paz, en un hecho inusitado. Por lo general, en los países democráticos los ex presidentes conocen su lugar: la sala de su casa, su biblioteca, el retiro. En México esa tradición ha sido casi siempre respetada, con excepciones deshonrosas y ridículas como la de Vicente Fox. En otros países (EU, Alemania, Gran Bretaña por solo citar a tres) los exmandatarios se repliegan, respetan y entienden que su tiempo ya pasó: tuvieron su oportunidad, la aprovecharon, unos mejor que otros, o la tiraron a la basura, pero se les acabó. Para Uribe y Pastrana claramente la nostalgia y el rencor pudieron más que la decencia política y la discreción. Celebran como si hubieran arrasado en la votación, se sienten portavoces de la patria, cuando apenas y representan a 19-20% del electorado. (La suma es sencilla: la mitad y pico del 38% que salió a votar).

Colombia: ¿La voz del pueblo?

Ganan el rencor y el odio acumulados durante más de 50 años de guerra civil en que las victimas, entre muertos, heridos y desplazados, se cuentan en millones. El NO predominó en las zonas donde el conflicto se ha extinguido y entre las generaciones que aun lo vivieron. Las regiones del país más azotadas por la guerra apoyaron el SÍ, mientras que los ciudadanos más jóvenes se mantuvieron lejos de las urnas. Al igual que en el Brexit, quienes más afectados serán por el resultado fueron los menos interesados en determinarlo.

En resumen ganan quienes apostaron a prolongar el conflicto, a estirar la liga, a renegociar lo que llevó 4 años y un enorme valor político de parte del presidente Santos y de la guerrilla. El NO es eso, el rechazo, la revancha, el rencor.

Pierde en primerísimo lugar el mismo Santos, que sin necesidad de someterse al referéndum se topa con un rechazo mínimo pero determinante. Apostó todo a los acuerdos y deberá ahora tratar de encontrar una ruta para conservar lo alcanzado e impedir que los halcones en ambos bandos echen todo por la borda.

Pierden las FARC, que además de que no lograron sus objetivos inmediatos se ven hoy sujetos al escarnio de los partidarios del NO y a una posible revuelta interna de quienes no aceptaban la ruta de deponer las armas. Una lucha de décadas que surgió de un interés autentico por dar voz a un enorme sector de la población colombiana que no estaba representada ni en lo político ni en lo social ni en lo económico. 

Pierden, pero ya no es novedad, los encuestadores que predijeron el amplio triunfo del SÍ. Una vez más se equivocan, pero seguramente no dejan de cobrar, Así que pierden solo a medias.

Y queda de manifiesto el enorme riesgo que implica la figura del referéndum cuando se trata de tomar decisiones difíciles, que por lo general no son las más populares. Tanto David Cameron como Juan Manuel Santos recurrieron al referéndum sin necesidad de hacerlo, y colocaron el futuro de sus países en riesgo. Equivocaron en algo fundamental: para algo se les elige, para actuar y no para ceder las decisiones complicadas.

Queda la posibilidad, dadas las primeras declaraciones del gobierno y las FARC, de que se pueda retomar el proceso de paz. Por lo pronto, eso es más esperanza que probabilidad.

@gabrielguerrac