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¿Cerrará el gobierno su programa para jóvenes?

Durante la pandemia casi un millón de jóvenes dejaron la escuela. A fin de 2020, 4 millones de jóvenes entre 15 y 29 años de edad estaban en el desempleo. Además, hay otros 4 millones de mujeres jóvenes sin trabajo y no disponibles... ¡por estar trabajando! Pero sin remuneración, en labores del hogar y de cuidado.

Urge abrirles oportunidades. Incorporar a jóvenes en la economía es una excelente inversión que además contribuye a ampliar el mercado interno y reduce riesgos de todo tipo. Contribuye a otro tipo de reactivación económica, con igualdad e incluyente.

¿Cerrará el gobierno su programa para jóvenes?

Por eso resulta muy oportuno el llamado que hace la Alianza Jóvenes con Trabajo Digno. Desde la sociedad civil propone una estrategia con medidas viables, al alcance del gobierno federal y también de otros actores relevantes: estados, municipios, iniciativa privada, autoridades educativas. (Ver pronunciamiento en jovenescontrabajodigno.mx).

Una de esas medidas —quizá la más urgente y viable— es pedir la continuidad con ajustes del programa Jóvenes Construyendo el Futuro (JCF).

En 2018 el gobierno se comprometió a apoyar con este programa a 2.3 millones de jóvenes. Informan que JCF estará ya alcanzando 2 millones de jóvenes vinculados este año y que en 2022 culminará con 300 mil más.

¿Significa eso que habrá cumplido su objetivo? ¿Se cerrará la única opción que podría contribuir a la empleabilidad de millones de jóvenes? Esperemos que no.

El gobierno creó un programa que por primera vez se enfoca en la empleabilidad de jóvenes fuera de la escuela y sin trabajo. Hoy, en este contexto y con los aprendizajes logrados, este propósito se vuelve aún más pertinente.

JCF tiene fortalezas y tiene mucho por mejorar. La "Alianza" propone algunos ajustes indispensables para una nueva etapa: El primero, enfocarse en jóvenes con mayores barreras de empleabilidad, jóvenes en rezago educativo y sin acceso a trabajos formales.

JCF también debe mejorar los planes de capacitación. Muchos jóvenes se vincularon a centros de trabajo que en realidad son personas físicas o micronegocios que no ofrecen reales opciones ni de capacitación ni de empleo. Se prestan a simulación y corrupción. 

El programa además requiere una "salida" que vincule a quienes participaron con ofertas reales de empleo. La Secretaría del Trabajo puede articular el regreso de JCF con servicios del Sistema Nacional de Empleo.

Y por perspectiva de género, JCF debe incluir acceso a servicios de cuidado para mujeres con hijos (que representan entre 70% y 80% de la demanda real de jóvenes sin trabajo y en rezago educativo). El Sistema Nacional de Cuidados aprobado por la Cámara de Diputados podría contribuir a cubrir esta necesidad.

Estos ajustes trazan una nueva etapa para JCF, con una nueva meta, más acotada. Y sobre todo permiten crear una política permanente para jóvenes con desventajas. En esa política deben participar otros actores como empresas, organizaciones civiles y entidades de capacitación para el trabajo. 

Lograr que millones de jóvenes hoy excluidos, construyan un futuro mejor, para sí, para sus familias y para el país es una excelente causa para unir esfuerzos. La Alianza Jóvenes con Trabajo Digno tiene propuestas de cómo lograrlo. ¿Serán escuchadas? 

Twitter: @rghermosillo